Cuando en el sur de África eran aproximadamente las cuatro de la tarde, y en el sur de la Florida las diez de la mañana de este viernes, Roberto Mosquera — King Power, para los pandilleros— levantó el teléfono en su celda de la prisión de máxima seguridad de Matsapha, en Esuatini, y habló con su mejor amigo en Miami. Hace dos días entró en huelga de hambre y está dispuesto a alargarla hasta las últimas consecuencias. Fue deportado a ese país el pasado mes de julio, algo que solo supo cuando el avión aterrizó a más de 12.000 kilómetros de casa.
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Suena mucho a caso "prisión tipo la de Pablo Escobar"
El tema sería enterarse de si nuestro país no podría hacer ese tipo de erasmus penitenciario, seguro que encontraríamos a quien mandar.