Uno de los ejes en política más cuestionados por algunos en los últimos tiempos fue esa asociación clásica "izquierda-progreso" y "derecha-conservadurismo". Tras la caída del Muro de Berlín, para algunos parecía avanzar de forma irremediable el mundo, ese cajón de sastre donde tan pronto se mete y se saca lo que al discurso interesa, hacia ese globalismo de máscara liberal, de likes y redes sociales, de Steve Jobs ciclistas y de democracia por suscripción anual: la Common Marketization. Sí, a toda nueva estructura material le arropa una superestructura ideológica, y a esta le correspondía eso de "El fin de la historia", refrito neohegeliano que tan bien sirvió como eslogan -Fukuyama, nunca te lo perdonaremos-. Era aquí, en esta ideología tan bienvenida, donde ciertas posiciones clásicas asociadas a la izquierda y a la derecha se pretendían presentar como desdibujadas: si la izquierda clásica europea, ahora neorrancios dicen los del dedito a media altura, defendía un modelo basado en los lazos con la comunidad vía una solidaridad a través de la participación en la nación política de iguales -que no nación cultural-, es que esa izquierda era reaccionaria y conservadora frente al nuevo cambio y al futuro. Si la derecha aceptaba ese liberalismo patinete borracho de Monster, la nueva quintaesencia de la puta con la drapeau tricolore y el pecho al descubierto, es que había dejado atrás su tradicionalismo para mirar hacia "El Progreso" (y las mayúsculas no son casuales). Y vaya si algunos de uno y otro lado compraron el discurso.
Lo cierto es que acontecimientos recientes, y no tan recientes para el que los quisiera ver, nos han bajado de nuevo del cielo de la ideas al barro de lo material, las hostias suelen colocarnos en el sitio: una pandemia que pone en cuestión esa dispersión productiva y nos muestra el mástil del Estado, seguida de una guerra que nos devuelve a una tensión geopolítica de bloques, parece alejarnos de la teleología de moda; en casita antes de las diez. Y es que la historia se nos presenta con dos disfraces, uno del cartero que siempre llama dos veces (o tres, o cuatro) para follarnos a lo bruto, y otro como la liebre tras la que el galgo, nosotros, corre para atraparla. Y si no miren a ver quién esperaba que el sátrapa de Rabat publicara a los cuatro vientos la ya famosa carta de Sánchez respecto a lo que se ha venido a llamar "la nueva posición de España respecto al problema del Sáhara" (¿traición del Rey de los Pobres a nuestro presi o acuerdo con este para evitar tener carabonita que dar la noticia?... quién sabe, perdonen mi desconfianza en esto, pero Sr. Sánchez, no se entiende de otra forma el silencio hacia la ciudadanía al respecto, si nos explicara las razones nos ahorraríamos líneas y líneas de especulación).
Sea que la historia se repite como el ajo, sea la historia una liebre, lo cierto es que ninguna de las dos posiciones maniqueas posibles ante esto parece poder llevarnos a buen puerto: el inmovilismo pretende negar el cambio, mientras que desde cierto adanismo se pretende hacerlo bueno por naturaleza. Sin embargo alguno ya escribió hace tiempo algo sobre Los peligros de la palabra "ser" (IV): de lo real y lo perfecto (Spinoza)" class="content-link" style="color: rgb(14, 170, 116)" data-toggle="popover" data-popover-type="link" data-popover-url="/tooltip/link/peligros-palabra-ser-iv-real-perfecto-spinoza">Los peligros de la palabra "ser" (IV): de lo real y lo perfecto (Spinoza), y ya nos advertía que estas son más quijotismos que otra cosa. Y a pesar de que la Hume tiene para todos es una cierta advertencia lógica, no estaría mal recordarles a aquellos que siempre llevan por bandera a un “deber ser” desligado del “ser” aquello que Cicerón advirtió a Catón: “Con su mejor intención y su mayor buena fe perjudica algunas veces a la República, pues interviene como si estuviera en la república ideal de Platón y no en la república de fango de Rómulo”*.
Desligar nuestros objetivos o propósitos de las posibilidades y límites que la realidad material nos brinda tiene ese punto sádico que tan bien representa el castigo que a Tántalo le depararon los dioses griegos, que por más que quería llegar a la fruta esta siempre se le escapaba... ¿Puede España mantener hoy la misma posición respecto al Sáhara que desde 1976?
De la OTAN, el Estado de Bienestar y el Ejército Europeo.
En este sentido resulta que a muchos les parece antipático reconocer que el tan querido Estado del Bienestar europeo (pues ya saben que por lo visto ahora solo la UE representa al Espíritu de Europa, sea lo que sea ese Espíritu), tiene una relación directa con la pertenencia a la OTAN de la mayoría del bloque, y en especial de sus mayores potencias militares. Estar bajo el paraguas de la OTAN tiene mayores repercusiones para nuestras vidas de las que a veces se presentan, pues supone externalizar en EEUU buena parte del coste de nuestra defensa. Y aunque a muchos se nos pueda aparecer esto en nuestras ideas de perfección como todo una afrenta -son innegables las evidentes implicaciones que esto tiene en relación a la soberanía de la UE y de España en particular- lo cierto es que en la práctica material disfrutamos como todos de la mieles de esta externalización.
