
En medio de internet, de las redes sociales, de la mensajería… lo habitual es que te llegue, junto a mil cosas más, una frase o pequeño vídeo motivacional a nuestro móvil o correo. Ese famoso “meme” que por unos instantes tendrá ese efecto de lograr sentirte mejor. Es algo parecido a lo que pasa con un chiste pero con un efecto más “trascendental”, porque piensas que estás viendo algo enriquecedor, serio o incluso con la chispa que necesitabas para replantearte tu futuro.
Es indudable que esas frases famosas, donde Paulo Coelho quizás sea su máximo exponente, en el momento adecuado puede causar ese “chute” de energía necesario, esa brizna de esperanza que siempre necesitamos en el día a día debido al cansancio, la falta de autoestima, los problemas, etc.
Incluso hay chistes con esas frases motivacionales y que conllevan el efecto doble o triple, ya que en ese momento somos por un momento conscientes del poder colectivo que han adquirido esas “golosinas para el cerebro”.
Pero (como no, siempre hay un pero) no dejan de ser eso, algo dulce que en su momento nos sabrán muy bien pero que en breve olvidaremos y que sus efectos no irán más allá del momento posterior a su lectura o visionado. Por supuesto que cuando las vemos nos sentimos como iluminados y nos resultará imposible no compartirlo con los demás porque, como frases bondadosas que son, nos hacen por un momento ser más generosos y acordarnos de los demás para que también tengan esa sensación. Incluso puede que las pongamos en nuestra habitación en grande como ese póster, foto o cuadro que en su momento nos encantó.
La pregunta es porque esas frases las necesitamos y las vemos una y otra vez en el sentido de porqué no terminan de enraizar en nosotros, porqué no nos hacen cambiar aunque sea un poco de verdad. Quizás solo nos conformamos con el efecto instantáneo que tienen y seguimos con nuestra vida. Quizás porque son bonitas, y como digo, a quién no le amarga un dulce, o quizás porque no las reflexionamos, y menos todavía las interiorizamos.
Quizás el efecto sea tan consciente en nosotros que el cerebro lo toma y lo deja marchar, como cuando vemos una serie que nos gusta, una película de acción o una comedia. Durante esos instantes nos sentiremos mejor, pero será raro, y ahí están las grandes obras de arte, que resurgen en nuestras cabezas después de haberlas visto, hasta de forma insconsciente o en sueños.
Las frases, los libros o cualquier expresión humana o de la naturaleza que nos harán cambiar de verdad son aquellas que se quedan en el subsconciente, que se quedan grabadas en nosotros sin quererlo, en el momento menos pensado. También esa misma consecuencia puede tener efectos nocivos o perturbadores. Nuestro cerebro no es inmune a todo lo que proviene del exterior y su caso más evidente son las experiencias traumáticas, aunque no haga falta llegar hasta allí. Tampoco por ver u observar algo perverso vamos a volvernos “malos” o enfermos, ya que también lo negativo, y menos mal, como pasa con las cosas buenas solo tocan lo consciente momentáneamente y se van la mayoría de las veces.
Solo las experiencias constantes o muy poderosas podrán llegar a cambiarnos de verdad. Y respecto a las obras de arte, los libros, etc. Muy pocas tienen ese poder, y ahí están las conocidas por todos que no quiero nombrar para no crear debates innecesarios y dejar su “poder” para otro momento. Luego están las que personalmente nos afectarán solo a nosotros por la causa que sea. De ahí el debate de las películas, libros, obras de arte… que si son buenas o malas, etc. Ahí es donde entra toda nuestra experiencia y expectativa personal.
Que hay personas que conocen este poder y se enriquecen o lo intentan conscientemente, por supuesto que las hay. Solo basta mirar una estantería de los famosos libros de autoayuda para ver la innumerable cantidad de autores que hay.
Que hay personas que transmiten todo esto que quiero contar aquí con su vida y con sus obras también los conoceréis, sea el ámbito o en la forma que más valoréis.
