Sus adictivos eslóganes, sus frases repetitivas y esa facilidad para hacerte creer que necesitas, algo que minutos antes no sabías que existía, son droga catódica de la buena. Por tal motivo perduran a lo largo del tiempo, con un formato rancio, pasado de moda y que da hasta vergüenza ajena. Pero funcionan. Y con eso vale.
Eso sí, no todos los productos funcionan por igual. Hay algunos que, por méritos propios, se han convertido en leyenda.