
Cualquiera que se haya interesado un poco sobre la cosmología moderna habrá escuchado en algún momento la expresión “fondo cósmico de microondas”, CMB por sus siglas en inglés. Pequeñas diferencias de “temperatura” de una parte entre cien mil. La huella del Big Bang, suelen decir.
Si uno indaga algo más se entera de que no sólo hay ese fondo de microondas, si no que hay otro fondo de infrarrojos (CIB) y otro fondo óptico (COB). Bien, partamos de ahí.
Cuando se habla de fondo se entiende que es “a la mayor distancia”. Antes de ese fondo ubicamos por lo tanto cuerpos con el mayor corrimiento al rojo medido. Si hay una parte óptica en ese fondo es que por tenue que sea algo de luz llega en la parte visible del espectro, pero es que si desde ahí pensamos un corrimiento al rojo aún mayor… nos salimos del espectro de la luz visible y nos metemos en los infrarrojos que no vemos. Los que utiliza el mando para encender la tele, sí, ese tipo de luz invisible para nosotros. Pero “luz” al fin y al cabo, o con más propiedad radiación electromagnética. Luz fósil si se me permite la licencia en este contexto.
Pero ¿que sucede si pensamos en cuerpos todavía con más corrimiento al rojo desde el ya infrarrojo? Pues bien, nos metemos ya en las microondas. Las que nos calientan el café, sí.
Ese orden de magnitud, esas longitudes de onda. Pareciera entonces que ese “fondo” no es fondo en realidad si no luz tan corrida al rojo que ni siquiera percibimos como luz. Si no es oro todo lo que reluce, tal vez tampoco sea oscuridad todo lo que no brilla.
Pero ojo, no confundamos las microondas con temperatura, nos calientan el café porque por su frecuencia excita las moléculas de agua y es esa excitación la que percibimos como temperatura, que es muy distinto. Luego, al tamaño del universo observable de 46.000 millones de años cabría añadirle el extra de esa luz desvirtuada que nos llega, dejando al margen las posibles dinámicas del espacio y asumiendo la constancia de la velocidad de la luz.
Aparentemente, al mirar el cielo, lo vemos más o menos salpicado de estrellas y con grandes vacíos, y sabemos que si en esos “vacíos” enfocamos con un telescopio veremos objetos que al ojo desnudo le pasan desapercibidos. De igual modo los telescopios trabajan en distintas secciones del espectro electromagnético, también más allá de la luz visible. Al final tampoco sorprende tanto que la luz vieja no brille, siempre a tenor de su corrimiento al rojo que venimos interpretando como alejamiento, por lo menos en el momento que esa luz fue emitida.
Pero “luz” o no “luz” al final es un cuestión de percepción, lo empírico es la radiación electromagnética con determinada frecuencia. Hay una especie de camarón muy colorido en los arrecifes de coral de Australia, que además de ser famosa por su pegada (tiene un resorte que utiliza para abrir moluscos que puede crear incluso cavitación) hace gala de una visión poco común.
Al parecer es cuestión de fotorreceptores, además mueven los ojos de forma independiente. La mayoría de animales tienen dos o cuatro. Nosotros si no me equivoco tenemos tres, en una discreta media. Estos bichos tienen 12 y por lo que he podido leer su rango de visión se amplia tanto por el extremo infrarrojo como por el ultravioleta. Ven el haz de luz cuando cambias de canal la tele, quién sabe en qué color, pero si quieres tener alguno en un acuario mejor que sea de cristales gruesos, al parecer tienen bastante mal café, que no sea por ver mejor que el resto.
Lo menciono aquí porque si uno de esos camarones viera el fondo cósmico vería una apariencia muy distinta a la que nos brinda nuestra sesgada percepción. Vería el infrarrojo como luz y galaxias allí donde nosotros sólo acertamos a interpretar oscuridad. Esperemos que para darnos cuenta de ello no haya que esperar a que los camarones miren el cielo.
He aquí al camarón mantis con su traje de folclórica por cortesía de Jenny, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
Dicen que es de mala educación preguntarle a una señora su edad pero eso viene de mucho antes de que Broncano empezara a preguntarle a la gente en público cuánta pasta tiene en el banco y cuánto folla.
Al final, mirando a las estrellas, pocas cosas hay más razonables que preguntarse cuánto hace que eso está ahí. Veamos, por un lado me dicen que con el lío que tienen montado con la constante de Hubble que saben que no es constante les salen unos 13.000 (millones de años).
Vale, muy bien. Luego busco “universo observable” y dicen que tiene un radio de más de 46.000. Millones de años. Vamos a ver.
Para hacer casar esos dos datos sí o sí vas a una expansión, a pesar de la cual la velocidad de la luz debería mantenerse constante y sólo se vería alterada en su corrimiento al rojo. Ése es el pilar central, la constancia de la velocidad de la luz, luego, expansión.
Pero si el dato que aporta la inferencia de Hubble no fuera correcto… Observacionalmente, entiendo que por corrimiento al rojo, tenemos los 46k, y eso en el radio observable.
Podemos pensarlo un momento de la manera que Einstein lo quería en primera instancia, estable, estacionario. Sin dilataciones del espacio y con velocidad de la luz constante nos ponemos en 46.000 millones de años por lo menos.
Y aún siendo estacionario con el paso del tiempo deberían empezar a iluminarse galaxias más y más lejanas cuya luz va completando el largo viaje.
Si hacemos la lectura inversa de la ley de Hubble y donde en esos diagramas pone distancia leemos tiempo, y lo interpretamos como una posible desaceleración, manteniendo la velocidad de la luz constante la observación aparente sería la misma que en un modelo estacionario.
Y si especulamos con un escenario de contracción exactamente lo mismo, salvo que aunque se acercaran a mayor velocidad que la luz, cosa en principio extraña.
Seguiríamos en los mínimo 46.000 millones de años con el desfase de la posible expansión o contracción. Viajados a la velocidad de la luz, si se quiere sacar la distancia.
La diferencia en los dos casos anteriores y el quid de la cuestión está en ese corrimiento al rojo y en que el desplazamiento del cuerpo que emite la luz no afecta a su velocidad sino a su frecuencia (que al final es velocidad en otros ejes). La evolución de ese corrimiento al rojo, de ser posible medirse, es lo que debería decantar nuestras suposiciones.
Hasta aquí “casi” normal, pero si no he de escandalizar a alguien no me pongo a teclear.
Por lo que apreciamos el universo no tiene límites por ninguna parte, una posibilidad es que sean más distantes que las luz más vieja que recibimos. Concebirlo como infinito es un contrasentido.
Como tampoco tenemos mucha idea de que aspecto pudiera tener tal cosa, pues más difícil de decir se hace.
Pero existe una posibilidad incluso más retorcida. Abróchense los cinturones que vienen curvas, y nunca mejor dicho. Porque si la llamada “topología” del universo al final terminara configurando una serie de líneas cerradas, como lo son las del campo magnético, y (por decirlo más claro) la luz, una vez recorrido todo el universo volviera al punto de partida…
Un telescopio lo bastante potente podría ver el pasado. Sí, ya, siempre lo hacen, pero no me refiero al pasado en cualquier otro lugar, sino al propio pasado de nuestra galaxia, con un desfase de la circunferencia del universo o de la geodésica trazada por la luz en su camino.
¿Le podemos dar otra vuelta más? Yo creo que sí, el papel lo aguanta todo. Y qué tal si no sólo pudiéramos ver la Vía Láctea en el pasado una vez, sino que el universo fuera bastante más pequeño de lo aparente y estuviéramos viendo todo el cosmos hace 5000 millones de años, al doble de distancia hace 10000, 15000, etc. A razón de su circunferencia.
Sí, ya sé, y ya estoy en búsqueda activa de otros proveedores, ¿pero no sería fascinante poder contemplar nuestro propio pasado? Sería lo más parecido a viajar en el tiempo, recibir ahora la luz emitida entonces. Parece imposible pero al final es una mera cuestión topológica. Y el universo al final no sería tan grande, más bien estaríamos mirando una suerte de caleidoscopio.
¿Alguien ha visto a la Vía Láctea en el cielo cuando era joven? ¿Sabemos qué aspecto tendría? Piénselo, en tal vez unos miles de millones años podríamos saber quién mató a Kennedy aunque ya no hubiera a nadie que le importara.
En la tierra eso no sucede, claro, la vista se pierde en el horizonte y la luz escapa de la gravedad sin problemas, pero sería lo equivalente a mirar hacia delante y terminar observando uno su propia espalda. Rascarse la espalda y ver como a la fracción de segundo el tipo de delante, que es uno, se rasca (la luz daría 7 vueltas y media a la circunferencia de la tierra en un segundo). Sería como esas cámaras que ponían en los escaparates de las tiendas de electrónica de consumo con una pantalla ofreciendo su imagen siempre con algo de retardo, delay.
Bien, ese delay sería entonces proporcional al tamaño del universo, en función del lugar de la ¿esfera? donde se encuentre uno. Sobre su edad, cuando miráramos a ese infinito bucle de oscuridad, tal vez sería difícil decir si ya hemos visto la primera luz o no nos ha llegado todavía.
Porque hay una correlación indisoluble entre tiempo y distancia, fundamentalmente por el hecho de ser lo mismo, pero eso ya se habló aquí: www.meneame.net/story/no-hay-tiempo-perder
O tal vez sería de esas cosas que se reconocen en cuanto se ven, quién sabe. Tal vez en realidad la topología no permita esa extraña autocontemplación o la distancia la haga inviable o absurda, tan distante que fuera realmente como mirar a otra cosa diferente.
Pero quién no se ha dejado fascinar alguna vez por los fractales de un caleidoscopio, ese laberinto de espejos. En este último supuesto no hallaríamos nunca final alguno, claro, como no lo tiene desde cierto punto de vista la faz de la tierra, sucede que no es una longitud como su diámetro, radio o circunferencia, es una superficie. Y en alguna parte leí que “como es arriba, es abajo”.
¿Pero no querían ustedes viajar al pasado? Pues no, no va a poder ser. Para nosotros, claro. Pero la luz es la hostia, bajo determinadas condiciones podría por lo menos permitirnos ser espectadores a la vez que intérpretes, ¿no es maravilloso? Lo de “todas las paradojas serán reconciliadas” creo que estaba en el mismo libro. Saluden a la cámara, tal vez se podría observar este momento y lugar desde quién sabe qué distante futuro. Si lo hubiera hecho yo sería por lo menos, por lo menos, así de cabrón. Y ya si no te vuela la cabeza esto… Reclamaciones, al maestro armero.