Al menos siempre nos quedarán las grandes o pequeñas creaciones que nos harán cambiar, o al menos sentir nuestra naturaleza humana, que son como esos buenos potajes que alimentan de verdad, pero también es verdad quién no le dice que no a una golosina en el momento oportuno.
Y hasta aquí la reflexión sobre el alimento de “nuestro de alma y de nuestro ser” para no caer en los tópicos o en historias ya contadas por otros, que con mucha mayor maestría os lo explicarán mejor, y que seguro ya conoceréis. Y si no las conoces pues ahí tienes internet y menos mal, las ventajas del siglo XXI, al menos por ahora. Siempre nos quedarán las grandes despensas como las bibliotecas o con el nombre que tengan.
¿Pero usted, a qué ha venido? ¿A que le demos el visto bueno a un reportaje que ya tenía escrito o a saber de verdad cómo son estos centros? Sea honrada, mire a la cara a la gente y con el tiempo, en alguna parte, hará ese programa con el que sueña seguramente. El que la saque a hombros de la televisión local para llevarla a una cadena nacional.
No, tranquila: no me las doy de psicólogo. Es que se le nota. Se le nota a la legua que viene a cumplir el expediente y que considera casi una ofensa que la hayan mandado aquí. No hay más que ver cómo va vestida. Si hubiese ido a entrevistar a un famoso se hubiese arreglado un poco, pero total para ir a ver el geriátrico, no hace falta. ¿A que pensó eso antes de salir de casa?
Pues aquí puede haber un buen reportaje.,. Uno cojonudo. De los mejores. No se rinda y mire a su alrededor. Mire con otros ojos. Con esos que pone ahora de mala leche.
¡Ríase, joder! Cáigame bien. Un gilipollas que le habla como le hablo yo tiene siempre algo que contar. Piense que no va a casarse conmigo, que sólo me tendrá que aguantar un rato, y que para su trabajo es fundamental caer bien a los bocazas. ¿O cree que el director o el administrador le contarían lo que le voy a contar yo? Yo soy un pringado que trabaja todos los días con los escombros del ser humano y se ha encontrado hoy, de chiripa, una chica guapa en el trabajo. ¿No soy el tipo de idiota ideal al que se le puede sonsacar algo? ¡Pues aproveche! ¡Sonría, cáigame bien y aproveche!
Eso está mejor.
A nosotros eso que pregunta de la ley del tabaco nos trae al fresco. Aquí hace muchos años que está prohibido fumar en todo el edificio, pero los celadores tenemos la costumbre de echarnos un cigarro, justamente en esta planta. En cualquier otro sitio, podría quejarse uno de los prisioneros, o de los huéspedes, que es como hay que llamar a los internos del geriátrico, pero los de la tercera planta son inofensivos. Le llamamos la planta de Víctor Hugo, porque aquí se juntan sus dos mejores obras. ¿No cae? Nuestra Señora es el nombre de la residencia, sí. ¿Cual a es la otra? Efectivamente: los miserables.
No, no. No piense mal, que no es nada de eso. No es porque en la tercera planta tengamos a ancianos con alzheimer, o a los pobres de solemnidad, ni a los enfermos terminales. No, que va. Esa sería la planta de Dickens, que también la hay. Luego si quiere la llevo a dar una vuelta por allí si le apetece hacer un reportaje lacrimoso y tal, con muchos viejecitos a los que los echaron de su casa porque no les llegaba la pensión para el alquiler, o porque le actualizaron la renta, o porque no les quedó más que media pensión, media mierda, cuando se quedaron viudas...
Pero esa, para otro día, o para luego, si quiere. Ahora le cuento lo de la tercera planta y por qué venimos aquí a fumar. Si apaga la grabadora se lo explico.
Sí, sin grabadora. Usted luego cuente lo que quiera y yo negaré lo que me dé la gana.
