Opinión
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La izquierda que está matando a la izquierda

Estaba yo el otro día recordando tiempos mozos viendo fotos mías de hace unos 10 años, y vaya bajón. Un treitañero recién cumplido, lozano, terso, sin canas, unos kilos menos… Era mi “prime” como dice ahora la chavalería. Pero aquí estoy ahora, más viejo, más gordo, doliéndome cada vez más cosas, canoso y entrecomillando expresiones que suenan raras dichas por un cuarentón. Cómo cambian las cosas en 10 años.

Rebuscando en el mismo baúl de los recuerdos donde estaban las fotos de la autoflagelación, también encontré el famoso catálogo de Ikea que usó Podemos como programa electoral hace 10 años también. Más nostalgia. ¡Qué tiempos aquellos en los que pensábamos que íbamos a asaltar el cielo! ¡69 diputados, que tiemble el PPSOE! Después del 15M estábamos también en nuestro “prime”, teníamos de nuestro lado al perroflauta y al trajeado, al adolescente y a la abuela, al trabajador por cuenta ajena y al autónomo… ¡Íbamos a cambiar España! La gente como yo hasta pagaba por conseguir ese programa electoral en formato físico: Iba a ser histórico.

E igual que yo ahora acaricio mis fotos de juventud cual Lobezno con amarga nostalgia, me imagino a muchos de los que votamos a esa nueva izquierda a la izquierda de la vieja izquierda acariciando la pantalla del móvil viendo las noticias de la hemeroteca en la que se sacaba pecho de los 4.000.000 de votos conseguidos entre el partido y las confluencias. Ahora tenemos 8 diputados y las encuestas nos dan la mitad si la cosa no cambia. ¡Cómo cambia la cosa!

¿Qué ha pasado? ¿En qué momento se ha desmoronado todo tanto? De llamar a las puertas del cielo, hemos caído en picado al suelo más duro y terrenal. “Vaya hostia” que diría Rita, Dios la tenga en su gloria. ¿A quién tendremos que culpar? Porque está claro que esto sólo puede ser culpa de otros. Autocrítica es una palabra que hemos borrado de nuestro vocabulario, como el nombre de Íñigo Errejón de la agenda de contactos de cualquier dirigente morado. 

¿Puede ser que Paco dejase de votarnos cuando no decíamos nada mientras que en algunas tertulias se clamaba a los cuatro vientos que todos los hombres son violadores en potencia? ¿A lo mejor Ana decidió volver a votar al PSOE cuando la llamamos tránsfoba por decir que la ley trans estaba mal hecha y que al dejar la autodeterminación al gusto de cada uno, sería muy fácil que algunos hombres tratasen de aprovecharse, perjudicando a mujeres y a transexuales reales? ¿Miguel ya no quiere oír hablar de nosotros porque dijimos que era un machista por evidenciar que asociaciones de jueces decían que la ley del Sólo sí es sí, como ironizaba Ángeles Rodríguez PAM, “Llevaría a los violadores a la calle”, como finalmente así sucedió? ¿Rufina y Teodoro ya no se fían del partido que dice que la okupación no es un problema real y que carga a los particulares el problema de las familias vulnerables inquiokupas de las que debería hacerse cargo el Gobierno? ¿Ana va a votar a VOX después de que en Barcelona le hayan robado 3 veces delincuentes multireincidentes, y tras quejarse, la hayamos llamado racista? ¿Yeray esta harto de que realojemos en hoteles a inmigrantes ilegales a los pocos días de llegar en patera mientras él lleva 3 años malviviendo en un contenedor prefabricado en la Palma esperando a que solucionen lo de las viviendas afectadas por el volcán? 

Sí, será culpa de ellos, que tienen la piel muy fina y se están dejando influenciar muy fácilmente por el discurso de cualquiera que no piense como decimos nosotros que se debe pensar. Será eso, seguro. Y quién piense distinto, es un nazi, un facha, un ultraderechista y un fascista, aunque vote a Podemos o Sumar, que lo he leído en los comentarios de Meneame.

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400 Bad Request, otra semana más

¿ A nadie más le pasa ? O entras de incógnito o ese mensaje es el que me aparece una y otra vez. ¿tan dificil es?

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¿Qué le ha ocurrido a internet, nuestro gran experimento?

¿Qué le ha ocurrido a internet, nuestro gran experimento?