Algunas veces, para desvelar la esencia misma de las cosas, puede ser útil exagerarlas hasta su último extremo, por surrealistas que parezca.
En el caso de la geopolítica lo que tenemos es a unos cuantos señores más bien maduritos jugando al Risk en la pugna eterna de un balance de fuerzas que fluctúa, y tiene visos de permanecer así por siempre. Muy bien.
Pero yo les propondría un pequeño juego de (geo)política ficción. ¿Qué tal si les damos lo que quieren? No a todos a la vez, claro, eso sí que sería imposible hasta en la imaginación, pero cojamos a uno de ellos y colmemos sus más húmedos sueños.
Ya ha ganado usted la partida, tiene usted el control de todos los recursos del planeta, el control de todos los mares, fríos y calientes, de cada puerto y cada enclave, de toda la red mundial de instalaciones militares, el control de cada ruta comercial, todo.
Y no, no le vamos a remitir a la obviedad de que se queda sin trabajo, al menos tal como se ejerce en la actualidad, aunque las preocupaciones de seguridad jamás cesen.
Lo que va aparejado a tal fulminante victoria es la responsabilidad sobre casi 8000 millones de almas. Si es que la mitad no se han quedado por el camino de tal exitosa empresa.
Entonces, en “el mejor de los casos” ¿cuál es la acción política? Me refiero a que los problema de escasez de recursos y medioambientales van a ser exactamente los mismos.
Para hundir al pensamiento geopolítico que aspira a la postre al control mundial absoluto no hay más que concederle cada uno de sus deseos, tal vez como a cualquier ser humano.
La razón geopolítica en realidad es otra muy distinta a la de la responsabilidad que debería ir aparejada a sus ambiciones, lo que se busca es como detraer estos recursos de aquí o de allá en mejores condiciones, o como colocar esto o lo otro en términos más favorables.
También cómo deshacerse de los obstáculos para tales fines, y puede llegar a ser todo un entramado sofisticadísimo, pero en el fondo es muy sencillo: quitar de allí para poner aquí. Lo que viene siendo robar. No hacen otra puñetera cosa.
Por eso, si realmente tuvieran el tan anhelado control mundial y realmente todos los territorios estuvieran bajo el control efectivo de un solo país. ¿Entiendo que tendrían ustedes ciudadanos de primera y de segunda, en mayor medida si cabe de lo que se ve ahora?
Seguramente los beneficiados serían los ciudadanos del país que ha conquistado al resto, o para ser más exactos, sobre todo sus élites. No habría tanta diferencia respecto a la situación actual en realidad. Los países perjudicados en la administración se levantarían en protestas que serían violentamente acalladas en las calles y puntualmente silenciadas en los medios de comunicación.
Seguirían ustedes robando, que a la postre es su vocación, en el mejor interés de los suyos y a costa de los “otros”, según el caso: negros, amarillos, latinos, eslavos o yankis. Pero la responsabilidad del conjunto, no, eso no.
Porque la triste realidad es que población hay la que hay y recursos hay los que hay. Seguramente convirtieran ustedes a los países conquistados en campos de trabajo, de concentración, con suerte en algún tipo de símil subdesarrollado. De otro modo no hay beneficio alguno. De hecho si su país goza ahora de una situación por encima de la media, haciéndose con el control del mundo sufriría una pérdida neta en su situación.
¿No me digan que no se lo habían planteado antes de intentar controlar el mundo? Hay que ver cómo son los instintos.
Pero en realidad esto sólo es un pequeño ejercicio que roza el surrealismo, difícilmente veamos tal escenario, lo que seguiremos viendo es la triste lucha por arrimar cada cual el ascua un poco más a su sardina y seguir escamoteando tristemente de aquí y de allá, deponiendo ahora tal régimen e instalando ahora tal otro.
En el fondo su juego tan racional, en sus objetivos últimos, carece por completo de sentido. Para bien o para mal están todos muy lejos de morir de éxito pero no deja de ser curioso que ese fin último de la geopolítica, además de implicar su propio final, aboque a un absurdo.
¡Los intereses nacionales! Claro, claro. ¿Y cuando el mundo sea suyo, dónde estarán exactamente esos “intereses nacionales”? ¿En su país de origen? ¿En el conjunto de la humanidad?
Porque en el Risk cuando uno se ha hecho con el control de todo el mapa el juego termina.
En la realidad, no ha hecho más que empezar. En realidad seguirían haciendo lo que han hecho siempre salvo que con menos cortapisas: quitar de allí para poner aquí, o viceversa, en función de la bandera. Y el resto del mundo sería sólo “tierra conquistada”. A la que someter y explotar.
Y es que si no fuera así, el esfuerzo realmente no valdría la pena. Entenderán entonces por qué no están ustedes en condiciones de gobernar el mundo. Y por qué la razón geopolítica es en última instancia del todo irracional.
Relacionada: www.meneame.net/story/macron-estamos-viviendo-fin-abundancia
Vale la pena comentarlo porque en un principio se ha vendido siempre como lo contrario: internet y sus plataformas como un lugar de libre intercambio de ideas donde todo el mundo se puede expresar y aprender del resto.
Quizás en algún momento pudo ser algo parecido, pero hace mucho que no es así, y de hecho juega el papel exactamente opuesto. Son medios de incomunicación, literalmente. Te levantas y lo primero que haces es poner la tele, la radio o mirar el móvil. Enciendes la lobotomía para sumergirte en una realidad que no existe y diseñada para dirigirte a donde quieran que vayas. Se podría decir que nos manipulan, pero parece más apropiado afirmar que nos pastorean.
Al final youtube es la nueva televisión, muchos canales, con la falsa impresión de poder elegir cuando en realidad sólo escoges entre la limitadísima oferta que plantean. Y ni siquiera tienen que diseñar un contenido específico, simplemente escoger lo que les interesa de entre la amplísima oferta real. Lo que no interesa no es que se censure, es que se hace que no exista. Lo cual acentúa aún más la diferencia medios (de producción, al final, el análisis ya lo hizo Marx) en una efecto que se retroalimenta.
El papel de plataforma neutral citado en el primer párrafo es tan incompatible con el diseño de las redes sociales como con su modelo económico, no es nada que pueda sorprender mucho a estas alturas.
Luego, el hecho es que nos pasamos el día enchufados al NO-DO, aquel “noticiero universal” franquista, o a su equivalente de este siglo. Cosa que, hablando de una red, resuena de forma bastante divertida. Al final da igual que esté bajo un control público o privado, lo determinante son los objetivos y los medios empleados. El fin y los medios. La realidad es lo que queda cuando apagas la televisión y dejas de mirar lo que a la postre no es más que una pared. Un espejo negro. Un espejo de feria que devuelve una caricatura de la realidad en manos del mejor postor.
Natural que, siendo así las cosas, la mitad de la población llegue incluso a votar contra sus intereses de clase. La cuestión es que no se puede ganar en juego amañado. Y lo más triste es que para la mayoría de los de abajo el único objetivo es estar arriba, nunca subvertir las reglas del juego. Es ese tipo de corrupción, más difícil de eludir que un perfume. Esa gran mierda perfumada. Tal vez la manera de, ya no ganar, sino de no perder, es no tomar parte en el juego. No tiene sentido tomar parte en una "conversación" en la que no puedes hablar. El hecho es que nunca fue una conversación.
No sólo vivimos sumergidos en un universo de entretenimiento que nos lobotomiza, pagamos por ello. Somos completamente adictos. Es el soma de Huxley en formato audiovisual. No sólo nos acabaron implantando el famoso microchip de los conspiranoicos, nosotros mismos pagamos la cuota de conexión religiosamente. Pagamos la cuerda con la que nos cuelgan.
Bien incomunicados entre jornada y jornada laboral, no hay mucho más objetivo. Y sostener un relato que hace aguas por tantos lados, en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia y sigue existiendo, por supuesto, un monopolio del conocimiento: historia, economía, incluso la física. Hasta los números, bajo tortura, “confiesan” la “verdad” precisa.
Así que no es sólo que las redes sociales promuevan el pensamiento único, es que ese pensamiento único es una mentira consciente y con la voluntad clara de mantener a la gente incomunicada en su ignorancia, por más que aquellos que forman parte de los engranajes que articulan el aparato de desinformación no tengan siquiera la menor idea de ello. Y al que bien le paga, pues menos interés tiene en encontrar las respuestas a problemas que ni siquiera son directamente suyos, por supuesto. Y supongo que no hay mucho más que decir, bienvenidos al NODO, ésa es la Matrix. Al menos que sepas por donde caminas.
Oculto a simple vista. Es una idea que encuentro repetida en diversos lugares últimamente, en principio distantes. Irguiéndose casi como un principio. En diversos lugares incluso dentro de la propia física: ese medio omnipresente para el desplazamiento de la onda electromagnética.
Esa excitación del medio que es el electromagnetismo en sí, la luz. Y el movimiento, como fenómeno aún más fundamental y transversal a todas las fuerzas que observamos de forma inconexa, todavía.
Einstein se marchó sin cerrar la teoría del todo. No volvió a publicar nada después del proyecto Manhattan. Sus razones tendría, sin duda. Un par de buenas razones, por lo menos.
Pero tampoco el inmovilismo parece la solución.
Al final el cambio es la única constante, todo se mueve. Eso es a la postre lo que en física se definiría como energía. Claro que, cuando uno lo mira más de cerca empiezan a aparecer algunos problemas, porque ¿qué es exactamente lo que se mueve? ¿qué es aquello que excita el medio?
DeBroglie propuso su teoría de la onda piloto como explicación a las observaciones cuánticas. Hay incluso representaciones macroscópicas en dos dimensiones: una gota de aceite caminando sobre una superficie que con su desplazamiento traza una onda. Algo parecido a lo que se observa en una cafetera de goteo, como se explicaba en el artículo “la cafetera cuántica”.
Y aunque presenta sus propios problemas, como todas las interpretaciones de la cuántica, es sin duda la que en mi opinión tiene visos de ser más acertada. Pero algo no del todo natural hay en ello porque, si que es cierto que bajo ciertas condiciones (temperatura en el caso de la cafetera, vibración, frecuencia, en el caso del aceite, que vienen a ser lo mismo) se puede aislar una parte del medio hasta constituir un elemento separado, pero no parece que el fenómeno pudiera presentar la persistencia esperada dada la naturaleza de lo que observamos.
