Hace 9 años | Por --352386-- a news.sciencemag.org
Publicado hace 9 años por --352386-- a news.sciencemag.org

Un perro prehistórico está a punto de ir al dentista. Ardern Hulme-Beaman, un joven científico irlandés, saca de una caja de cartón una mandíbula de 5000 años de antigüedad. Pone su mano enguantada sobre uno de los molares y lo remueve suavemente de un lado a otro hasta que sale. La parte superior de los dientes es de un color blanco amarillento, pero las raíces son marrón sucio. Hulme-Beaman emplea su taladro sobre el diente mientras el olor a pelo quemado invade el ambiente. "Esa es una buena señal"

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Brill

Precisamente daban ayer en La 2 un documental que hablaba de la domesticación de varias especies, entre ellas los perros. Parece que si la especie animal concreta reúne varias condiciones (entre las más importantes, no temer a los humanos ni considerarlos alimento, aunque había algunas más de sentido común, como que sus generaciones fueran más cortas que las humanas para poder supervisarlas), la domesticación era algo tan sencillo como ir seleccionando a los ejemplares más dóciles de cada camada hasta eliminar de la genética los rasgos no deseados.

Como ejemplo ponían dos grupos de ratas de alcantarilla, uno agresivo y otro cariñoso, que partieron del mismo grupo, y el trabajo de un genetista soviético que consiguió zorros domésticos en 50 años. Los zorros resultantes eran tan o más acostumbrados al trato humano como los perros, aunque todavía les quedaban algunos rasgos salvajes, como la manía de esconder la comida por la casa hasta que se pudriera.