Hace 9 años | Por nugget a pikaramagazine.com
Publicado hace 9 años por nugget a pikaramagazine.com

Desde su silla de ruedas, la mexicana Irina Layevska empuñó el fusil en Nicaragua y llevó petróleo a una Cuba sumida en el periodo especial. Pensó en matarse cuando la esclerosis múltiple amenazó con dejarla ciega, pero finalmente enterró sólo la parte de sí que le limitaba tanto o más que la discapacidad: el género masculino que le asignaron al nacer y que sobrellevaba disfrazándose de su idolatrado Ernesto Guevara. Contra todo pronóstico, Irina ha cumplido 50 años, 13 desde que se asumió como mujer.