si no comemos, morimos. Si no bebemos agua, morimos. Si no respiramos, morimos. Si no tenemos sexo o no nos reproducimos, no pasa nada: seguimos vivos y saludables. A pesar de ello, el sexo se constituyó en una gran fuerza central en el proceso evolutivo. Charles Darwin revolucionó al mundo con su concepto de selección natural, pero identificó la potencia del sexo de manera particular, al grado de que también propuso el término de selección sexual