Y es realmente difícil dar con lo que realmente se mueve, se me ocurrió, que tal vez porque no sea nada. Una ausencia. Un vacío. Irreductible, se diría. Es la onda piloto, sólo que el piloto aquí es negro.
Luego, cada una de las partículas del universo, o lo que llamamos partículas, son los diferentes fenómenos emergentes de ese vacío desplazándose por un medio en busca de una situación de menor energía potencial, lo cual estaría directamente relacionado con la idea de entropía.
Se postuló que podría ser una cuerda, una brana, la locura de las N dimensiones… Quizás los delfines con sus burbujas en forma de anillo nos lo estuvieran señalando desde siempre. Y gracias por el pescado, quién sabe.
Aunque a mí me gusta pensarlo más como burbujas esféricas, en un principio. Un poco como una coca-cola. Esa chispa de la vida. Y las burbujas de vacío buscan el modo de unirse mientras el medio realmente se opone. Pero al final es la gravedad lo que rige el cosmos. De ahí las estrellas, que fusionan elementos, hasta el punto de inflexión del hierro. Ahí el proceso se revierte, su fusión ya no genera energía, la demanda. La absorbe.
Es ese cambio abrupto, ese umbral el que genera las supernovas y con ellas el resto de elementos aún más pesados, pero no es el fin del ciclo, ni mucho menos. El proceso continúa literalmente en la sombra, como estrella de neutrones. Y, si la masa es suficiente, como agujero negro. Vacío. Energía, masa negativa, puede ser una forma de llamarlo. Un lugar en el espacio donde no hay espacio, una burbuja.
Ya hace años que Nassim Haramein hablaba del protón de Schwarzchild (que nombre más apropiado) planteando la posibilidad de esos diminutos “agujeros negros” en el núcleo atómico. Se podría decir que hablamos de la singularidad, pero es que de singularidad no tiene nada. Más bien sería el origen de absolutamente todo lo que conocemos. Y ha estado siempre ahí, ni siquiera ante nuestro ojos, más aún: en nuestros propios ojos.
El poder (político, se suele omitir) reside en la punta de un fusil. O en la bocacha, o en plural, la afirmación de Mao (Zendong, Tse Tung) ha sido repetida en formas similares igual que la transliteración de su propio nombre y recogida por otras diversas voces.
Otro lugar común es el de la “correlación de fuerzas”, que en mi opinión es el intercambio desde el que el poder finalmente se origina.
Pero yo me vengo a referir a la valoración del Coronel Pedro Baños en relación a esa correlación de fuerzas.
En alguna de las numerosas intervenciones públicas recuerdo que fue preguntado sobre el escenario actual, que sin duda conoce mucho mejor que otros tantos, sobre si las multinacionales estaban en condiciones de ejercer su poder por encima del estado o, por el contrario, son los estados los que tienen bajo su control a tales entes privados. Transnacionales, corporaciones…
Su respuesta, razonada, es que en el momento actual, por su infraestructura, el poder aún está al final en manos de los estados, resumidamente. Pero sobre su afirmación caben a mi entender diversas apreciaciones:
En primer lugar cabría discernir qué estados. Porque presentan muy diversas capacidades, desde los estados fallidos a la potencia hegemónica del momento. No todos están en las mismas condiciones.
Y en segundo lugar, y más importante aún, cabe preguntarse quién controla finalmente a los estados. Desde luego es difícil pensar estando mínimamente informado que la voluntad popular resulta, ya no decisiva, sino realmente relevante ante determinadas decisiones.
Otra lectura invita a analizar los mecanismos y entresijos de lo que se ha venido a llamar el “estado profundo”, desde la expresión anglosajona “deep state”. Que a su vez provendría se ejército de funcionarios de muy diversos rangos que permanece inamovible elección tras elección más allá del resultado.
Y por último es imposible despreciar el papel de los estados en defensa de “sus” grandes empresas. Las comillas vienen a señalar el hecho de que los grandes conglomerados empresariales están finalmente en manos de accionistas que difícilmente representan intereses nacionales por delante de intereses de clase, aunque eso puede también ser bastante heterogéneo a lo largo de las distintas latitudes.
No se puede olvidar por ejemplo todo el papel jugado en la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica por parte de grandes empresas estadounidenses, y todavía.
Nada de lo hasta aquí dicho contradice la afirmación del coronel aquí expuesta, aunque ya en los años 20 los estudios de Hollywood contaran con fuerzas de seguridad privadas y hoy en día, un siglo después, las grandes potencias se valen de lo que técnicamente son empresas privadas de mercenarios en determinadas circunstancias antes que de tropas regulares, aunque por otros motivos.
Tampoco se puede ignorar el papel de los diversos lobbies y think tanks, grupos de presión, y del poder mediático en general, actores políticos de primer orden con los que el capital ejerce, como decía el personaje de Daniel Day Lewis en Gangs of New York, “el voto de la minoría”.
Pero sí, aceptemos que el poder se ejerce por parte de los estados como asevera Baños. Aceptemos la reflexión de Mao sobre el origen de dicho poder, con el tipo de violencia que ello implica. A la fuerza ahorcan, al fin y al cabo.
Pero la gran pregunta, que al final encierra el potencial para revertir el signo de la respuesta es:
¿Y quién controla los estados?
¿Seguro que desde occidente no estamos cayendo en un falso dilema al plantear esa disyuntiva entre estados y multinacionales?
El error no está en la respuesta, está en la pregunta. Y no es baladí porque en cierto modo la respuesta que le demos va a configurar nuestro perfil político en gran medida: aquellos que sientan que la opresión proviene del estado se alinearán con posiciones más liberales y los que perciban que esa opresión proviene de multinacionales o del poder económico seguramente se acerquen a posiciones más socialistas.
Lo cierto es que es el poder económico el que actúa en gran medida a través de los medios y multinacionales y éstas a través de los estados.
Se podría concluir que en tiempos de “paz” el poder es económico, lo cual socava en parte la afirmación de Mao. Pero lejos de vaciarla de contenido en realidad la confirma: las revoluciones van de subvertir el orden establecido, político y económico. Y la violencia, en una forma u otra, ejercida o tácita, tiene un papel ahí como bien señala en sus palabras.
lPero es que aún podemos rizar el rizo, Napoleón tenía muy claras las tres cosas que hacían falta para ganar una guerra: dinero, dinero y dinero. Cabría preguntarse entonces qué es exactamente el dinero, pero ya sería objeto de una reflexión aparte.
Vaya por delante que me gusta bastante Argentina, medio italianos hablando español en sudamérica, un poco locura.
Y ya que son tan proclives al psicoanálisis creo que, más aún después del resultado de las últimas elecciones, vale la pena sentarlos en el diván para encontrar ese trauma infantil que está en el origen del problema que es es la hiperinflación presente.
Y ese trauma es, con cariño y como ellos mismos dirían, que quieren cagar más alto que el culo. Miran a su alrededor y no se ven demasiado identificados, se suele bromear con que los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos. Se ven más... "occidentales". Europeos, Estadounidenses, más ese tipo de sociedad en algunos aspectos, además de en el más obvio color local. El subconsciente se nutre de nociones tan básicas como esa.
¿Por qué menciono esto? Pues porque aunque hay un sentimiento nacional bastante fuerte en Argentina (relevente el tema de Malvinas), hay también una consciencia bastante clara de lo que diferencia algunos tipos de países, en la cultura en general, en la gente de a pie. Vamos, que de alguna manera quieren ser Yankis. Europeos... más occidentales... más "primer mundo" y menos BRICS, algo así. Aunque los tiempos han cambiado mucho desde que se acuñaron esos conceptos y ya cabe dudar de que la capital del mundo siga siendo New York.
Y sí que son una de las culturas más modernas del cono sur aunque el grado de desarrollo económico e industrialización sea menor al de otros países.
Bajo mi punto de vista eso explica en parte, además de los factores económicos objetivos, la tendencia al ahorro en dólares que es en realidad la madre del cordero. Unido a una cierta cultura política, algo un poco a la italiana tal vez, pero el peronismo es un invento universal argentino. Irreproducible, seguramente, para bien o para mal.
El tema es que aspiran a ser algo que ni son ni van a ser, el caso de Argentina con el dólar, por contraste con todas la expectativas mencionadas y cuestiones de autopercepción, recuerda demasiado a situaciones como la de Venezuela. En cambio, están llamados a liderar junto a Brasil y México la zona económica al sur de los EEUU. Y al carajo el dólar.
Pero para eso hay que saber muy bien lo que se hace y se tienen que alinear unos cuantos intereses y capacidades. No es difícil intuir para el futuro en la línea de Mercosur la creación de una Banco Central casi panamericano cuya área de influencia llegue hasta las puertas del imperio. Es el mecanismo de defensa más obvio desde tiempos inmemoriales, el número.
El peligro es que termine en las manos de los intereses de siempre. Y que se la crean los ciudadanos, porque si no estaremos en las mismas. Pero el primer paso es dejar de depender del dólar para comerciar entre ellos.
Habrá que estar atentos a las economías emergentes de los BRICS basadas en recursos y productividad, más vinculadas a la economía real, que se perciben como futuro relevo del financiarizado dólar.
Más vale ser cabeza de ratón que cola de león, dicen por aquí.
Por lo menos en algo estoy de acuerdo con Elon Musk, en su declarada defensa a ultranza de la libertad de expresión. Supongo que se hace raro recordarlo el mismo día que han baneado en Twitter a una cómica por "suplantación de identidad", del propio Musk, precisamente.
Sin haberme parado a revisar los detalles, me parece imposible abstraerse de la idea de que la censura es exclusivamente lo que practica el bando opuesto. Y hablando de bandos, el que fuera "el chico de los coches eléctricos", tal como se refirió a él en el propio Twitter recientemente un conocido presentador de late night, se ha posicionado claramente en favor de los republicanos.
La tesis del "power balance" (olvidemos por favor aquella infame pulserita) parece bastante razonable: gobiernan los demócratas, conviene un congreso republicano. Tal vez resultaría más creíble de alguien que no fuera a votar republicano dentro de dos años, aunque quién sabe.
En cualquier caso nunca es una decisión fácil, si es que realmente es una decisión, en el sentido de que nos presentan una suerte de "desvío" en el que ambos caminos van a transcurrir por ineludibles puntos comunes.
