Hace 12 años | Por --271269-- a elobservador.com.uy
Publicado hace 12 años por --271269-- a elobservador.com.uy

Un hombre casi anónimo, desde una habitación de bibliotecas revueltas en su apartamento de la calle Yi, en Montevideo, investiga y pergeña historias de palabras, y desde una computadora con el mouse en un cajón del escritorio envía por correo electrónico a más de 200 mil personas el fruto de su investigación. Expliquemos un poco: salvo para absolutos fanáticos, leer un diccionario de etimología no es el mejor plan para pasar una tarde.