Una de las terribles consecuencias que podía tener la polio era la parálisis de los músculos respiratorios y la consiguiente muerte del enfermo. Pero a partir del año 1928 los doctores Philip Drinker y Louis Shaw desarrollaron por primera vez un respirador artificial capaz de alejar de las garras de la muerte a las personas con parálisis respiratoria, su nombre: El Pulmón de Acero.