Los sindicatos minoritarios que convocaron 24 horas de huelga, además de querer apropiarse de un movimiento feminista triunfante por su transversalidad, debieran tomarse en serio un dato: su huelga no fue seguida de manera real ni siquiera en las empresas donde tienen representación sindical. Hay dos errores clásicos de la izquierda: el acomodarse sin dar la batalla o el infantilismo de darla donde está perdida de antemano.