Vivimos bajo el bombardeo constante de un axioma económico repetido hasta la saciedad por patronales, medios de comunicación y responsables políticos: el problema de la vivienda es, única y exclusivamente, una cuestión de falta de oferta física. Según esta tesis, hay mucha gente y pocas casas, y la única solución posible es construir más. Pero ¿y si no hubiese tal escasez de ladrillos sino más bien una escasez artificial provocada por la asignación ineficiente del stock y el arbitraje regulatorio?
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Creo...