La Asamblea General de las Naciones Unidas tiene previsto celebrar esta semana su gran cita anual con el debate del octogésimo periodo de sesiones, una convocatoria que se produce en medio de inquietantes síntomas de deriva del mundo hacia una cada vez más desacomplejada e impune ley de la selva. Ante esta degeneración, el principal foro de la sociedad de las naciones, de la aspiración al multilateralismo y a relaciones internacionales basadas en reglas e instituciones, se muestra ineficaz y cada vez más debilitado.