"Lo que hemos descubierto", señala, "es que, a partir de los 50 años, todas o casi todas las células de nuestra sangre ya no son tan diversas como cuando éramos niños. Desde esa edad -los temidos 50- la mayoría de mis células madre sanguíneas comparten el 'apellido' Rodríguez del que hablaba al principio. Han competido con las otras células de nuestra sangre, se han expandido, se han clonado y duplicado generando mutaciones y errores y han terminado dominando el espacio en nuestra sangre".
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