Venimos a fumar aquí porque en la tercera planta están los ancianos sin hijos, y cuando se tienen ochenta años, una pensión cedida por contrato a la residencia y nadie que te defienda en el exterior, estas jodido.
No me mire así, señorita. Usted ha venido aquí a conocer de primera mano la situación de estos centros, ¿no? Pues yo se lo cuento y luego usted escribe lo que le parezca, pero sin grabadora. Y si se escandaliza con tan poca cosa habría que verla a usted de corresponsal de guerra en Darfur, o en uno de estos conflictos tribales asquerosos como el de Rwanda, o el de Yugoslavia, que también por Europa manejamos el concepto ese de tribu, aunque nos las demos de avanzados.
En esta planta, como le decía, están todos los solterones, antiguos vividores, calaveras, viudos y divorciados sin hijos y algún que otro matrimonio sin descendencia. En general son gente que dejaron pasar los años de su juventud alejando la posibilidad de tener hijos porque les entorpecerían su vida profesional o porque exigían un tiempo y una responsabilidad que no podían o no querían dedicar.
Sí, sí, señorita. Me parece una opción como otra cualquiera. Muy digna. Como tirarse desde un puente. Allá cada cual.
¿Que no compare? ¡Cómo no voy a comparar! El que se tira desde un puente va hacia la muerte, y estos además de hacia la muerte van hacia la extinción.
Sí, ya sé que el mundo es una mierda y que hay gente que no quiere traer personas al mundo, pero ¡coño!, ¡ellos no se marchan, no! Porque si tan asqueroso es el mundo, ¿cómo es que no se cuelgan de un árbol? No, eso no. Aunque estén hechos una porquería, no faltan a la consulta del médico ni medio muertos. Y cuando se enteran de que una noche no está el médico o ven que nieva, lo primero que preguntan es “¿y qué pasa ahora si alguien se pone malo de repente?
Mire, señorita: después de veintiséis años trabajando en el geriátrico le aseguro que he hablado con ellos más que cualquiera. Y también hay algunos que no pudieron, por alguna enfermedad, o perdieron a los hijos por alguna desgracia, y a esos, discretamente, los trasladamos abajo. Aquí están sólo los otros. Y no me venga con películas a los Ingmar Bermann, que en este sitio no estamos para filosofías: no es que no tuviesen hijos porque el mundo les parecía una porquería. Lo que ocurría es que consideraban a los hijos una especie de competidores: seres dispuestos a robarles el tiempo, la atención y el dinero que querían dedicarse a sí mismos. Pensaban en un niño y se ponían celosos, porque el único niño de la casa tenían que ser ellos. Eso pasó. La inmensa mayoría reconocen que podían haber mantenido perfectamente a un crío o dos, pero eso les hubiese obligado a amoldar sus vacaciones a las épocas escolares, o les hubiese forzado a renunciar a un coche nuevo, o a salir a cenar con su pareja, habitual o eventual según los casos.
Lo que hicieron fue eliminar competidores. Sólo eso. No le dé vueltas. Así que ahora, les toca comerse el humo de nuestros cigarros, las sobras de ayer, o lo que les echen.
Así que los miserables somos nosotros, ¿eh?, Osea que se pone de su parte. Muy bien. ¿Cuantos años tiene usted, si me permite la pregunta? A su edad se le puede preguntar todavía sin ser impertinente. ¿Veintisiete?
Pues estos que ve aquí son los que la hubieran tirado a la papelera de una clínica de abortos para que no les estropease unas vacaciones. Y a sus vacaciones le hubieran llamado causa socio-económica.
Así que ahora, a joderse.
Y si alguno se pasa de listo, el médico del centro lo declara incapaz por enajenación mental, y se acabó.
¿Los sobrinos, me dice?
No me haga reír. Si incapacitamos a alguno, los sobrinos encantados, por supuesto.