Desde mi punto de vista, muy a la izquierda, claro que prefiero oír a Biden decir que capitalismo sin competencia es explotación antes que escuchar las reflexiones de Trump sobre lejías y desinfectantes, en el plano doméstico, pero desde el punto de vista internacional la situación en Ucrania lo está copando todo y no se pueden olvidar los vínculos del hijo de Biden (¿no es un poco de flipado llamar a tu hijo "Hunter"?) con el sector gasístico ucraniano.
Ante el mil veces anunciado y todavía pendiente de consumar declive del poder hegemónico norteamericano vimos el enfoque de Trump, en su guerra comercial con China y su actitud reacia a la OTAN, a la OMS y todo lo que suceda fuera de sus fronteras. Con la significativa excepción del asesinato de Soleimani, un "detalle" que conviene no olvidar.
Pero con Biden parece que esté en camino de abrirse la caja de Pandora, no sólo han involucrado a sus socios en la cruzada de su obsesión anti soviética (aún), como ya lo hicieron en la llamada "guerra contra el terror", sino que parecen estar influyendo en la política interna Europea de forma más torticera que con el espionaje a la propia Merkel.
Y el argumento es recurrente, hasta desde la izquierda. Incluso antes de que Biden tomara el poder tras aquel espectáculo que vimos en el capitolio: con Trump no hubo guerra. Lo que se había montado en Siria y que parecía que con Clinton tendría continuidad remitió en alguna medida.
No voy a decir que el mandato de Trump fuera un remanso de paz antes que una larga colección de dislates, pero no fue él quien nos montó la que hay liada en Ucrania, por más hostilidades que cruzara con China. Al final se diría que aquellos que temían al loco con el dedo en el botón nuclear tendrán que aceptar ese gran vacío que hubo durante el mandato de Trump en el ya tradicional belicismo estadounidense en política internacional, por más tensiones que afloraran en la guerra arancelaria con China.
Extrañamente no sucedió nada relevante en términos geopolíticos en un momento clave que precede al actual, el declive del gran hegemón, pareciera que se limitó a replegarse sobre sí mismo haciendo asco a los gastos que suponen el multilateralismo internacional y los organismos supranacionales.
No fue con Trump que se invadió Afganistán, ni Irak, ni Libia...Tampoco me suena ninguna típica revolución de colores orquestada por la CIA... ¿Qué estarían haciendo esos chicos? No sé, es como si me faltara algo en esa legislatura. Seguro que alguna obra menor llevarían a cabo pero nada de envergadura durante todo un mandato... Y llega Biden y lío en Ucrania. Que tampoco es que lo haya prendido él, no nos engañemos, el Nobel de la paz Obama las mataba callando, pero si ha querido apagar en algún momento el fuego ha sido con gasolina.
Sin embargo con Trump... pues oye, ¿no nos fue tan mal, no? Además, por lo que se ha visto en Mar-a-lago era muy trabajador, se llevaba trabajo a casa y todo.
Ah, ya sé. Sabía que me olvidaba algo en ese largo lapso en que la actividad de injerencias y sabotajes de la inteligencia y la hostilidad militar del gran imperio pareció distenderse ante las tensiones con China.
La pandemia. En palabras del propio Trump "ese virus chino". Parece que después de todo tampoco nos fue tan bien. Y aún así parece mejor panorama que un invierno nuclear. No os voy a engañar, no hay opción buena. Alguna ventaja ha de tener no poder escoger.
Compadezco a los que ha de tomar tal decisión y entiendo incluso a los que votan a ojo, sin tener la menor idea de qué propone y dice realmente cada bando. Al final, desde estas modestas líneas a la gran política que rige el destino del mundo, pasando por los medios de comunicación, lo que se dice no suele ser tan importante como lo que no.
Lo escribí hace unos días y viendo el resultado de la elecciones europeas en Francia supongo que vale la pena recuperarlo:
Es una cantinela que se viene oyendo desde determinados ámbitos. Esos que hoy en Europa cosechan más simpatías que desde mediados del siglo pasado.
Tal vez la muestra más gráfica de ello fueron lo incidentes tras la celebración de la copa de Europa en París. Para quien no lo recuerde se produjeron diversos robos e intentos a la salida del estadio.
Y eso sin duda es más gasolina para la extrema derecha, siempre centrada en solucionar problemas cuya causa parece que jamás analiza.
Es que no se integran, dicen. Lo que se han creado al final son guetos. La razón es muy sencilla.
Cualquiera que observe como se estructuran las relaciones humanas advertirá que el aspecto económico tiene, en términos generales, un papel fundamental.
Porque determina el contexto donde las personas se relacionan y sin tal contexto las relaciones no pueden tener lugar. Sucede por lo tanto que si un determinado grupo étnico, cualquiera, tiene un distribución muy localizada dentro del espectro de las rentas, no es ya que no se produzca ese contexto, es que no se da ni siquiera la condición de necesidad más elemental.
No es fácil de escapar del racismo. Y lo paradójico es que las conductas racistas por lo menos exacerban, si no es que generan por sí solas el problema.
Basta con ver EEUU, hace 60 años de la lucha por los derechos civiles pero la realidad práctica es que las cárceles las siguen ocupando los mismos y también y no por casualidad las capas más desfavorecidas.
Hablamos por lo tanto de un problema de raíz económica cuyos orígenes se hunden hasta la propia cultura. Porque sería muy cínico afirmar que “no se integran” si por otro lado no se les permite.
No es que haya que tratarles como uno más, es que son uno más. Y el eje económico es fundamental.
Primero suspende las elecciones el constitucional por una supuesta injerencia rusa. Hace unos días Pavel Durov, el creador de Telegram, advertía de la injerencia, esta vez real, de un país europeo viendo que otro país del este podía caer del lado de los díscolos subversivos que no está dispuestos a seguir la agenda de la guerra contra Rusia.
Ya cosieron a tiros a Ficco y parece que a Orbán quisieron prepararle un atentado. Pero no por ultraderechista, no, ése nunca ha sido en realidad el problema. Y se diría que ése es el accionar de lo que ya podemos llamar “la mafia de Bruselas”, que alineada con la OTAN parece querer recuperar las mejores tradiciones de la operación Gladio, si es que alguna vez las abandonó. Por lo que se vio un 11 de marzo en Madrid se diría que apenas variaron los métodos.
Hay que llevar a los pueblos a la guerra, aunque sea a rastras, contra el mundo islámico, contra los rusos… los sospechosos habituales, vamos. Porque, según nos cuentan nuestros medios de comunicación, son mala gente, dictadores fascistas que dan a las mujeres la libertad de venderse en un escaparate como en el barrio rojo de Ámsterdam. Eso es el “progresismo”: es el mercado, amigo.
Volviendo a Rumanía, en condiciones digamos normales, uno suele basar su voto en el eje derecha-izquierda, en función de sus intereses de clase, aunque la mitad larga de los trabajadores suelan hacer justo lo opuesto debido a la ignorancia y a la manipulación mediática promovida por el capital financiero.
Pero cuando el progresismo, que poco o nada tiene que ver en realidad con la izquierda, (de comunismo ni hablamos) muestra su proyecto belicista sin ninguna vergüenza, ejemplificado en un Macron presidiendo la república contra su propio pueblo, la sensatez obliga a ordenar de otra forma las prioridades.
Así, en no muchos años, de seguir las cosas su curso actual, muchos gays y supporters diversos que votan alegremente a ese progresismo traidor que los instrumentaliza, puedan encontrarse prestando servicio militar bajo la "legítima" causa de imponer su visión del mundo en lugares muy lejanos de sus fronteras. Al servicio del fascismo, vamos.
Así que a pesar de la denuncia de fraude del opositor derrotado, esta vez los rumanos parece que sí han votado bien, con lo cual los miembros de su tribunal constitucional permanecerán callados como putas legitimando la “sorpresa” del resultado electoral y todos los medios occidentales, que tratan de derrocar al trumpismo desde mucho antes de que iniciara su segundo mandato, en modo similar a la bala que le rozó la oreja, celebrarán que “el pueblo rumano” haya tomado la decisión correcta.
Y que nadie se confunda, me gusta Trump tan poco como a cualquiera de izquierdas, sin embargo sé que, por mucho relato que inocule la maquinaria de propaganda occidental, el mayor número de deportaciones se dio bajo el mandato del muy demócrata Obama, premio nobel de la paz, para más inri. Por poner un sencillo ejemplo.
La mentira a estas alturas es tan flagrante que más que sonrojar casi mueve a la risa. Y sí, Trump es derechas, muy de derechas se diría. Similar en cierto modo al candidato rumano al que han arrebatado la victoria, nada que ver ni con mis intereses ni con mi forma de pensar.
Pero cuando lo que se presenta como alternativa es un proyecto belicista que ha promovido y promueve una guerra contra Rusia y un genocidio en Gaza, además de otras maniobras mucho más turbias, la cuestión ideológica se diría que está de más. Las cosas no son en absoluto como las cuentan y ésa que dicen tan extrema derecha parece más lejana al conflicto que aquellos que pretendieran representar a una supuesta izquierda y van camino de volver a implantar el servicio militar en Europa, siendo ademas eso el mal menor.
Es una película, y la verdad que bastante mala. Y el resultado electoral que acabamos de ver, una de rumanos.
La ocasión hace al ladrón. Al menos eso dice la sabiduría popular. Desde una aproximación más académica, la criminalística establece que todo crimen requiere de móvil, medios y oportunidad. También desde el punto de vista de la tradición bíblica se exhorta a alejarse de la tentación, identificada como la puerta de entrada al pecado. En cierto modo, todo ello guarda relación con la reflexión acerca del asunto que motiva estas líneas: el conflicto de interés.
Se puede encontrar definido de esta manera: Un conflicto de interés es aquella situación en la que el juicio del individuo -concerniente a su interés primario- y la integridad de una acción tienden a estar indebidamente influidos por un interés secundario, de tipo generalmente económico o personal.
La propia definición que se ofrece puede ser ampliamente cuestionada, particularmente en lo tocante a las prioridades. Está por ver cuál sería realmente el interés primario y secundario de cada individuo y cada caso.
Pero, ¿por qué ocuparse de este asunto? Una reflexión cuidadosa conduce a identificar que esa situación se halla en la raíz de muchos y muy variados problemas en relaciones diversas de esta sociedad. En pocas palabras, está en todas partes. Precisamente por hallarse en el núcleo de las relaciones económicas que, como bien sabemos, actúan casi en cada uno de los aspectos de nuestras vidas.
