Hace 6 años | Por ignacioberges a yorokobu.es
Publicado hace 6 años por ignacioberges a yorokobu.es

Pongamos el caso de una soprano. Ser una buena intérprete exige disciplina, dedicación, perseverancia. Ser muy buena exige, además, un nivel de permanente sacrificio que te acompañará toda la vida. Pero ser una prima donna (o un primo uomo) supone vender tu alma al diablo.