No se yo eso de que en el circo romano existiesen las entradas... más bien diría que entraba todo el que quisiera asistir al espectáculo, precisamente para que todo el populacho, sin distinciones (aunque los patricios tenían reservados los mejores asientos, y las mujeres al gallinero) se entretuviera. En estas cosas de lo gratis hemos retrocedido bastante con los siglos.
#2 Existían las entradas, por algo las puertas del Coliseo tienen números. Y no todos los días era gratis, lo normal era pagar, por eso se apreciaba tanto el regalo de la entrada.
Y a quienes dicen que el fútbol es "panem et circenses" yo les preguntaría dónde ven ellos la parte del panem; me da a mí que circenses sin panem no hubiera sido precisamente una receta para el éxito, todo lo contrario, habría sido juntar en un solo sitio a las multitudes pobres, el modo más seguro de que estallara una revuelta. Y que lo mismo se aplica hoy día; si las autoridades de verdad temieran el descontento de los ciudadanos lo último que querrían sería ver millones de personas en las plazas, no importa cual fuera el motivo de que se juntaran.
Comentarios
Panem et circenses. No queda duda.
No se yo eso de que en el circo romano existiesen las entradas... más bien diría que entraba todo el que quisiera asistir al espectáculo, precisamente para que todo el populacho, sin distinciones (aunque los patricios tenían reservados los mejores asientos, y las mujeres al gallinero) se entretuviera. En estas cosas de lo gratis hemos retrocedido bastante con los siglos.
#2 ¿No era que el circo era gratuito y hacían sestercios con las apuestas?
Así el populacho no pensaba.
#2 Existían las entradas, por algo las puertas del Coliseo tienen números. Y no todos los días era gratis, lo normal era pagar, por eso se apreciaba tanto el regalo de la entrada.
Y a quienes dicen que el fútbol es "panem et circenses" yo les preguntaría dónde ven ellos la parte del panem; me da a mí que circenses sin panem no hubiera sido precisamente una receta para el éxito, todo lo contrario, habría sido juntar en un solo sitio a las multitudes pobres, el modo más seguro de que estallara una revuelta. Y que lo mismo se aplica hoy día; si las autoridades de verdad temieran el descontento de los ciudadanos lo último que querrían sería ver millones de personas en las plazas, no importa cual fuera el motivo de que se juntaran.