Hace 6 años | Por Quinqui a jotdown.es
Publicado hace 6 años por Quinqui a jotdown.es

Nunca se lo hemos confesado. Lo que más nos sorprendió, la primera vez que tuvimos ocasión de acribillarle a preguntas, fue lo simpático que parecía. En aquel tiempo, hace ya casi una década, Frédéric Beigbeder seguía marcado por su imagen pública de enfant terrible televisivo. De histriónico hasta el hartazgo, de niño bien empeñado en sobreactuar su lado canalla, de espadachín filocomunista con contrato millonario en Young & Rubicam. En las distancias cortas, el escritor se reveló como un hombre sensible y hasta pudoroso, que tal vez protegía