A comienzos de los noventa era editor jefe de una revista de negocios llamada Telecommunications. Vinton Cerf, ampliamente considerado como “el padre de internet”, formaba parte de nuestro consejo editorial. Un domingo por la tarde, Vint me contactó para hacerme saber que el gobierno federal estaba a punto de hacer que su sistema militar de comunicaciones, Arpanet, estuviese disponible al público general. Después de leer su correo electrónico, más o menos me encogí de hombros y no pensé mucho en ello hasta que comencé a investigar...
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La Vuelta como violencia estructural

La Vuelta como violencia estructural

¿Quiénes son los responsables? Cuando la violencia de una caída en bici supera la de las imágenes de Gaza. (...) si en algún momento pasa algo (como ya ha ido pasando), si llega a suceder un accidente de gravedad con algún ciclista, hay que recordar e insistir en que la responsabilidad absoluta es de quienes han permitido que esta carrera se corra de esta manera, con el equipo de una entidad ocupante y genocida, de manera impune, como si no tuvieran que rendir cuentas a nadie
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Memecracia: la infantilización de la política

Memecracia: la infantilización de la política

Si uno es audaz, se empezará a dar cuenta de que, tanto las grandes empresas como los partidos políticos, han empezado a adoptar la memecracia como una estrategia de comunicación efectiva para inocular un prisma ideológico a los internautas. En España, no hay más que contemplar los memes generados por Vox -el partido de ultraderecha-, pero también el PSOE o Sumar. Y además de clase política o empresarial, los líderes de opinión -o también llamados “influencers”– también llevan tiempo compartiendo y reaccionando a este tipo de contenido
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La inteligencia artificial y el fin del trabajo tal como lo conocíamos: ¿hacia una sociedad postlaboral?

La inteligencia artificial y el fin del trabajo tal como lo conocíamos: ¿hacia una sociedad postlaboral?

Durante las anteriores revoluciones industriales, el trabajo físico fue el más afectado. Pero esta vez, la automatización no va dirigida contra el músculo, sino contra la mente. La inteligencia artificial ha traspasado la última frontera: la de los oficios intelectuales. Y con ella, amenaza no solo profesiones concretas, sino la propia noción de trabajo sobre la que hemos construido nuestras identidades, nuestros sistemas de protección social y nuestras aspiraciones de progreso. Una revolución que desborda lo económico. (Víctor Martínez López.)
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La derecha está cambiando las reglas de la guerra cultural [Eng]

La derecha está cambiando las reglas de la guerra cultural [Eng]

Christopher Rufo tardó seis meses en contradecir su propio consejo. En febrero, el activista conservador escribió que las publicaciones en redes sociales «ya no deberían ser motivo de aniquilación social y profesional automática». Esta opinión no sorprenderá a nadie que haya seguido la larga cruzada de Rufo contra la cultura de la cancelación de la izquierda. Sin embargo, para agosto, ya había emulado a sus enemigos, provocando indignación por los tuits antiguos de un periodista. El episodio demuestra no solo su propia hipocresía, sino también
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Unidad: una necesidad democrática ante el avance de la extrema derecha

Introducción

En el panorama político español de octubre de 2025, la fragmentación del espacio progresista contrasta con la creciente consolidación de las fuerzas ultraconservadoras. La dispersión electoral de las izquierdas no es meramente un problema aritmético, sino una crisis de proyecto político que amenaza con entregar las instituciones a quienes buscan desmantelar décadas de avances en derechos sociales, laborales y civiles.

El Coste electoral de la dispersión

La atomización de las fuerzas progresistas se traduce en una sangría constante de escaños y poder institucional. El sistema electoral español, con su fórmula D'Hondt y circunscripciones provinciales, penaliza especialmente la división. Mientras el bloque conservador optimiza sus resultados presentándose de forma cohesionada o con pactos claros, la izquierda pierde representación provincia tras provincia por la multiplicación de candidaturas.

Las consecuencias son tangibles: gobiernos autonómicos y municipales que podrían ser progresistas quedan en manos de coaliciones de derechas por diferencias de pocos miles de votos. Diputados que se pierden en provincias pequeñas por décimas porcentuales. Políticas públicas que no se implementan porque la suma de votos progresistas, siendo mayoritaria, no se traduce en mayoría parlamentaria.

