Es octubre, pero en su escritorio en la redacción de La Prensa Gráfica el calendario está fijado en abril, cuando murió. En una esquina de la mesa, la periodista salvadoreña sonríe en un dibujo que le hicieron sus colegas, con una leyenda que dice: "Hasta siempre". Unos tulipanes de plástico adornan la mesa. Quizá estén ahí desde abril. Ya no hay computadora. La silla en la que se sentaba dice "Karla" en el respaldo. La extrañan.