La pandemia, además de mascarillas, la conciencia de la distancia interpersonal y los reels vergonzantes de famosos en Instagram, hizo objeto de la gran discusión pública un tema fascinante: el reparto de competencias entre el Estado y las comunidades autónomas. Y como cualquier cosa compleja que se hace popular, todo el mundo con un breve vistazo al tema se convirtió en experto. Así, con el cruce de acusaciones competenciales entre Ayuso e Iglesias, las competencias resultaban ser tan sencillas como ir a los artículos 148, 149 y 150 de la Constitución y decir que le correspondían a uno u otro.
Sirva pues este artículo para intentar explicar cómo funciona el tema realmente.
Lo primero de todo es que el modelo territorial español es… raro. No tiene un equivalente unívoco en el derecho comparado. No me voy a meter aquí en si España es o no federal; mi opinión es que el “federalismo” es una escala, no un absoluto. Ni siquiera dos estados tradicionalmente federales como Alemania y EE.UU son comparables, y hay todo un rango entre estos y el centralismo francés, pasando por el regionalismo italiano.
Cuando se le pidió al TC que se pronunciase sobre ello, dijo que ni lo uno ni lo otro: que era un "Estado de las Autonomías" y ea. Y cuando se le preguntó si el "Estado de las Autonomías" era más federal o centralista, se apretó los oídos y dijo "lalalalalala" muy fuerte hasta que ya hemos dejado de preguntarle.
Al lío: las competencias pivotan principalmente sobre tres artículos: el 148 y el 149. Y aquí llega la primera diferenciación:
- El 148 nos dice qué competencias PUEDEN asumir, SI QUIEREN, las Comunidades Autónomas.
- El 149 nos dice qué competencias DEBE asumir, en principio, el Estado.
- Y el 150 nos da tres vías distintas para modificar este reparto a posteriori: leyes marco, leyes de transferencia y leyes de armonización.
Fijémonos en que el 148 tiene un carácter voluntario y el 149 es preceptivo. El 149 tiene, además, en su apartado tercero, la cláusula residual, que viene a decir lo siguiente:
a) Lo que el 149 no diga que es del Estado, se lo pueden quedar las Comunidades Autónomas (aunque no estén en el 148)
b) A su vez, lo que no hayan asumido las Comunidades Autónomas se lo quedará el Estado.
c) El derecho estatal será supletorio del autonómico.
Este juego del 148, 149.1 (y 2), y 149.3 es lo que se llama “sistema de triple lista”.
Hasta aquí bien y sencillo.
Sucede no obstante que no todas las competencias exclusivas del Estado son igualmente completas.
- A veces al Estado le corresponde la competencia exclusiva plena, es decir: no sólo legislar sobre ello las bases, sino legislarlo todo e incluso el desarrollo reglamentario: este es el caso de la Defensa y Fuerzas Armadas (149.1.4), la Administración de Justicia (149.1.5), legislación penal (149.1.6) o la nacionalidad (149.1.2), entre otras.
- Otras veces el Estado tiene una competencia exclusiva limitada, una competencia compartida con las Comunidades Autónomas. Quiere decir que tiene la competencia exlusiva para legislar, por ejemplo, las bases, las normas generales; pero estas pueden ser después desarrolladas legislativamente por las Comunidades Autónomas: las bases del régimen jurídico de las Administraciones públicas (149.1.18), la legislación básica sobre Medio Ambiente (149.1.23), normas básicas sobre el régimen de comunicación social (149.1.27).
De hecho, esta competencia es exclusiva, pero sólo para legislar las bases: implica que el Estado no puede legislar tan en detalle que prive a las Comunidades Autónomas de espacio para desarrollarlo según deseen.
- En otras, el Estado tiene una competencia exclusiva en lo legislativo (no cabe desarrollo vía ley autonómica), pero sí permite la “ejecución” a las Comunidades Autónomas. Este es el caso de la legislación laboral (149.1.7), o el régimen económico de la Seguridad Social (149.1.17).
- Y luego tenemos una rareza, que es la del 149.2, que es la de la cultura: para algunos autores es el único ejemplo de “competencia concurrente”. En este caso, tanto Estado como Comunidades Autónomas ejercen el mismo poder sobre ella, siempre que no se pisen la manguera entre sí.
Espero que sirva para no llevarse a error e interpretar bien la Constitución. Porque el hecho de que una competencia aparezca en el 148 no quiere decir que Murcia en concreto la tenga. O que una competencia aparezca en el 149 tampoco implica que las Comunidades Autónomas no puedan legislar ni desarrollar ni ejecutar el tema. O que el Estado pueda legislar absolutamente todo en ello.
Taloghi'lo.
