Por primera vez, un equipo de científicos ha encontrado un vínculo entre las bacterias intestinales y la enfermedad de Parkinson. Su estudio en ratones señala al microbioma como una clave para el deterioro motor típico de este trastorno neurodegenerativo. Los autores advierten que los antibióticos o los trasplantes de microbios fecales aún están lejos de ser terapias viables para humanos.
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