No hay mayor afrenta a un amish que afeitarle la cabellera y la barba. Según la interpretación de la Biblia que hace este grupo religioso, dios establece que el pelo es sagrado y no debe cortarse. Eso es lo que hizo el obispo Samuel Mullet, que este miércoles ha sido detenido y acusado formalmente, junto con tres hijos, un yerno y dos discípulos, de haber conspirado para agredir al menos a cuatro personas por motivos religiosos a las que rasuró el cabello.
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