De los parientes hablamos otro día. Y hasta de los hijos de algunos de otras plantas, si quiere. ¿Ve como se podía hacer un buen reportaje en este sitio?
Ahora queda en su mano. Material le he dado, y de primera.
A ver lo que le sale.
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Recreación libre de algo vivido en León, 2005, con una compañera...
Dicen los mal pensados, y hay muchos, que la serpiente ganó tanto dinero vendiendo manzanas con extraños efectos sobre el conocimiento, que sobornó a los historiadores para conseguir que le echasen la culpa al camello.
La emigración de los venezolanos, ¿sufrida o no?
Cada día se habla más sobre los problemas migratorios y la incomodidad de muchos países al tener en sus tierras a esos intrusos llamados, extranjeros. La historia habla por sí misma y hemos visto que estas movilizaciones han ocurrido a través del tiempo por múltiples factores .
No existe nada mejor en el mundo que la comodidad de tu hogar, levantarte y compartir con tus seres queridos, amigos, ir a tu trabajo o lugar de estudios, pero, que sucedería si todas esas condiciones desaparecieran repentinamente? Sientes el estallido de una bomba, ocurre una catástrofe natural, o como ha sucedido en unos cuantos países, el sistema que se conocía tradicionalmente cambió por completo! Donde ahora, pareciese que el extranjero eres tú, en tu propio país. qué dolor de cabeza
Las migraciones masivas, no son productos de los caprichos de las personas, es simplemente el instinto de supervivencia, este, es sin duda el motor que impulsa a la movilización, el que obliga a cortarse ese cordón umbilical con la tierra que te vio nacer, desarraigarse de todo tu entorno, enfrentarse a lo desconocido, si bien tomar la decisión es difícil y dolorosa, también se debe sobrellevar un nuevo obstáculo, la barrera social aunada, por supuesto a las leyes y políticas y migratorias.
En este momento, Venezuela está sufriendo una grave crisis económica, política y social, una ruptura como jamás se había visto, simplemente los venezolanos perdieron la identidad de ese nuevo país, enfrentamientos entre familiares y amigos por ideologías políticas, escasez total de productos básicos, medicinas, el alto índice de criminalidad, hiperinflación, falta de ofertas de trabajo, y un sin fin de carencias. Una sociedad entristecida y preocupada por la incertidumbre del mañana. Es cuando muchos deciden, tomar su equipaje y marcharse, siendo un cobarde el que no se arriesga a emigrar y un traidor el que lo hace.
Si bien, la amabilidad no es obligatoria, sino una condición humana, toda persona, indistintamente de la nacionalidad está en su derecho de proteger su vida, es momento de hacer una reflexión y sensibilizarnos un poco, ser más tolerantes con estas personas que han dejado su vida atrás, con una carga emocional complicada entre la depresión y la esperanza de una nueva vida.
Viva el candidato instrumental... Viva el hombre orquesta. Viva el espectáculo.
Propongo a Felisuco. Felisuco o barbarie. A las payasadas!...
Felisuco, quién sino... La politica debe de estar dirigida por profesionales, no por cualquier peinabombillas sin gracia, aún que hay que reconocer que Rajoy tuvo sus momentos estelares, que ya forman parte de la antología del disparate patrio..Dejó el listón muy alto.
Felisuco for president. Toni Cantó ministro de cordura y el yoyas ministro de interior. Donde hay que firmar?.. No hay payasos con gracia o sin ella, solo veo españoles..
Han pasado 42 años desde la muerte del dictador Franco. Bastaron 3 años desde su fallecimiento para llegar a aprobar en referendo en diciembre de 1978, la constitución que rige actualmente la organización política española. Ese período pasó a nuestra historia como “la transición”, un “tour de force” político que permitió pasar del anterior régimen dictatorial a una democracia homologable a las de la Europa occidental de nuestro entorno y que muchos catalogan como “modélico”. Para ello, se necesitó un acuerdo entre las principales fuerzas de oposición en el exilio con las élites franquistas gobernantes. Este proceso se llevó a cabo supuestamente con importantes cesiones por ambas partes con el ánimo de evitar un bloqueo del proceso por quienes detentaban el poder o, incluso peor, un enfrentamiento fratricida que rememorara nuestra cruenta guerra civil.
