Publicado hace 16 años por isaiasgarde a bibliotecaignoria.blogspot.com

Un sábado por medio, a la mañana, recorro a pie, ida y vuelta, cuarenta y cuatro cuadras. Es la distancia que media entre mi casa y la esquina de Olazábal y Estomba. Allí viven mi hija, Silvina, y mi yerno, Alejandro Di Paolo. No congenio ni con ella ni con él: los visito por el placer de juguetear con mi —hasta ahora— único nieto: Juan Francisco.