La relación entre empleador y empleado. La relación entre empresa y cliente. La relación entre médico y paciente. Las relaciones de pareja o amistad. Todas ellas están sometidas en mayor medida a conflictos de intereses como veremos a continuación. Hay un conflicto de interés fundamental que propaga sus efectos a toda relación dependiente de él, y eso es, a toda relación: el conflicto de interés entre el individuo y el colectivo.
No es difícil percatarse de ello, aún viviendo completamente inmersos en una "lógica" que abarca cada rincón de la sociedad. En el mundo laboral tal vez sea donde se ve de forma más evidente: la pugna constante entre patronales y sindicatos, unos en favor de los derechos de los trabajadores, otros en pos de mayores beneficios en su cuenta de resultados. Luego, el empresario, se ve en la tesitura de lidiar con intereses contrarios. Por un lado, como cualquier persona razonable, debiera ser natural que quiera proveer a sus trabajadores de unas condiciones laborales y remuneración dignas. Por el otro, cada céntimo que invierta en ello se resta directamente de sus beneficios, de los de la empresa, de los personales o de ambos. Pero no acaba aquí la cuestión, a buen seguro cualquier empresa se enorgullece de dar un buen servicio o producto a sus clientes. Pero cada céntimo que dedique a ello va, de nuevo, en detrimento de su cuenta de resultados.
Lo cierto es que tal como está planteado actualmente no hay conciliación posible. Estamos funcionando los unos contra los otros con unas "reglas del juego" de las que la sociedad se ha dotado para civilizar en cierta medida la contienda. Carrera, enfrentamiento, pugna, lucha, guerra, son términos que describen en diferentes grados un mismo concepto.
Veamos otras partes. También el trabajador se halla atrapado es esta lógica perversa. Así, cuando un cliente de su empresa requiere de su asesoramiento es fácil que detecte que los intereses del cliente y los de la empresa caminan en sentidos opuestos. También en relación a la empresa, que le remunera por sus servicios, se reproduce de nuevo la situación. Incluso entre trabajadores hay dos tendencias fundamentalmente opuestas como son las actitudes de compañerismo y de competencia. Los clientes tampoco se libran. Al final se convierte todo en una competición, estafar o ser estafado, en distintos grados.
Huelga decir que en toda relación que no es ecuánime hay una parte fuerte que es la que siempre sale beneficiada de la aplicación de lógicas como la descrita. Bueno, al fin y al cabo sólo es dinero. Sin entrar a valorar la ligereza de la afirmación previa, veamos cómo el asunto contamina otras esferas. Pasemos a esa parte del mundo laboral que es la sanidad privada. Y aquí, por extensión, se puede pensar en la industria farmacéutica. Y es que, al final, el sueldo de mucha gente depende de que haya enfermedades. Y, por lo tanto, a más enfermedades, más negocio, más beneficios. No es difícil por lo tanto entender porqué existen casos de dentistas diagnosticando caries fantasma o psicólogos y psiquiatras estableciendo diagnósticos poco menos que cuestionables. O médicos prescribiendo tratamientos pensando más en la factura que generan que en el propio cuadro clínico. Todos ellos se hallan bajo un severo conflicto de intereses. O bajo el influjo de la tentación. O, visto de otro modo, como al ladrón, se les ha brindado la ocasión.
Lo cierto es que ninguno somos ángeles. No somos perfectos. Lo que nos diferencie tal vez a unos de otros, entre muchos otros factores, sea la voluntad para corregirnos respecto a un ideal perseguido. Si ese ideal no es compartido, poco hay que hacer. Y lo que tendremos, como ahora, es un montón de individuos pero en ningún caso un colectivo.
Un colectivo requiere una meta común y la comprensión de que el de en frente es en cierto modo uno mismo. Fuera de eso, todo lo que existe son esfuerzos que se anulan unos a otros, sin orden ni concierto en un resultado que roza lo estéril. Eso es lo que sucede en las guerras, lo que se disparan entre un bando y el otro es dinero, trabajo, esfuerzo. Es el desbaratamiento de recursos más absurdo que existe. Claro que, para el vencedor, que se apropia de los recursos del vencido, es un negocio redondo. Siempre que quede algo de lo que apropiarse, claro.
Los soldados han sido por definición los que se han visto sometidos históricamente al conflicto de interés que conlleve posiblemente la mayor tensión. Entre la defensa de su país o unos ideales y el propio instinto de supervivencia. Eso se ha resuelto en el pasado vía reclutamiento obligatorio y ejecución de los desertores. Y entre muerte o muerte, ya no hay conflicto ninguno. Hay una cita que me gusta mucho, por esclarecedora, que recuerdo con precisión a salvedad de su autor: Antes, cuando las fortunas se hacían en la guerra, la guerra era un negocio. Ahora, que las fortunas se hacen en los negocios, los negocios son la guerra.
Lo cierto es que, en gran medida, no hemos dejado de estar nunca en guerra. Otra cita cuyo autor también ignoro subraya que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Ambas señalan lo mismo: lo único que ha cambiado son las formas. El fondo de la cuestión sigue siendo en gran medida el mismo. Claro que hay unas leyes propias de la civilización, por supuesto. Pero al final lo que se condena no es actuar al margen de la ley, lo que se condena es que se sorprenda a alguien haciéndolo. Por lo menos, al margen de otros juicios menos terrenales, si los hubiera.
Cualquier sociedad sana que quiera aspirar a una cierta armonía con el medio que le rodea y entre sus propios integrantes ha de subvertir necesariamente la mencionada lógica. La competencia, piedra angular del capitalismo, aboca a tales conflictos sin remisión. Evidentemente es la parte fuerte de la relación la que obtiene beneficio del desarrollo en ese marco. La desigualdad en dicho marco, además, sólo conduce a mayor desigualdad. Y el propio exceso de poder es la semilla misma de la corrupción, cuando no de crímenes peores. Es por eso que cada uno debe ser el guardián de su hermano. No podemos anular el móvil del crimen, todos somos débiles ante la tentación, y tampoco podemos renunciar a todos los medios para ello, ambas cuestiones están en nuestra propia naturaleza. Tal vez podamos establecer los mecanismos para que la oportunidad no tenga lugar.
Los defensores a ultranza de la libertad es posible que vean en tales propuestas sus derechos conculcados. Pero eso está muy lejos de la verdad, lo que realmente temen es ver sus privilegios restringidos. La libertad es quizás la mayor mentira con la que comulgamos. La libertad es eso que disfrutan los explotadores a costa de los explotados. Las leyes, desde cierto punto de vista, son la renuncia a la libertad más fundamental. En realidad son la manera de garantizar cierto grado de libertad a todos por igual. O eso deberían ser.
No se ha mencionado aún las relaciones interpersonales tales como la amistad u otras. No están al margen de la lógica económica que se filtra en cada una de nuestras decisiones y se desarrollan bajo impulsos análogos.
Al final hay una regla de oro que vale para todo: haz a los demás lo que quieras que ellos te hagan. Desde ahí es fácil deducir su expresión inversa. No hagas a los demás lo que no quieres que ellos te hagan. No puede ser más sencillo. No es nuestra inteligencia lo que no supera el corte, si en algún aspecto somos víctimas de nuestras limitadas capacidades es en el de la honestidad. Y es que al final, en nuestro interior, cada uno de nosotros albergamos un conflicto de interés. Sabemos lo que es correcto y sabemos lo que nos conviene. Y sucede que a veces nos parecen cosas muy distintas. Aunque puede que al final sí que sea un déficit intelectual. Al parecer no hemos comprendido que lo que nos conviene es lo correcto, no porque nos convenga, sino porque es lo correcto, y que, por ser lo correcto, nos conviene.
Escuché la noticia en su momento pero lo cierto es que no le presté demasiada atención, salió en todos los medios: la destrucción de la milenaria ciudad de Palmira, en Siria, a manos del ISIS.
Un tanto, curioso, un poco en la línea que relaciona conflictos bélicos con arqueología, como en Irak. El tema es que estaba viendo imágenes de las ruinas de forma un poco más analítica y al poco me he dado cuenta de que lo que estaba viendo ya no existía.
Esta es una imagen de lo que fue el “templo de Bel” (Baal, de Belcebú, pero no me quiero enredar aún con eso) antes de 2014:
Y esto es lo que quedó después
Si no fuera por la pérdida de un patrimonio de la humanidad invaluable resultaría más bien cómico.
Y la verdad que no está mal para unos “salavajes extremistas”, bastante limpio, se diría.
El tema es que justamente me hallaba analizando esa fachada, sin la menor idea de que ya no está ahí. Hay algunas noticias extrañas que no he terminado de seguir sobre una reconstrucción el Londres y New york, pero creo que me quedo con la evidencia que quede del original, echemos un vistazo más de cerca.
A estas alturas uno ya ha visto unas pocas piedras pero al ver este caso particular una peculiaridad salta a la vista. Si tuvieran una distribución más heterogénea, o incluso si uno no presta atención, las hendiduras presentes en la fachada parecerían resultado de metralla.
Viendo que coinciden siempre con las juntas de los bloques, esa posibilidad queda automáticamente descartada. Podrían incluso ser algún rasgo particular de la técnica constructiva, pero dada su irregularidad, y aunque hay otros muros que presentan similar condición, también se hallan otros exentos. Luego, no parece causa probable.
La erosión tampoco parece que lo pueda justificar, más bien se diría que el proceso es en cierto modo de dentro afuera. Esta tercera imagen es apropiada porque, abajo a la izquierda se puede observar dos bloques cilíndricos de columna estriada de frente. En ambos se puede observar la ranura que albergaría un alma metálica, y suele ser similar la técnica de unión entre sillares a hueso, mediante cuñas metálicas internas.
Uno puede pensar en alguna suerte de reacción química con la piedra como resultado de filtraciones, aunque lo cierto es que no hay mayor evidencia de ellas. Ni la he observado en otros lugares. Luego, dada la peculiaridad del monumento parece más comprensible que, literalmente, desapareciera. Un poco como la pila del museo de Bagdad.
Ahora bien, ¿qué es lo que estamos viendo? A mi juicio el resultado de calor intentado escapar del interior. Aunque dicho así, sólo habiendo visto esas imágenes, podría parecer un poco precipitado. Una más:
El punto de fusión de la piedra caliza y la arenisca ronda los 1000º. Son temperaturas más propias de un horno que de la combustión al aire libre. Y sorprende más si cabe ver una fila de columnas perfectamente erguidas y otras que se diría han sido dañadas como si hubieran sido hechas con arcilla.
