No se trata exactamente de una calle de la ciudad de Jerez, dado que, para visitarla, debemos entrar en una de sus variopintas catedrales del vino, concretamente en la de González Byass. En el centro de Jerez. Es una calle increíblemente pintoresca, que parece sacada directamente de un cuento tradicional, cubierta por hojas de parra, por cuyos huecos cala la luz del sol, otorgándole un halo de magia, del que resulta un un aspecto con encanto, entre melancólico y embrujado.