El Cid Campeador no descansa en paz. Su destierro es ya milenario. Es probable que no haya huesos más viajeros que los del Cid, repartidos aquí y allá, hijos de los avatares azarosos de los siglos. Queriendo recomponer este puzle secular, la Asociación Ego Ruderico ha emprendido la empresa nada fácil de localizar cuantos restos de Mio Cid se sepa que están dispersos por el mundo.
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Es el único que queda. El pueblo Judio ya sollucionó ese problema