Pero, ¿quién cedió más? Parece evidente que el simple paso de un régimen dictatorial a uno democrático implica un elevado precio en cuanto a poder cedido por las clases dirigentes franquistas. Sin embargo, cabría preguntarse si el empecinamiento en mantener una dictadura era deseable para esos mismos dirigentes. El progreso económico pasaba invariablemente por instaurar una democracia en España. Cualquier otra opción habría sido nefasta para los negocios de la oligarquía gobernante. Incluso el propio ejército, profundamente ideologizado desde el principio de la dictadura debido a su implicación en la guerra civil, no podía ser ajeno a las inmensas posibilidades que les ofrecía el ingreso en organizaciones militares occidentales como la OTAN. En realidad, los días estaban contados para la dictadura; solo una pequeña minoría, obnubilada por la ideología franquista, estaba dispuesta a resistir los embates de los nuevos tiempos.
¿Y qué se cedió por la otra parte? Puede decirse que prácticamente todo. Primero, una ley de amnistía garantizó la impunidad de todos los crímenes de la dictadura y, consiguientemente, la permanencia en sus puestos de todo el aparato judicial, militar y policial franquista. Segundo, se mantuvieron los principales símbolos que identificaban el régimen franquista, la bandera rojigualda y el himno, la marcha real, en oposición a los de legítimo régimen republicano derribado a sangre y fuego tras el fracaso del golpe de estado fascista. Tercero, se mantuvo como jefe de estado al sucesor designado por el propio dictador, quien se convertiría en rey. Cuarto, se privilegió de forma clamorosa a la iglesia católica, activa colaboradora en el sostenimiento del franquismo durante los 40 años que duró ese régimen dictatorial. Sin ningún pudor, se aprobaron unos acuerdos con el ridículo miniestado vaticano de forma casi inmediata a la aprobación de la constitución, algo que no dejaba lugar a dudas a que su redacción había sido evidentemente anterior. Y, por si acaso, se obligaba constitucionalmente al estado a colaborar con “la iglesia católica”, algo en contradicción con la propia constitución que declaraba aconfesional (un sinónimo de laico, digan lo que digan) al estado. Un manifiesto ataque a la lógica plasmada en la máxima expresión legal del estado.
Todavía podríamos mencionar más concesiones, como una ley electoral ideada para sobredimensionar la representación de los territorios más conservadores del país, dominados incluso por redes caciquiles, un terreno abonado para partidos políticos originados directamente a partir de quienes detentaban hasta entonces el poder, o la mención a la misión de las fuerzas armadas en la defensa de la integridad territorial; es decir, que las fuerzas armadas podrían ser utilizadas para frenar una intentona secesionista, un asunto de rabiosa actualidad.
La justificación a todos estos abusos ha sido siempre la misma: era la única opción para una transición pacífica hacia un régimen democrático. Dejando aparte lo que ya hemos dicho sobre la inevitabilidad del advenimiento de un sistema político admisible entre las democracias occidentales, podemos preguntarnos sobre la evolución en estos 40 años de nuetro sistema político. Y, llegados a este punto el panorama es desalentador. Ya parece que nos hemos acostumbrado a que los restos del dictador Franco están depositados en el mastodóntico mausoleo ideado por el mismo, construido en régimen de práctica esclavitud por los prisioneros del bando vencido y sostenido por la iglesia católica, colaboradora activa durante la dictadura. Y ello, junto a los miles de republicanos asesinados por el bando fascista durante la guerra y, recordémoslo, después de ella, y cuyos cuerpos se mantienen en fosas comunes sin que puedan ser honrados por sus familiares aún vivos. Una situación dantesca que sitúa a nuestro país como “el segundo país del mundo en número de desapariciones después de Camboya, con más de cien mil hombres y mujeres que permanecen en fosas comunes, algunas con más de mil personas dentro, sin haber sido identificados y enterrados dignamente por sus familias”.
