Publicado hace 12 años por Rompe-y-RaSGAE a historiasinhistorietas.blogspot.com

La peste se declaró en abril. Las autoridades ordenaron cerrar la ciudad a cal y canto, pero ya era tarde. Así que, expuestos a lo inevitable, rogaron al Señor que fuese clemente con ellos mediante extraordinarias letanías y procesiones por las calles con penitencias públicas. La multitudinaria apelación a la Providencia sirvió exactamente para lo contrario: el número de contagios aumentó por el hacinamiento y el trajín callejero. Para mediados de mayo, Sevilla era ya un lugar maldito de cuya desgracia se hacían lenguas en todo el Reino.

Comentarios

DexterMorgan

Para variar, el problema se empeora en vez de mejorar. Pero bueno, en aquella época tampoco se les podía pedir otra cosa aparte de rezar.

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