Influencia en la toma de decisiones

La fragmentación no solo afecta a los resultados electorales, sino a la capacidad real de incidir en las decisiones que transforman la vida de la ciudadanía. Un espacio político dividido es un espacio político debilitado, incapaz de articular mayorías estables que impulsen reformas estructurales.

La experiencia reciente demuestra que los avances más significativos en derechos laborales, justicia fiscal, transición ecológica o políticas de igualdad se han logrado cuando las fuerzas progresistas han sido capaces de superar sus diferencias y acordar agendas comunes. Por el contrario, la división interna consume energías en disputas estériles mientras las urgencias sociales quedan sin respuesta.

La capacidad de negociación frente a otros actores políticos, sociales y económicos también se ve mermada. Un frente unido de izquierdas puede establecer líneas rojas claras y defender con firmeza sus propuestas. La dispersión, en cambio, invita a estrategias de división y debilitamiento por parte de quienes no comparten el proyecto transformador.

Una propuesta vertebradora: plural y progresista

La unidad de las izquierdas no puede ser un ejercicio de uniformidad que diluya identidades políticas legítimas. Debe construirse desde el respeto a la pluralidad, reconociendo que diferentes tradiciones y sensibilidades enriquecen el proyecto común. La convergencia no implica renunciar a matices, sino jerarquizar prioridades y distinguir lo fundamental de lo accesorio.

Una propuesta vertebradora debe articularse sobre ejes programáticos claros:

Justicia social y económica: Defensa de los servicios públicos universales, redistribución de la riqueza mediante una fiscalidad progresiva, protección del Estado del bienestar frente a los recortes y privatizaciones. Garantía de derechos laborales dignos, salarios suficientes y protección social robusta.

Derecho a la vivienda: Reconocimiento de la vivienda como derecho fundamental y no como mercancía especulativa. La crisis habitacional se ha convertido en la principal preocupación de amplias capas sociales, especialmente jóvenes y familias trabajadoras. Una propuesta progresista debe incluir la construcción masiva de vivienda pública en alquiler asequible, regulación efectiva del mercado para evitar la especulación, limitación de los precios de alquiler en zonas tensionadas, prohibición de los desahucios sin alternativa habitacional, tributación más elevada para grandes tenedores y viviendas vacías, y recuperación del parque público mediante compras estratégicas. Sin solucionar el acceso a la vivienda, cualquier proyecto de país se vuelve inviable para millones de personas.

Transición ecológica justa: Reconocimiento de la emergencia climática como prioridad política, acompañada de medidas que aseguren que el coste de la transición no recaiga sobre las clases trabajadoras. Apuesta decidida por energías renovables, transporte público, rehabilitación de viviendas y modelo productivo sostenible.

Derechos civiles y libertades: Blindaje de conquistas en igualdad de género, derechos LGTBIQ+, memoria democrática y libertades fundamentales. Oposición frontal a cualquier retroceso en derechos consolidados.

Democracia participativa y territorial: Profundización democrática mediante mayor participación ciudadana, transparencia institucional y lucha contra la corrupción. Reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado español y respeto a las diferentes sensibilidades territoriales dentro del marco constitucional o mediante su reforma democrática.

Política exterior solidaria: Compromiso con los derechos humanos, el derecho internacional y la cooperación frente a las lógicas militaristas y los bloques imperialistas.

Este programa común no necesita borrar las especificidades de cada fuerza política, pero sí exige disciplina en lo esencial: cuando las instituciones estén en juego, cuando los derechos fundamentales sean atacados, cuando las políticas neoliberales amenacen el bienestar colectivo, la respuesta debe ser unitaria.

La movilización como imperativo

El crecimiento de la extrema derecha en España no es un fenómeno aislado, sino parte de una ola reaccionaria que recorre Europa y América. Su discurso, basado en la xenofobia, el machismo, la negación de derechos y el autoritarismo, representa una amenaza real para la democracia.

El fascismo del siglo XXI se presenta con traje y corbata, pero su esencia permanece intacta: la construcción de enemigos internos, el desprecio a los valores democráticos, la glorificación de un pasado mítico y autoritario, la persecución de minorías. No podemos subestimar su capacidad de contagio institucional ni su vocación de desmantelar todo aquello que nos hace iguales en dignidad y derechos.

