Hace 1 año | Por Senaibur a marca.com
Publicado hace 1 año por Senaibur a marca.com

"Nos todos los seguidores del Union fueron disidentes, pero todos los disidentes fueron del Union", reconocen en Köpenick, uno de los barrios trabajadores de Berlín sur, oxigenado por el bosque de Wuhlheide, la guarida del grupo que está dejando boquiabierto a Europa. En sus gradas se juntaban punks, skinheads, estudiantes contraculturales... apoyando a una escuadra que se desmarcaba de todo lo permitido, con el único título de la Copa de Alemania Oriental de 1968, y que, ahora, con un valor de equipo de 83 millones, según Transfermakt...

Comentarios

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Para mi, si hay un equipo que marca la diferencia, es St. Pauli.

Senaibur

El Unión Berlin, reducto de la lucha contra el mercantilismo en el fútbol, lidera la Bundesliga impulsado por una afición singular.


Desde su última gestación, en 1966, cuando un líder sindical, Herbert Warnke, creó un equipo para los trabajadores de la ciudad, el Union Berlin expresó un modo de vida. Mientras el Dynamo, el rival contra el que elevaron sus cánticos, estaba respaldado por la cruenta Stasi y su líder Erick Mielke, los berlineses fabricaron un singular reducto de libertad donde corrían la cerveza y el vodka y el sentimiento de una insólita afición.

"Nosotros no venimos al fútbol. Venimos a ver al Union", decían, mientras aprovechaban los lanzamientos de falta en los partidos para reivindicar la caída de la valla que había dividido a la ciudad desde 1961. "Derribad el muro", se oía como cántico en el Alte Fosterei, La Casa del Bosque, el estadio que se erigió en 1920 y que en la actualidad cuenta con un aforo de 22.000 espectadores, pero sólo 3.500 asientos y un marcador aún de tablillas. La UEFA lo ha aceptado.