Un profesor que ha trabajado en el CERN durante su postdoc —pongamos que se llama Francesco, por qué no— termina su presentación sobre la detección indirecta de materia oscura y, mientras recoge los cables del portátil, le comenta a un colega con naturalidad de misa parroquial: «Por supuesto, todo esto está al servicio del plan divino». No hay risa, no hay ironía, no hay escándalo. Solo asentimientos, incluso algún «amén» murmurando como quien habla de cuerdas vibrantes.
|
etiquetas: física , ciencia , religión , método científico