Cuando Howard Hawks rodaba "The Air Circus" (1928), que había sido concebido como film mudo, el sonoro irrumpió con toda su fuerza, y el estudio decidió convertirla en una película "hablada". Le asignaron un director de diálogos que había sido actor de teatro, y a Hawks no le gustó lo que puso en boca de sus personajes. "Tal vez yo no sepa nada de diálogos, pero se como habla la gente", dijo Hawks, "y la gente no habla así".