No sé si las columnas de la foto continúan allí, pero viendo el trabajo limpio que se ha hecho borrando la evidencia tengo serias dudas. Ahora, ¿evidencia de qué? Veamos algo más de la zona:
En este caso se observan también algo parecido a las hendiduras de antes pero en una sola fila de bloques dando la impresión más bien de troneras, o tal vez con la función se sostener algún aparejo, toldo, etc.
Lo interesante sin embargo está más abajo. Las dos primeras hiladas no parecen tener en realidad mucho que ver con el resto. Se diría que el 80-90% es una reconstrucción, de a saber cuando, tal vez griega o romana. También en el medio aparece algo de cemento, probablemente de época más actual.
Volviendo al desaparecido templo de “Bel”, si vemos la parte de atrás observamos otra situación extraña:
Además la hendiduras que parecieran alguna suerte de “fugas de alivio”, donde cabría esperar encontrar los ornamentados capiteles corintios del entorno o la estructura de la imagen anterior, por ejemplo, observamos una piedras mucho más rudamente trabajadas y se diría que en buena medida deformadas por la erosión, en grado y estilo más similar a lo que hemos visto en las hiladas de la base.
Tampoco los triángulos escalonados que coronan el friso, que se ven también en la primera imagen, parecen estar realmente en su lugar. Y de hecho el friso aparece con mucha mayor erosión que el estriado de las columnas. Lo mismo para las piedras de la base en esta última imagen respecto a las de la fachada.
Lo visto hasta aquí permite afirmar que estamos, sin lugar a dudas, ante una reconstrucción de la época antigua de una obra aún anterior, parecido a lo que se puede observar por ejemplo en el “templo de las mil columnas” en Chichen Itzá y curiosamente con unos elementos de partida que en algo recuerdan a los capiteles:
Por lo tanto estaríamos, como mínimo, ante la tercera destrucción de Palmira, aunque esta última más bien de sus restos. También el templo de Adriano en Roma presenta hondas cicatrices que en ese caso sí son resultado de la metralla de la segunda guerra mundial. Es útil por la diferencia en la distribución que denota un origen distinto, a simple vista.
Mencionar de paso que el edificio que alberga sus restos sirvió en tiempos como la bolsa de Roma.
De modo similar a como la “casa lloltja mar” fue hasta 1994 sede de la bolsa de Barcelona:
O de modo análogo a la bolsa de Madrid:
Londres…
O Nueva York, por no buscar más.
En en caso de Barcelona, para quien esté familiarizado con la simbología, comentar que el interior cuenta con un precioso suelo ajedrezado:
Pero supongo que esto último da para otro artículo. Volviendo a Palmira y a sus destrucciones, sin mucho más que agregar que lo dispuesto para que cada uno saque sus propias conclusiones, uno no puede dejar de interrogarse sobre la presunta fuente de calor extremo que habría causado algunos de los efectos observados.
Y será imposible no recordar, para quien conozca el caso, aunque muy cuestionado y controvertido, de Mohenjo Daro, en Pakistán. Que si esqueletos radiactivos, que si no, que si arena vitrificada... Nada está claro, por supuesto. Algunos mencionan incluso la posibilidad de armas nucleares.
Quizás no tanto, o no sólo, por lo indicios mencionados, como por el contexto que provee la literatura épica india sobre explosiones “más brillantes que mil soles” con ciertos efectos poco recomendables, que en cierto modo nos resultan familiares respecto a la tecnología mencionada. Y desde luego no es casualidad que el padre de la bomba atómica, Oppenheimer, citara esos mismos textos cuando se autoproclamó “el destructor de mundos”, viendo los resultados de su ingenio.
Como tampoco es casualidad que, al ser preguntado en una conferencia en su Rochester natal por un estudiante sobre si la bomba que se hizo estallar en Alamogordo (Trinity) fue la primera, respondiera: "Bueno… sí. En tiempos modernos sí, por supuesto."
A ver, hace un tiempo que no voy en metro al centro y tal. O así viajes largos. Pero sorprende que en unos meses nos hayamos reproducido tanto, no sé.
Quiero decir, que aquello de “todo el mundo mirando el móvil”, olvídate. No cabe, lo tendrías que tener pegado a la cara. De sentarte ya ni hablamos.
Gente esperando de pie en el andén, dejándolo pasar al ver la tremenda lata de sardinas que se va acercando por las vías ante caras más bien aciagas, como contemplando la confirmación de malas noticias esperadas.
Para la gente mayor, que no se preocupen. Imposible caerse, oiga. No podría usted encontrar la forma de llegar al suelo, aunque quisiera. Y por encima un bosque de cabezas que comparte el escueto volumen de aire que queda en el vagón.
El niño, llorando, pobrecico, y eso sin saber lo que le espera. Y bueno, sí, lo mejor de viajar en metro es cuando bajas, eso sí que es un momentazo. “Viva la libertad, carajo”.
Así que como igual es que por la edad me estoy volviendo ya un poco facha y me arrecian nostalgias del orden del pasado, se me ha ocurrido que podría mandarle la imagen de arriba a los de TMB, pues hombre, para que busquen un poco la manera con la experiencia aprendida.
Porque oiga, está muy bien lo de poner desfibriladores, pero igual no estaría de más empezar por no promover las condiciones que… en fin, que sin yo moverme del sitio creo que es lo más cerca de follar que he estado en años. Ya, ya, es feo, es feo. Pero es que al mover una mano, que tengo el defecto de tener los brazos pegados al cuerpo, no sé si lo que he notado era un teléfono móvil o a alguien contento de verme. Quiero decir, que ni siquiera era mi estilo de pareja de baile. Si uno es mujer ha de ser, a buen seguro, mucho más agradable. Pero en fin. Todo sea por estrechar los lazos con la comunidad. Aunque ya estamos un poco de vuelta para bromitas a lo Mae West, ¿no?
Poned más trenes, coño.
A raíz del video en portada me parece oportuno reflexionar al respecto:
www.meneame.net/story/astrofriki-desmiente-conspiraciones
Por muy loables que sean las intenciones de tipo del video (en general no lo son menos las de los "conspiranoicos", a su manera) cae de pleno en una falsa dicotomía. Pero la realidad parece muchísimo más compleja por más que necesitemos simplificarla para meterla en nuestras cabecitas.
Todo es verdad o todo es mentira. Elija usted un bando. Parece casi una broma. Escojas el bando que escojas si compras el pack completo te vas a acabar comiendo unas mierdas enormes. El problema es que no hay una solución sencilla y rápida y que crecer es sinónimo de aprender a convivir con la duda antes que con certezas falsas e infantiles.
Así que cuando alguien aparezca con soluciones mágicas, ya sea en un sentido o el otro, no cabe menos que una profunda desconfianza con la que hay que aprender a vivir sin que suponga consumirse en la ansiedad. Y bajo mi punto de vista eso es madurar.
El problema es la necesidad de meterlo todo en el mismo saco y de verse en la obligación de decidir si las cosas son falsas o ciertas. Y sin duda lo son (y a veces más o menos), pero sin la información apropiada la aproximación ha de ser en forma de duda.
Así evitaremos caer en las tonterías de que Soros es un reptiliano (a la postre sería bastante irrelevante) que es casi tan absurdo como negar que tiene una fundación con la que ejerce cierta influencia (eso sí es relevante), muy resumidamente.
Se trata de aprender a pensar de forma racional y sin volverse loco por el camino, a poder ser. Y en mi opinión ninguna persona que compre de forma integral ninguno de los dos discursos en los que se intenta presentar de forma torticera la cuestión está en su sano juicio.
Y no te lo van a poner fácil, dándole la vuelta a las palabras del autor del video "siempre hay trampa", o por lo menos nos conviene contemplar esa posibilidad, aunque muy rara vez y por extraño que parezca las cosas son lo que aparentan. Sabemos a ciencia cierta que los medios de comunicación están plagados de intoxicación informativa y que hay toda una serie de intereses que guían esa intoxicación. Eso está en el terreno de los hechos probados.
Y van a seguir haciendo lo mismo porque es lo único que pueden hacer: intoxicar. Así cuando se pueda abordar la cuestión “Soros” ya mencionada como buenos incautos nos dejaremos deslumbrar con el rollo reptiliano como si lo trascendente aquí fuera el color del nabo que te está rompiendo el culo, con perdón por la vulgaridad.
Y vamos a tomar como estandarte de la conspiración (o conspiranoia) lo de la tierra plana. Como si vivimos en una placa de Petri, en realidad no importa un carajo, y van a tratar de detraer sistemáticamente el foco de atención de lo que sí es verdaderamente importante.
¡Ellos! El sempiterno “ellos”, por supuesto. Y seguramente no hay un solo ellos, es razonable ver en el término una “red flag”, por supuesto, aunque no me gusta en absoluto la expresión. A que le reventaran la cabeza a Kennedy, mataran a su hermano, y al tipo que supuestamente lo mató, y que el tipo que mató al que supuestamente lo mató muriera en la cárcel de cáncer, yo no lo llamaría “red flag”, yo diría que una clara señal de alerta, si no de alarma.
Tan seguro que existe conspiranoia como que existe intoxicación informativa y como que existe conspiración. La cuestión es hasta que punto tenemos la capacidad de diferenciarlas.
¿Elige una ola del mar dónde rompe? ¿Escoge una nube el momento en el que se precipita en forma de lluvia? Entonces, ¿por qué azares consideran los hombres estar en posición de regir su destino? Al final todo se resume en una simple cuestión de complejidad.
Nada escapa a la causalidad. Nada de lo hecho se deshace jamás. Y ya está escrito el destino de los hombres, sellado e inviolable desde el primer instante de la creación, si tal noción tiene sentido.
No hay por lo tanto error o acierto. La voluntad es una vana ilusión. ¿Cómo podría alguien, en ninguna medida, considerarse responsable de aquello sobre lo que en realidad no tiene ningún control?
Cada uno hace lo que ha de hacer y no existe error porque no existe opción. ¿Libertad? Las piedras son libres de desplomarse por las laderas y las olas de romper en los escollos de la costa. De seguir con precisión absoluta las invisibles leyes que nos gobiernan, que nos conforman.
Al final la única pregunta interesante es ¿por qué existe todo en lugar de nada? La nada a buen seguro no existe, allá en ningún lugar, como cabría esperar de ella. Pero, ¿y lo que sí existe? ¿Cuál es ese destino inevitable, ese indescifrable secreto insultantemente a la vista de todos?
