Con los años uno acaba por descubrir que en su dureza más extrema, la izquierda se satisface a sí misma publicando en el BOE un decreto por el que se obliga a la Iglesia a encuadernar en rojo el catecismo. Si Cristo se hubiese hecho más de cuatro preguntas antes de arriesgarse cuesta arriba con la "birra" y la cruz, habría acabado de acomodador en el Calvario durante la crucifixión de los otros dos.