El faraón de la cuarta dinastía que mandó construir la pirámide egipcia más alta del mundo, Keops, quiso ser enterrado con un inmenso ajuar funerario. Pero además, ordenó que, en uno de los lados de la pirámide en la que descansaría para la eternidad, se incluyeran cinco barcas solares. Se garantizaba con ello poder ir «navegando» hasta el otro mundo y allí convertirse en un dios.