Una de las esposas de Picasso, Françoise Gilot, decía que el artista tenía una veta maniática que difícilmente controlaba. Pensaba que quien poseyera su pelo o sus uñas podría arrebatarle su fuerza creadora, como Dalila a Sansón. Sólo sus mujeres o él mismo se lo podía cortar, una regla que sólo rompió Arias. “Delante de su amigo perdía todos sus temores”, recordaba Gilot. Pablo Picasso tuvo fama de manipulador, autoritario y mujeriego. Sólo se mostró sincero y abierto con unas pocas personas, como el poeta Paul Éluard, el filóso