Ahora que hasta los bombardeos se proponen humanitarios, ahora que cualquier gran multinacional dona millones a la causa justa que va más a juego con su logotipo, ahora que la solidaridad es una forma de ocio como otra cualquiera, se hace especialmente necesaria una literatura que abandone la catequesis y las buenas intenciones (como hace insoportablemente el cine español) y empiece a desmaquillarnos con azufre el corazón.
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Algo parecido explicó ayer Roberto Saviano en su conferencia en Barcelona.
DUPLICADA CANSINA