Y algunas noticias actuales nos dan claros indicios, si no pruebas, del regusto franquista que le ha quedado a nuestra democracia. La primera es la respuesta del actual rey, Felipe Borbón Grecia, a la petición de Izquierda Unida para suprimir el título del Ducado de Franco que reclama la nieta del dictador. Ni siquiera se digna responder directamente y es el jefe de la casa real quien da, como única contestación: “Su Majestad me ha encargado que, en Su nombre, le agradezca esta información y le envíe un cordial saludo”. Es evidente que cualquier actuación por su parte pondría sobre la mesa los orígenes de su cargo en la dictadura franquista, pero la desatención a la petición es tan obvia que hiere la sensibilidad de cualquier persona que se precie mínimamente de demócrata.
La segunda es la negativa del gobierno de Rajoy a retirar una medalla al mérito policial a un torturador franquista, tristemente conocido como “Billy el niño”. Una medalla que, desde un punto de vista crematístico, le acarrea un incremento del 15% en la pensión que percibe del estado. Una negativa aplaudida, sin siquiera sonrojarse por ello, por los diputados del Partido Popular. El único tribunal que está dispuesto a juzgarle por sus crímenes ¡está en Argentina!
Sobradas razones hay, señores, para dar un giro y reformar, incluso de forma drástica, al que se ha dado en llamar como el régimen del 78, a que nos llevado “la modélica transición”. Pero, señores, que nadie se engañe: la transición era para esto.
El otro día leí un artículo en uno de esos medios que por estos lares no está permitido enlazar. Su título era: "Las chanclas ponen al descubierto el lado oscuro de la globalización", y el subtítulo rezaba: "La conexión entre contrabandistas, trabajadores prescindibles, recolectores de basura y los consumidores más pobres: esta es una de las historias más siniestras que puedas leer".
La entrada era interesante en general pero hubo un párrafo que me llamó especialmente la atención:
"[...] Aunque mil millones de personas en el mundo aún andan descalzas[...]"
Mil millones de personas aún van descalzas cuales pobres individuos prehistóricos (y ni eso, puesto que ya muchos trogloditas se fabricaban con soltura sus propios "zapatos"). Un dato desde luego increíble que posiblemente no muchas personas conozcan.
Así pues, en este punto y sabiendo lo que sabemos, perdonen que me ría cuando hay todavía quien dice y cree que el mundo va a "mejor". Por desgracia no es cierto, al menos de manera general. Es más, en realidad NUNCA en la historia del hombre hubo tanta DENSIDAD de población sufriendo y padeciendo simplemente para mantener y sostener el bienestar de una élite de humanos (autodenominada en estos momentos como "Occidente"). Y por supuesto siempre hubo ricos y pobres, nobles y plebeyos, señores y vasallos, patronos y trabajadores, en definitiva: "ciudadanos" y esclavos. Pero nunca jamás la cantidad neta de personas desfavorecidas fue tan alta (independientemente de que la favorecida también hoy sea alta). Es decir, que no vale con mirase uno el ombligo y alardear de lo bien que viven miles de millones; porque el hecho es que estos millones viven tan bien a costa de otros tantos miles de millones que sobreviven casi como animales en condiciones infrahumanas. Y si por ejemplo en la época romana eran unos pocos millones los que sostenían el gran nivel de vida de otros pocos millones, hoy sabemos que son miles de millones los que sostienen a todos esos privilegiados (entre los que nos encontramos)...¡pero hay que ser conscientes de que el hecho de que hoy día seamos "ciudadanos" tantísimas personas no indica que el mundo vaya realmente a "mejor", pues el hecho es que este bienestar corre a cargo del padecimiento de una ENORME cantidad de "desgraciados"!
