La religión ocupa un lugar preponderante en la vida de los haitianos y desde el sismo que devastó al país los fieles católicos, protestantes o del culto vudú se reúnen para rezar y agradecerle a Dios haber sobrevivido, con una mezcla de fervor y fatalismo. Numerosas iglesias e incluso la catedral de Puerto Príncipe fueron destruidas por el terremoto, pero los creyentes siguen cantando y rezando juntos en las calles, donde algunos, para explicar la catástrofe acaecida hace una semana, no dudan en hablar del Apocalipsis.
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Y siguen sin hacer caso al mensaje de dios, lo cual provocará que en decenas de años vuelva a suceder otro terremoto en Haití.
Dios ha hablado bien claro y alto y les ha dicho que pasen de las iglesias y de la religión. Por eso se ha cargado todas las ideas, pero esta gente no pilla el sentido del mensaje.
Lo que dios a derruído, que no lo reconstruya el hombre.