Todo esto es, por supuesto, mucho más complejo y podría escribir mucho sobre ello. Pero ya he escarmentado de hacer artículos largos y currados con referencias para que venga Fulano_Muchosnúmeros a no leerse nada y comentar alguna parida. Así que cualquier ampliación podemos verla en comentarios.
Vox dijo hace unos días que pretendía expulsar a más de 8 millones de inmigrantes de España, esto a efectos de los inversores internacionales y especuladores es una presión de venta sobre el mercado de la vivienda. Si 8 millones se van entonces el precio de la vivienda cae.
Esto obliga a los nazis y fascistas a rebajar el nivel, ya que a cada vez que se ponen con sus algaradas nazis recordamos que quieren expulsar a millones de personas, con lo que a efectos de mercado es espantar inversores.
Y con esto jugamos constantemente, prensa internacional, enviar correos a inversores, espantar a la gente. Su fascismo es una presión contra el país. Lo cual llevará a muchos viendo las encuestas a vender sus especulaciones ya que viendo a Vox en el gobierno se producirán cosas parecidas a las que ocurre en EEUU con las deportaciones.
Con esta tensión obligamos a los fascistas a bajar decibelios y si bajan decibelios lo que queda es subir salarios para mantener los precios actuales insostenibles, porque con estos precios y salarios y la amenaza de expulsión de los nazis, tenemos un 40% menos de natalidad en los últimos años, es decir menos compradores de vivienda y consumidores en el futuro.
Con esta cuadratura del círculo solo nos queda ganar a la izquierda, subir salarios, calmar fascistas y espantar inversores y especuladores ante la tensión de que mucha gente se vaya amenazada por los de Vox, ante la tensión de que no hay nuevas generaciones que cubran la demanda o subir salarios recortando beneficios. Triangulando esta demanda y apretando en cada sitio tenemos para mejorar la calidad de vida de la gente.
Lo descubrí de adolescente, en algún programa musical en la que ponían videoclips de música diversa. Supongo que merendando en el comedor, pensando en qué hacer esa tarde. Gary Moore había pegado el bombazo con su "Still got the Blues", que destacaba por su balada-blusera del mismo nombre, y la tremenda "Oh, pretty woman", un guiño a sus raíces clásicas de ambas orillas del Atlántico, en la que rescató al mismísimo Albert King, autor de la canción y pilar del blues eléctrico moderno (todo esto lo aprendí años después). A pesar que esas dos canciones justificaban la compra del álbum, el clip que estaban poniendo correspondía a otra canción. Moore tocaba a duo con otro guitarrista negro como el carbón y una expresión histriónica y "auténtica", que le permitía, no solo resistir a los embistes guitarreros de Gary sin achantarse, sino complementarse bien con él. Esa canción era "Too tired" y ese negro era Albert Collins.
Han pasado unas cuantas primaveras desde entonces, y he de decir que de los tres músicos que he mencionado hasta ahora, Collins es el único al que sigo escuchando asiduamente.
La fuerza de Collins recae en su sencillez, su impredecibilidad (con la que se mueve y crea dentro de los cánones del blues), además de su originalidad en el tono de su guitarra que llegó a caracterizarle desde el lanzamiento de su primer single instrumental "Frosty" allá por 1964 (una adolescente Janis Joplin estaba en el estudio de grabación en ese momento, y alucinó con el bueno de Albert). A partir de ese momento, Collins tuvo sus altos y bajos (llegó a tocar con Ike& Tina Turner en "The hunter"), hasta que en 1978 lo fichó Bruce Iglauer para su discográfica independiente de blues "Alligator Records". Albert, por fin estaba donde debía estar.
Puede decirse que su primer disco con Alligator es la piedra filosofal con la que Mr. Iceman (uno de los apodos de Collins), se recreaba a sí mismo. "Ice Pickin'" tiene todos los elementos característicos de Albert, combinados de manera brillante y fresca: una banda acojonante (la plantilla de Alligator), ritmos blueseros y funky, humor, talento, viveza y osadía. Seguramente es el disco por el que empezar para quien no le conozca y desee aproximarse al maestro.
Me está atacando la pereza y el calor, pero no puedo acabar el artículo sin destacar los directos de Albert. Hay mucho material en Youtube que suele valer la pena. At Mount Fuji, at Rockpalast at Montreux, y mil apariciones más (como con George Thorogood en el Live Aid). En directo es cuando las auténticas panteras se mueven más y mejor. Personalmente, me quedo con el recopilatorio póstumo "Live 92/93", buena muestra de que uno puede dejar este mundo con el mazo dando.
Más allá de todas las definiciones del arte y de los artistas, la que más me gusta es la de que te ayuden a vivir, a celebrar y sentir la vida. Creo que Mr. Albert Collins es un buen ejemplo de ello.
menéame