Hans Schmidt mató en 1913 a la mujer con la que se había casado en secreto en febrero y acto seguido se fue a celebrar misa sin signos de arrepentimiento alguno. Seis meses después de la boda, Anna le confesará ilusionada que está embarazada y abrirá de nuevo la caja de Pandora de la locura del sacerdote. Consciente que con un hijo le será imposible llevar la doble vida de la que ahora disfruta, esperará a que su mujer se duerma para cortarle el cuello. Según confesó después, la violó una vez muerta, bebió su sangre y la descuartizó