Hace 8 años | Por Eladios a eldiario.es
Publicado hace 8 años por Eladios a eldiario.es

El retiro de la primera línea de Varoufakis y Monedero -con la enorme distancia intelectual que hay entre ambos- pone de manifiesto una evidencia tan vieja en los partidos políticos como su existencia, la falta de libertad para disentir.O en palabras de Alfonso Guerra, el que se mueva no sale en la foto. Ser un verso suelto será muy poético, pero poco práctico y rentable. Da igual que las formacio

kalimochero

No, no, de libertad, el PP y ya tal.

D

No, porque son baratos. Todo cuesta. Explicación breve OFF.

Un partido político viene siendo como un ejército, o al menos tiene que compartir mucho de estrategia militar. Tiene que tener unidad de acción, no es posible que exista gente dentro torpedeando o metiendo palos en las ruedas a la estrategia del partido como un todo. Ya no digamos si el líder y su concubinato tienen intereses bastardos (de tipo personal) y nos dedicamos a moverles la silla.

Lo que suele pasar es que existen unas reglas internas para encauzar la disensión y cómo esto trasciende a la imagen pública del partido (tan falsa e impostada como todas las imágenes públicas de todo). Según los recursos de ese partido, y el talante de los grupitos dirigentes (o Mesías dirigente), esas reglas son más o menos inteligentes.

Si tienes un partido low-cost, todo esto son extras de lujo que no se pueden permitir. No van en el pack. Es más, pasan a ser partidos alienantes porque ni siquiera puedes disentir en tu vida privada, cosa que los partidos de toda la vida al menos te permitían.

Si alguien se pensó que la mecánica de mercado no afecta a toda la actividad cultural humana, incluyendo naturalmente la más básica, la política, pues...

D

Y por cierto, lo pongo aparte, pero comparar a Monedero con Varufakis es de coña vamos. Ni a nivel académico (que es en lo único que objetivamente, más o menos, se podrían comparar), ni a nivel personal, ni muchísimo menos a nivel político. Monedero es otro telepredicador que no sabe ni de qué habla. Es que es lo mismo que comparar a Rita Barberá con Schäuble o a la Portera Psicópata con la Merkel. O, más propiamente, a un tertuliano con Vincenç Navarro.