Publicado hace 1 año por Claustronegro a periodicohortaleza.org

Nada más traspasar el umbral de este viejo inmueble de la calle Mar Amarillo, una se da cuenta que allí se cuecen cosas interesantes. La fachada, con grandes ventanales enmarcados en madera y baldosines de color verde oscuro, conserva el viejo regusto de lo que no hace mucho era una tabacalera. Al entrar, el olor a cigarrillos ha dado paso a un aroma a madera, que es a lo que huele casi todo lo artesano, aquello que se confecciona a fuego lento y a mano. Ana Arroyo y Alejandro Rivilla son los responsables de esta transformación.

Comentarios

OCLuis

No se le debería de haber dado publicidad. A los políticos no les gusta nada en absoluto que la gente tome decisiones que afectan a sus propias vidas sin el permiso o el beneplácito de las autoridades.
O les cierran el chiringuito o los asfixian con papeleo. El caso es que los interesados tengan que pedir permiso a la clase política.

Nova6K0

Esto es lo que debería hacer la SGAE, y no comprar doscientas propiedades inmobiliarias...

Saludos.