Frente a esta involución, la movilización del electorado progresista es urgente. Pero movilizar no es solo llamar al voto cada cuatro años. Requiere:

Pedagogía política constante: Explicar con claridad qué está en juego, desmontar bulos y falacias, conectar las políticas concretas con la vida cotidiana de la gente. Hacer visible cómo las decisiones políticas afectan al bolsillo, al acceso a servicios, a las oportunidades vitales.

Presencia territorial: Recuperar la presencia en barrios, pueblos y centros de trabajo. La política no puede reducirse a debates televisivos y guerras de tuits. Se hace cuerpo a cuerpo, escuchando, dialogando, organizando.

Conexión con movimientos sociales: Sindicatos, organizaciones ecologistas, feministas, vecinales, juveniles, culturales... El cambio político no se construye solo desde las instituciones. La izquierda debe ser permeable a las luchas que emergen desde la sociedad civil.

Cultura de la esperanza: Frente al discurso reaccionario del miedo, construir narrativas de futuro. Demostrar que otro modelo es posible, que la transformación está a nuestro alcance, que juntos somos más fuertes.

Generosidad política: Abandonar la lógica del adversario interno. Reconocer que quien comparte el 80% de tu programa no es tu enemigo principal. Reservar la confrontación para quienes realmente representan proyectos opuestos.

Conclusión

La unidad de las izquierdas en España no es un lujo ni una opción táctica coyuntural. Es una necesidad histórica ante un momento de definición democrática. La correlación de fuerzas actual exige superar inercias, renunciar a maximalismos estériles y priorizar lo colectivo sobre lo particular.

No se trata de fusionar partidos ni de crear estructuras artificiales condenadas al fracaso. Se trata de establecer pactos claros de no agresión, de coordinación electoral donde sea necesario, de acuerdos programáticos en lo fundamental, de lealtad cuando se gobierna conjuntamente. Y sobretodo, que la confección de las candidaturas tienen que ser procesos 100% transparentes. Cuestión que hasta la fecha y sin excepción forma parte del Debe en el balance de todas las organizaciones políticas progresistas de izquierdas.

El electorado progresista español es mayoritario, pero está desmovilizado, fragmentado, desencantado. Recuperar su confianza implica demostrar que la política puede cambiar vidas reales, que las instituciones sirven para proteger a la mayoría frente a los privilegios de unos pocos, que la democracia es algo más que gestión tecnocrática.

La extrema derecha crece alimentándose del vacío que deja una izquierda ensimismada en sus disputas internas. Cada día que perdemos divididos es un día que ganan ellos para consolidar su proyecto involucionista. La historia nos juzgará no por nuestras diferencias de matiz, sino por nuestra capacidad de unirnos cuando todo lo importante estaba en juego.

El momento es ahora. La unidad, una responsabilidad ineludible. El futuro, por construir.

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Fast food fascista: Ayuso a la parrilla

Fast food fascista: Ayuso a la parrilla

Gobierna Madrid como una franquiciada ebria de sus propios anuncios. Su Madrid es “zona libre” solo si eres rico, privatizado, asegurado. El resto, en la cola de un hospital que ella dejó caer o esperando un tren que desguazó. Su libertad es la salsa que tapa la podredumbre
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Escuchado hoy en una charla de bar

"Lo que me gusta del socialismo científico es el análisis, no las soluciones".

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Burpees y bitcoins

Burpees y bitcoins

El mandato de la felicidad me tiene harta. Como sino fuera suficiente pensar en llegar a fin de mes, pagar el alquiler y que el “gustito” termine siendo comprarte un papel higiénico que no te lije el culo, también hay que ser (o mostrarse) feliz. La institucionalización de la felicidad como dispositivo de dominación es una estrategia sagaz del sistema capitalista (siempre a kilómetros de lo que podemos imaginar). No importa tu edad, ingresos o ideología; el mandato de ser feliz gana terreno y se impone como la nueva meca.
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Un gran incendio en Marsella deja más de 100 heridos y cientos de evacuados, Macron pide precaución

Un gran incendio en Marsella deja más de 100 heridos y cientos de evacuados, Macron pide precaución

Un devastador incendio forestal ha alcanzado los límites de Marsella, la segunda ciudad más grande de Francia, impulsado por fuertes vientos. El fuego, que se propaga a gran velocidad, ha dejado más de 100 personas heridas y ha obligado a la evacuación de cientos de residentes.
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