Hace 6 años | Por JoseCastro a ateb.es
Publicado hace 6 años por JoseCastro a ateb.es

El traqueteo de las bombas en su trabajo ya nos indicaba la temperatura del betún a los veteranos. La fábrica era un ser vivo lleno de latidos, pulsos, olores y colores. Un organismo vivo, que protestaba ante el maltrato o nos recompensaba con una sinfonía de sonidos de rodamientos agradecidos.