Hace 50 años, cuando en la Sierra Tarahumara ni siquiera había carreteras, el sacerdote jesuita Javier Campos recorría sus montañas y profundos cañones en motocicleta para apoyar a las comunidades indígenas pobres y marginadas de esta región del noroeste de México. Su compañero, el religioso Joaquín Mora, trabajó muchos años a su lado, y a lo largo de más de dos décadas en la sierra vio cómo esta zona, cercana a la frontera con Estados Unidos, fue llenándose de miembros del crimen organizado que plantaban amapola o marihuana.
Comentarios
Lástima de pais y de gentes.
#1 Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos
Cuando dice para apoyar a las comunidades indígenas pobres y marginadas ¿quiere en realidad decir para lavarles el cerebro y convertirles a su religión?