Mi abuelo, calculen, nació en el siglo XIX. Me gusta que la gente fume donde le salga de la bisectriz, y que la Parca recolecte libremente a los suyos. Aún es posible pensar como griegos, pelear como troyanos y morir como romanos. Para hacer que, al menos, a los imbéciles y a los ignorantes les sangre la nariz. Esa vieja Europa ilustrada, memoriosa y culta, superior en el más noble sentido de la palabra, la de Montaigne, Cervantes, Goethe o Chateaubriand, se va a tomar por saco.