Quiere uno creer que entre nosotros va ganando terreno, paulatinamente, la conciencia de que el planeta no da para más. De resultas, la idea de que debemos tomarnos en serio la perspectiva de reducir los niveles de consumo y desdeñar las presuntas virtudes del crecimiento económico se impone en paralelo con la búsqueda incipiente de otras formas, más benignas y austeras, de organización de nuestras sociedades.