El consenso general, fruto de más de dos siglos de experiencia en crisis financieras, cambiarias, y fiscales, es que dar a los políticos el control sobre la política monetaria suele ser una idea espantosa, básicamente porque suelen ser incapaces de evitar caer en la tentación de imprimir moneda para salir de atolladeros. Aunque los banqueros centrales excesivamente independientes pueden también crear problemas (cof , cof), en general es mejor que estos sean tecnócratas independientes con objetivos claros y marcados.