Nadie sabe cómo (ni siquiera nosotros mismos nos hacíamos a la idea) pero por alguna combinación de astros que ambos desconocíamos, Linda y yo habíamos conseguido cuadrar nuestras agendas para poder viajar unos días juntos. Recuerdo perfectamente que la programación la hicimos desde hemisferios diferentes: Yo, en el aeropuerto de Chubu Centrair en Nagoya (Japón); Linda por entonces se encontraba en Mar del Plata cerrando detalles de su última exposición. Y así fue que tan solo en 5 minutos ambos tenías nuestros vuelos de vuelta a España...