Hace 8 años | Por Pepepaco a laicismo.org
Publicado hace 8 años por Pepepaco a laicismo.org

Da igual que hablemos de cristianismo, islamismo o judaísmo y sus distintas escuelas, sectas o interpretaciones particulares. Todas esas fes monoteístas se resisten a irse de la plaza pública que ocupan por derecho divino, utilizando la ignorancia o la tradición o la cultura ancestral como vehículos para continuar sometiendo a la gente llana y a sus feligreses más militantes a los intereses ocultos de las clases poseedoras. Criticar la religión es tabú; la irracionalidad de las emociones religiosas liga a los creyentes más desaforados a sus doctrinas y a sus representantes más señeros de una forma obscena y antihumana.
Las religiones siguen ahí, fuertes y arteras, poniendo freno a la Humanidad para llegar a ser lo que ella mismo decida qué quiere ser: racionalmente, en diálogo crítico con la realidad, avanzando sin doctrinas ni fes basadas en el milagro y en morales maniqueístas antediluvianas. El consuelo que ofrecen a las masas oprimidas por el capitalismo es mantenerlas sujetas a la ignorancia de la mansedumbre.

La maldad desnuda y etérea, sin nombre ni apellidos, es el sustento primordial de las religiones contemporáneas. La complejidad dialéctica de la razón es su mayor enemigo. ¿Qué sería de las religiones sin la maldad y su secuela de legiones de pobres, marginados, refugiados, parados y damnificados por la explotación laboral? La moral religiosa es, en definitiva, un refugio en forma de cárcel intelectual para que la gente no piense por sí misma y alcance sus propias conclusiones y certezas desde la duda racional y las argumentaciones lógicas y coherentes.