No resulta así difícil encontrar ciertas contradicciones en el discurso, algunas de ellas tan evidentes como que a la vez que en el debate público se introduce la idea de un ejército común para la UE que fuera capaz de proporcionarnos esa soberanía en la toma de decisiones geopolíticas, se dice que el gasto militar debería reducirse . Pero como diría nuestra ministra, permítanme recordarles algunos datos que reflejen nuestra posición en el asunto: el presupuesto militar de EEUU para el año 2022 es de unos 768 mil millones de dólares. China, la segunda gran potencia militar, maneja para este 2022 un presupuesto de unos 250 mil millones de dólares. Frente a esto, el agregado de todos los presupuestos militares de los socios UE son unos 198 mil millones de dólares, casi cuatro veces menos que los EEUU y un 20% menos que el de China. Y esto tras haber ya aumentado este 2022 los socios UE un 5% tales partidas.
Es fácil a partir de aquí intuir la magnitud de los enormes impactos presupuestarios y otros tipos de costes necesarios -pues no todo aquí sería cuestión de financiación, a eso vamos- para abordar la creación de ese ejército europeo que pudiera hablar de tú a tú con EEUU o con China, que es al final lo que permite una real soberanía geoestratégica, que es lo que se pide. Más aún si tenemos en cuenta que estos dos gigantes llevan décadas de mayores inversiones militares que la UE, de políticas hegemónicas de economía expansiva (China vía compra de deuda soberana a terceros) o directamente militar (esas 250 bases fuera de territorio norteamericano repartidas por el globo o esas 7 flotas surcando los mares de punta a punta). Sí, buena parte de nuestro Estado del Bienestar que disfrutamos ha sido y es financiado justo por esas partidas con las que hasta ahora gracias al paraguas de la OTAN, Tío Sam mediante, no hemos destinado como presupuesto militar en nuestros ya de por sí débiles presupuestos. Y claro, cuando papá llama a la mesa, hay que sentarse a comer. Como más arriba escribía, presentar el “deber ser” desligado del “ser” suele llevar a desconectarlo de la Ucrania: de maniqueísmos y relaciones distributivas y atributivas
Comentarios
Graciaspasapollo por la cita que me diste a conocer de Cicerón, me vino como anillo al dedo cuando la leí para el artículo que ya estaba preparando...
Yo me temo que la jugada se explica más por el deseo frances y americano de tener un amigo estable en una zona delicadisima (Francia está saliendo del Sahel, y por tanto necesitan aun más a los marroquies) que al tema del gas, porque el posible gasoducto Nigeria-Marruecos es solo una bonita idea en una zona muy inestable, Y una idea muy cara.
#3 ya... Bueno, habrá que ver cómo se va desarrollando la cosa. Es cierto que afirmar sobre el futuro es arriesgado, pero hasta donde he podido informarme es la única posición que me cuadra para que el gobierno haya iniciado un movimiento tan sensible, sobre todo ahora. Desde luego sería una posición a medio-largo plazo...
Como china o rusia o... alguien mas , decida ayudar a los sarahui, españa se ira a tomar por culo de verdad.
Si lloraban como niños rata por un par de refugiados pobres, hambrientos y con miedo, esperen lo que se viene.
Yo no creo que para tener independencia tengamos que elevar nuestro gasto a niveles de China o EE.UU. Eso para empezar. Rusia tiene independencia y gasta diez veces menos. Igual si que hay que revisar el tabú de las armas nucleares. Que por cierto, Francia ya tiene.
Ni creo que estar bajo el paraguas de EE.UU. sea bueno porque al final nos dedicamos a defender sus intereses geoestratégicos (por ejemplo en Afganistán) y no los nuestros.
La jugada obvia es mandar a la mierda a EE.UU. y aproximarse a Rusia. Somos complementarios en cuanto a economía (exportación de manufacturas a cambio de materias primas) y defensa (a España o Italia o Suecia debería importarnos una mierda lo que Rusia haga o deje de hacer en el Cáucaso, Ucrania o Kazajistán si no fuera porque a EE.UU. no se la sopla tanto). Eliminando ese flanco lo que queda como enemigo es el Norte de África o Turquía, que no creo que estén en condiciones de enfrentarse a un ejército europeo unificado ni de coña.
Y como digo esto saldría por lo que se invierte ahora que es básicamente para protegerse de Rusia contra la que EE.UU. mantiene una tensión militar artificial y para ayudar a estos últimos en sus aventurillas militares por todo el globo. El cambio sería usar lo que se gasta ahora solo para NUESTROS intereses estratégicos y que EE.UU. se las arregle solo con su política imperial en Asia o Oriente Medio. Sin que les enviemos "fuerzas de paz" a hacerles de policía gratuita de los territorios ocupados.
Pero claro, eso no va a pasar...