Francisco Granados y David Marjaliza sabían que tenían los teléfonos pinchados y que les vigilaban. Marjaliza, uno de los supuestos cerebros de la trama, recibió un soplo en septiembre de 2014 que le alertaba: la Guardia Civil estaba siguiendo muy de cerca sus pasos y los de su socio, Francisco Granados, exdirigente del Partido Popular.
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Para robar no le entraban nervios.