El pasado otoño, una campaña de excavación de urgencia llevada a cabo por la Superintendencia sacó a la luz un núcleo de diez enterramientos etruscos, fechables entre los periodos villanoviano y arcaico (siglos VIII-V a.C.), en el corazón de la necrópolis de Monterozzi, a unas decenas de metros de la Tumba de los Toros y de la Tumba de los Augures. Ahora, tras los primeros trabajos de restauración, se revelan por fin algunos de los sorprendentes descubrimientos realizados en una de las tumbas.
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Las puertas estaban selladas con losas de nenfro, que eran perforadas por los clandestinos de antaño para acceder a las tumbas, y volvían a cerrarse cuidadosamente tras el saqueo, en una inusual demostración de respeto por los difuntos. Pero, por desgracia, en el caso de la cámara norte, la resistencia de la losa llevó a los profanadores a eliminar dos bloques del techo, lo que provocó su derrumbe con el tiempo.
Hasta en los ladrones hay clases.