Por qué y para qué, de dónde vamos y a dónde venimos. Tal vez las preguntas más viejas del pensamiento humano. Yo tampoco alcanzo a vislumbrar las entrañas de nuestro origen y la profecía de nuestro destino. Ambos a buen seguro ineluctables, tanto como desconocidos.
No me hallo en posición de librarme del peso de la inquietud ante lo ignoto e imprevisible pero poseo la llana tranquilidad de saber una verdad muy simple:
Lo que tiene que ser, será.
Pues nada, que el otro día me vino a la cabeza un breve diálogo que sería más o menos así:
-Entonces, ¿cuánto podría costarnos?
-Unos 7 u 8 mil millones.
-¿De dólares?
-De habitantes, caballero.
-(Silencio)
-¿Sigue queriendo saber más?
esperandoauntren.blogspot.com/2023/06/the-price.html
Al final es una pequeña hipérbole llevando a nivel planetario ese lema convertido en chascarrillo de "si te lo dijera, tendría que matarte". Pero me ha suscitado un pequeño dilema ético. Y a mi amigo también, claro.
Va un poco en la línea de lo de Adán y la manzana del conocimiento y esa historia, así que me dispongo a consultarlo con las mentes más sabias posible... pero antes os lo pregunto a vosotros :D
Aquí la encuesta:
Suelo sacar siempre que puedo el tema de la teoría del valor marxista.
La razón es que la ley de oferta y demanda no funciona como pensamos, no es la cantidad total lo que determina el punto de encuentro que es el precio si no la urgencia. Se explicó en capítulos anteriores:
www.meneame.net/m/Los12monos/factor-tiempo-ley-oferta-demanda
Es por lo tanto la necesidad lo que fija el precio. De forma completamente desvinculada del coste.
¿Y a quién beneficia eso? Pues a quien tiene menor urgencia o necesidad.
El otro día por la noche subí al Tibidabo con la bici, antes de amanecer, y llegué a la iglesia empapado en sudor.
No suelo llevar agua, en todo caso paro en alguna fuente de camino. Y al ver salir a un trabajador le pregunté por una fuente. En las máquinas de la entrada 2,20 un agua y 3,95 una cocacola. No me va de ahí, pero siempre me ha parecido un abuso. Para mi sorpresa ha tenido la gentileza de ofrecerme un vaso de agua.
El coste de producción de una botella de agua, comparado con el precio de venta fácilmente se puede estar multiplicando por 20. Un vaso de agua apenas cuesta nada.
Mucho se habla de la plusvalía en el reparto de beneficios de una empresa, pero menos se habla de ese dividendo que es el margen.
El relato que nos han vendido es parecido al del mercado de valores: todo el mundo puede participar en igualdad de condiciones. Y es la manera de meter en la misma jaula a hormigas y dinosaurios. En realidad de ponerlos en un cuadrilátero a pelear.
Es obvio a quien beneficia el mercado de valores y es obvio a quien beneficia el margen. Y el motivo es el mismo: la urgencia, la necesidad. En bolsa se suele decir que hasta que uno no vende no materializa pérdidas y con la suficiente paciencia, salvo casos terminales, la cosa puede volver a remontar el vuelo. Quien no puede esperar no tiene ni esa oportunidad.
En el caso del margen, hay productos y servicios de los que es prácticamente imposible prescindir en la sociedad actual. La luz seguramente incluso antes que el agua. Al final el conjunto de condiciones creadas favorecen a aquellos que están en posición de especular explotando la necesidad. Ése es el resultado del sistema de libre fijación de precios, el abuso sobre aquellos en situación de mayor necesidad, con lo que, partiendo además de una situación de enorme desigualdad, esa desigualdad sólo puede aumentar.
Tan interiorizado está ese sistema de libre fijación de precios que ni siquiera nadie nunca piensa en ninguna posible alternativa. Ni se menciona, no existe. La verdad es que han invertido ingentes esfuerzos en dar a esa alternativa por refutada, denostada, enterrada y olvidada.
Sin embargo es un de los pilares principales, junto a la ya mencionada plusvalía, del edificio teórico que diseñó Marx. O más bien de su crítica contra el sistema. En cualquier caso la idea es que la economía debería ser regida por costes.
Esto sin duda entraña sus complejidades, y seguramente existan posibles fórmulas que dejen sectores fuera de ese criterio fundamental. Pero lo grave de todo esto es que hayamos olvidado que la naturaleza del comercio es la del intercambio, el trueque. El margen es una suerte de tasa del poder.
Pasa también en la relaciones personales, necesitar al otro más de lo que uno es necesitado genera una tensión que termina por resolverse. También son relaciones de poder, como las comerciales.
Pero tampoco es del todo así por naturaleza, se acentúa en un marco de desigualdades y desequilibrios.
Hoy en día, bajo la bandera de la libertad marchan las huestes del abuso. Es así de sencillo.
En sociedades más equilibradas, más igualitarias, no existen tales mecanismos de explotación.
Y es cierto que una economía regida por costes implica otras dificultades, la información que la teoría actual dice que envían los precios (como si los precios se subieran o bajaran solos) en el caso de los costes la genera el stock. Que tampoco es un ente abstracto, es el resultado de las decisiones de productores y consumidores. No hay abstractos fenómenos meteorológicos en economía, hay acciones y decisiones individuales que conforman tendencias y sinergias colectivas.
Y muchos se escandalizan, es inadmisible que en casos críticos puedan haber estantes vacíos. Sin embargo no se sonrojan lo más mínimo con estantes repletos de productos inasequibles. Ni viendo a gente dormir en la calle o rebuscando en los contenedores, es el mismo fenómeno.
Ciertamente el impacto psicológico puede ser muy distinto entre estantes vacíos y productos inasequibles, aunque el resultado sea el mismo. A nivel práctico es una manera de limitar en base al poder adquisitivo, algo que también vemos jugando su nocivo papel como en la concesión de crédito, como en tantos otros ámbitos de la economía.
En una conversación reciente Elon Musk y Jordan Peterson, a priori dos personas inteligentes, se esté más o menos de acuerdo en sus respectivas conclusiones, se interrogaban por lo que ellos interpretan como una “caída demográfica en sociedades que alcanzan la prosperidad”.
Es prácticamente imposible llegar a conclusiones acertadas desde premisas erróneas. Lo que cambia de las sociedades en desarrollo a las desarrolladas es en realidad el acceso a los anticonceptivos, entre otros factores. Y lo que nos vendría a señalar es que tal vez lo que se está desarrollando no sea lo correcto, por lo menos para obtener una demografía positiva. Si es que eso es deseable, que ya es discusión aparte.
Pero supongo que desde ese “mundo de prosperidad” en el que seguramente viven Musk y Peterson es más difícil entender por qué los esclavos no quieren tener hijos.
Idiocracia, ese film que ha acabado siendo si no de culto sí algún tipo de referencia, nos contaba la historia un poco al revés. Se diría que los perfiles presentados de una pareja de cierta cultura y otra con mucha menos, describiría además de la interna de cada sociedad un poco el conjunto de sociedades del mundo.
Y sí, en algo cambia el nivel económico, pero no parece el factor determinante, por lo menos en ese grado. En cualquier caso bueno sería poder generar las condiciones para que se puedan consolidar parejas, porque no es sólo la demografía lo que tal “prosperidad” destruye si no el propio tejido social.
Pero las soluciones a tales problemas, no es que estén fuera de la mesa de negociación o de las posibilidades, es que se diría que aún están por soñarse. No es así, la enfermedad fue diagnosticada hace siglos.
Imagino que hoy Marx estaría pavorosomente maravillado de ver, no sólo sus predicciones sobre la acumulación de capital cumplidas, si no el monstruo en el que se ha convertido el capital financiero internacional. Y ése sí que come niños, no los comunistas.
Coste: cantidad de trabajo requerida para producir algo.
Valor: cantidad de necesidad de un producto o servicio.
Precio: en una sociedad justa, el coste. En una explotadora y tiránica, el valor.
Parece bastante evidente que las dos guerras mundiales del siglo XX son determinantes para conocer tanto nuestro presente como nuestro pasado reciente. Estudiarlas, comprenderlas e interpretarlas correctamente. Así a bulto, incluso sin saber gran cosa, parece el lugar apropiado por donde empezar.
Tirando de ese hilo se pueden llegar a conclusiones como las planteadas en este artículo:
www.meneame.net/story/mano-negra-nacional-sionismo
Pero tal vez incluso podamos dar algún paso más, allí se mencionaba el papel de Heisenberg como líder del proyecto nuclear alemán en tiempos de la segunda guerra mundial.
Hay que comprender que hoy en día las guerras se ganan en muy buena medida con tecnología. Hasta cierto punto como ha sido siempre, ya desde el acero de Damasco o el de Toledo. Otros dicen la logística, sin duda hay varias aproximaciones clave, pero qué duda cabe que la ciencia está entre ellas.
Ya hace años que escribí un muy breve relato que, asumiendo los presupuestos del panteísmo científico, asimilaba esa "ciencia" a lo que a la postre sería, desde esa tesis, el conocimiento de “dios”:
laterceraley.blogspot.com/2016/09/todo-es-informacion.html
Pero no quiero descolocar a nadie con nociones que tal vez le resulten demasiado exóticas. Basta con rememorar los episodios que dieron “fin” a la última gran guerra: Hiroshima y Nagasaki.
No son otras que las tesis de Von Neumann de destrucción mutua asegurada, M.A.D., por sus siglas en inglés, especialmente apropiadas, las que han mantenido el mundo en una suerte de guerra fría durante las últimas décadas. Y mencionar que Von Neumann estaba entre los que consideraba apropiado el uso de tal ingenio en el modo que se llevó a cabo (sic).
Sirva lo hasta aquí dicho para centrar la cuestión en una expresión que, a primera vista, y a segunda y sucesivas, repele a cualquiera en nuestros tiempos, por lo que aparecen como connotaciones racistas. Proviene de aquella primera mitad del siglo XX, de los ámbitos relacionados con el nazismo, se hablaba de “ciencia judía”.
Teniendo en cuenta que en nuestro paradigma científico actual son mentes como las de Einstein las que han escrito en realidad muchas de sus últimas líneas, sorprende la carga despectiva que suele ir asociada. Se diría que es la mejor ciencia que tenemos hasta la fecha y que explica en parte que los nazis no convirtieran Alemania en el reich de los 1000 años.
También es cierto que en concreto en la física, que es al fin y al cabo la disciplina en la que podemos encontrar enmarcado en Proyecto Manhattan, que a la postre es lo que ganó la guerra para EEUU, y más en particular en su rama de la mecánica cuántica, se diría que se ha llegado a un cierto estancamiento.
