Lo más extraordinario de estas expulsiones es el silencio posterior de la afiliación. Casi nadie se queja. Casi nadie pide explicaciones. Las muestras de solidaridad se limitan al pésame de unos pocos en el mismo día de su ocurrencia, o al día siguiente. Esta es la complicidad del miedo – a ser igualmente expulsado -, la duda que se cierne sobre el débil y la razón que se le supone al fuerte: “por algo habrá sido”. Pues no; no ha concurrido ninguna circunstancia digna de tal expulsión, ni mucho menos. Jamás podrán acreditar ninguna razón.
Comentarios
Síndrome del Riverita Spameador --> @biñoka
#2 CM a media jornada (12 horas)
#3 ¿Y cuánto te pagan por eso? A ver si te dan las vacaciones.
#4 Que va!!!! es por hobby, vais a tener Biñoka para rato este verano
#5 Ah, en ese caso lo siento por ti
#6 Don´t cry for my, lobazo
Buenos dias falanjitos
El silencio de la militancia...mejor calladitos que enseguida se van a empezar a repartir las sillas, y al que proteste no le toca ninguna.