No soltaba la sábana, era su escudo de Heracles, en el que Fobos espantaría a los malvados, y Palioxis los pondría, despavoridos, a la fuga, estirando la raída prenda hasta cubrirse por completo, cual mortaja. El orfanato no estaba mal. La comida no abundaba, pero los Padres no eran malos del todo. Sí, severos, y, sí, alguno con la mano larga, pero sus compañeros, algunos huérfanos como él, otros abandonados, compartían destino y eso los convertía casi en hermanos: la Hermandad de los Desamparados. Y eso …