El 24 de abril de 2012 cené tortilla con un joven de Burundi llamado Christoph. Por entonces ambos vivíamos en Roma y compartíamos residencia. Conversamos, entre otras cuestiones que no recuerdo, sobre la bandera y el himno de su país. Algo simple, dirán ustedes. Pero para mí fue una vivencia y experiencia que volvería a repetir mil veces. Las historias personales nos hacen empatizar con el prójimo.
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