Revisando escritos de Heisenberg, cuyo papel como líder del proyecto nuclear nazi es clave para entender el escenario, uno se sorprende de que una mente científica llegue a demoler por completo los pilares mismos de la ciencia. Se diría que es una demolición controlada, y me explico:
Heisenberg es un nombre propio dentro de la física teórica, sobre todo por el principio de indeterminación que lleva su nombre, que es la interpretación imperante en nuestros días sobre los fenómenos observados en la mecánica cuántica.
En breves palabras, señala a una naturaleza probabilística de la física en la escala atómica y subatómica. No es posible conocer a la vez posición y velocidad de una partícula, se plantea todo un nuevo marco conceptual en que las leyes de Newton ya no rigen y la estadística entra en juego, cuestionando la esencia misma de la realidad. Esta noción queda ejemplificada en el popular caso del gato de Schrödinger.
Y profundizando un poco más, se puede leer al propio Heisenberg planteando la acausalidad como explicación de las observaciones, algo que más que producto de su tiempo realmente parece impropio de una mente científica. (Newton, mucho antes, no me consta que cometiera ese error). Es la muerte literal de la ciencia. O por lo menos llevarla por un camino muy, muy equivocado.
De lo que no tengo duda es de las capacidades de Heisenberg así que lo que viene a cerrar la explicación es la situación de conflagración que vivió. O la guerra en la que en cierto modo tomó parte.
En el ámbito científico, incluso de divulgación, son casi legendarias las discusiones de Einstein con esa escuela indeterminista, con su “dios no juega a los dados” de Einstein respondido por Bohr “no digas a dios qué ha de hacer con sus dados”.
Charlas de patio de colegio, al final. El tema es que, siendo el desarrollo científico un valor estratégico en términos militares, resulta impensable que éste quede en manos del papel público de las universidades. Y no se trata de público o privado, se trata de que los desarrollos estratégicos son en nuestros días secretos, por definición. Como lo fue en su momento el Proyecto Manhattan. Hay numerosos indicios de ello. A contemplar, entre otros, puede resultar curioso que mentes como la de Turing o Majorana encuentren extraños finales.
Luego, no es tan extraño lo que, grosso modo, viene siendo un estancamiento de un siglo en la física teórica.
La fecha de referencia es 1927 y Solvay el lugar. Puede parecer exagerado, pero lo cierto es que ya desde entonces relatividad y cuántica aparecen como irreconciliables, ése es el hecho.
Y hablando de irreconciabilidades, la del ámbito militar y el científico aparecen plasmadas en la vida de Oppenheimer, motivo de una película reciente que resulta útil para acercar la idea al público general. De ahí se pueden extrapolar algunas otras. Einstein desde que va a Princeton no vuelve a publicar nada y después de ver lo que hicieron con las bombas atómicas se arrepintió toda su vida de escribir la carta al presidente de los EEUU que impulsó su desarrollo.
Tal vez con datos como estos, que no suelen aparecer en los titulares ni en primer término, si no más bien debajo de la disimulada doblez de una página, podamos empezar a comprender algo mejor el mundo en el que vivimos.
Pero me estoy alargando y aún no he llegado a donde quiero llegar, aunque algunas pinceladas quedan dadas. Se diría que tras la primera guerra mundial se frena el desarrollo teórico o se le lleva a un callejón sin salida, y tiene mucho sentido. Y puede que alguien más se diera cuenta cuando se habló en algún momento de “ciencia judía”. ¿Acaso hay otra ciencia que la ciencia, a secas? ¿Sólo reminiscencias del pensamiento xenófobo de la época, y aún más, del nazismo?
Podría ser. La respuesta seguramente la hallemos estudiando la materia en sí misma, o más bien la teoría que la describe. Y la verdad es que empezamos mal porque, partiendo de que en 1927 la élite del pensamiento científico del momento, se inclina por la interpretación de Heisenberg (indeterminación) en lugar de la de DeBroglie (onda piloto, ambos en la fotografía de arriba) el problema aparece como “irresoluble en su propia naturaleza”. Algo que filosóficamente resuena con Kant y la idea de incognoscibilidad.
Si la decisión que se tomó entonces fue éticamente acertada o no, o cualquier otro juicio de valor, no es el objeto de estas líneas, quizás alguien pueda pensar que debería serlo y es un aspecto que abordar. Pero el hecho es que no fue una decisión científicamente acertada desde el punto de vista de la física.
Sorprende a su vez que el propio Einstein, en el centro de la fotografía, ganador del Nobel precisamente por el efecto fotoeléctrico, asociado a la corpuscularidad de la luz, pudiera tener voz en el lugar desde el que se generó tal decisión. Aunque no es menos cierto que se pasó el resto de sus días pronunciándose en contra. Planteó algunas contradicciones obvias junto con otros colegas, pero no generó el desarrollo teórico que la liquidara.
Así pues, saliendo de Solvay la indeterminación como interpretación a aplicar, si uno se acerca al problema, ve que se parte de la descripción de la partícula exclusivamente como onda. Lo de DeBroglie era una onda que guiaba a la partícula, aunque sin duda es mucho más natural verlo al revés: la partícula guía a la onda. Pero seguramente la partícula no convenía mencionarla para los fines expuestos.
Y si se parte de la premisa (errónea) de la onda sin partícula, la puerta de entrada a la teoría es la función de onda. Se dice que fue Max Born, también en la foto, el que la “bautizó” para su uso en la matemática con la letra griega psi, que tiene este aspecto: Ψ
Ese detalle, que en principio parece trivial, tal vez no pase desapercibido para aquellos demasiado viejos como para creer en casualidades:
Para el que no lo conozca, la imagen de arriba representa una elegante menorá, el candelabro de siete brazos tradicional del judaísmo que inevitablemente traza con sus tres brazos centrales una preciosa letra griega psi. Una vez hecha la asociación, o se podría decir “después de reconocer la firma”, no queda más remedio que revisar el desagradable concepto de “ciencia judía”.
Yendo al terreno puramente científico, la aproximación desde la función de onda no tiene demasiado sentido y parece en en sí misma la causa misma del problema que pretendiera solucionar, más allá de sus complejidades intrínsecas. ¿La conclusión? Que la mecánica cuántica está en realidad aún por desarrollar, subrayando el término “mecánica” de la expresión.
Y a partir de aquí podemos abordar otras consideraciones que seguramente deberían ser previas:
¿Debe o no debe ser desarrollada? (Públicamente, a nadie se le escapan los rumores sobre fenómenos que el paradigma científico actual no estaría en condiciones de explicar). Si mi opinión no fuera que sí, no cobrarían estas líneas su completo sentido. Ni serían necesarias si hace casi 100 años algunas de las mentes más brillantes del planeta no hubieran llegado a la conclusión contraria.
El dilema apunta directamente al problema del fin y los medios. Incluso llegados a este punto a alguien le pueden sorprender las conclusiones presentadas, tal vez debiera ponerse en situación de la carnicería que la primera guerra mundial significó. Aún así, los intereses que terminan finalmente promoviendo ciertas decisiones permanecen en una profunda sombra. Esa, literalmente, Mano negra.
Mi impresión es que solo vemos máscaras sin llegar a escrutar el verdadero rostro tras ellas más que en el vacío de la mirada. Y la única manera de escapar de la manipulación es la absoluta transparencia. Son los secretos lo que en buena medida nos hacen manipulables y campo abonado para que determinados intereses tiren de uno u otro hilo para conducir nuestros destinos. Y no se puede decir que para bien.
Pero no quiero complicarlo más de momento, lo que es obvio es que el contexto no es el mismo que el de hace 100 años, por más que ciertos principios continúen inamovibles. La problemática del desarrollo científico en relación a sus implicaciones no es un tema nuevo ni banal, reflexiones como las de Kaczynski, catalogadas como de “neoluditas”, no me resultan ajenas en absoluto y fueron objeto de estudio previo:
laterceraley.blogspot.com/2017/01/kaczynski-el-freedom-club-la-socieda
Aunque sin duda es un tema lo bastante relevante como para abordarlo por separado, siendo en realidad las presentes líneas su apéndice y no al revés.
La conclusión, vaya por delante, es que el problema nunca es de la herramienta, es siempre del uso, más en un caso de lo que en realidad es ciencia base. Si uno analiza con detenimiento la causa raíz de los conflictos geopolíticos encontrará que la escasez de recursos constituye uno de los factores más relevantes, y entre ellos un papel fundamental es la cuestión de la energía.
En mi opinión los problemas de la sociedad no tienen tanto que ver con la tecnología como con su uso, y ese uso, a través del mercado, que es la forma de guerra de la economía, viene dictado por un escenario global de limitación de recursos. Y muchos de ellos qué duda cabe que son limitados por definición, es en parte lo que justifica el bloqueo científico ante desarrollos que sólo pudieran dotarnos de mejores armas con las que destruirnos unos a otros y tal vez nuestro ecosistema por el camino.
Sin embargo, debería ser el desarrollo tecnológico el que a su vez pudiera paliar en alguna medida esas tensiones. Es un arma de doble filo, por supuesto, como al final todo lo es. Ventajas e inconvenientes. Y la decisión ha de provenir desde la plena consciencia de que puede resultar equivocada y con consecuencias incluso catastróficas. Lo cual viene paliado por el hecho de no poder saber qué es lo que realmente hubiera pasado cambiando el signo de la decisión. Y aún más, bien comprendido, al final todo se revela como la única posibilidad factible (aprovechando para sacar de la carrera otra de las interpretaciones de la cuántica, la de Everett, que es la la que apunta a los multiversos).
No parece que esa negación hacia nosotros mismos, por más peligros que encierre la situación (encerremos, a la postre) resulte natural más que como resultado de un contexto muy concreto, máxime cuando a través de ese peligro se oculta la posibilidad de resolver, por lo menos en importante medida, la causa raíz del peligro. Y muchos otros problemas que convierten la experiencia de vivir en algo para algunos prescindible.
Al final es la condición humana la que debe dar la respuesta. Y no parece que la decisión tomada en Solvay, que no deja der ser resultado de cierta forma de paternalismo, en el mejor de los casos, y una decisión estratégica en el peor, represente en realidad a los intereses de la humanidad en su conjunto. Ni ahora ni entonces. Y la afirmación no ignora la ética que debe, no sólo acompañar todo desarrollo científico, si no ser el objetivo en sí mismo.
menéame