El Mercado, al igual que el Dios de los católicos, es intrínsecamente bueno aunque, en ocasiones, cometa crueldades que a los simples mortales nos resulten carentes de sentido. Pero son Sus designios, siempre inescrutables, y nosotros no somos quién para cuestionarlos. No podemos comprender Su voluntad porque Su voluntad es incomprensible.
Comentarios
No, hay 3.000 millones de pobres infieles.