A causa del crecimiento neto (exponencial) de la población de humanos acontecido en los últimos siglos, es un hecho que cada vez más población precaria ha sido requerida para mantener el bienestar social de los "acomodados" del planeta (los de la cara buena del planeta). Y lo peor vino sin duda con la globalización. Una globalización que no es ni más ni menos que la tradicional esclavitud puesta al día como mucho ingenio (esclavitud 2.0). En resumidas cuentas alimentamos y damos las migajas justas a una gran parte de la población mundial simplemente para que puedan crecer al ritmo necesario como para servir de soporte efectivo a nuestra sociedad del bienestar occidental. Y que no nos engañen por favor, se trata sólo de esto. Lo mismo que en la esclavitud de la época clásica o en la más reciente esclavitud americana, la cuestión es tratar a una parte de la humanidad como meros "animales" mecánicos a los que simplemente hay que alimentar para que no perezcan y tengan las fuerzas justas para trabajar duro en nuestro beneficio propio. Y el que vea algo más en esos actos "altruistas" del primer mundo hacia los "desfavorecidos" es; con perdón, un gran iluso.
Si nos salimos del pellejo de haber tenido la suerte de nacer en el lado bueno del mundo, es fácilmente constatable que en general (sin excluir a nadie del censo) el mundo no va ni mejor ni peor que antes; va como siempre...si no peor. De hecho, como ya he dicho, el hecho de que la población de humanos hoy día sea tan alta implica que los que sufren y malviven como "animales" de carga oprimidos en favor de los otros (los "ciudadanos") sea la masa neta de humanos más alta de la historia.
En resumen: que la cantidad de personas que hoy disfrutan de un bienestar social es enorme, pero no olvidemos que la base de la pirámide que realmente carga con este bienestar es inmensamente mayor. Hoy día hay en vida quizás más pobres, oprimidos, desvalidos, y afligidos que en toda la historia de la humanidad en su conjunto. E insistamos una vez más en el asunto: aunque es cierto que hay hoy mucha masa "señorial" en el mundo, el ratio neto entre "señores" y "vasallos" (la división entre la cantidad de unos entre la cantidad de otros) es muy similar a la del resto de la historia de la humanidad. Poco ha cambiado esencialmente y a grandes rasgos la calidad de vida media del conjunto de toda la población (por mucho que el marketing y el autoengaño nos hagan pensar lo contrario).
Pero no se trata tampoco de demonizar este ratio entre "amos" y "esclavos"; quizás sea esta diferencia o gradiente entre humanos algo natural y necesario. En realidad, es posible que en este mundo donde es un hecho que no hay de todo para todos (como tanto repetía el biólogo español Carlos Castrodeza), la mismísima termodinámica requiera que una gran masa de mano de obra malviviente soporte una pequeña cúspide en la pirámide del bienestar. Siendo este el caso no se trataría por tanto el asunto de algo "Bueno" o "Malo"; como no es ni bueno ni malo que el león se coma a la gacela. Se trataría de algo natural y necesario, de un hecho inevitable. Pero no obstante, y pese a que pudiera ser irremediable aprovecharse del "otro", creo que es de justicia reconocer al menos a ese "esclavo" que nos da de comer. Comprender y reconocer como poco lo que realmente pasa en el mundo; y no dejarnos engañar por el marketing que más o menos inconscientemente desde Occidente nos vendemos, en donde nos representamos a nosotros mismos como adalid y apoyo de esos "pobres" del tercer mundo. ¡No y mil veces no! ¡Son los "pobres" del tercer mundo los que con su esfuerzo mantienen nuestra sociedad, son ellos los que nos apoyan a nosotros; ellos son la base de nuestra abundancia y felicidad!...Y esa "ayuda" económica de la que tanto hacemos gala en el fondo no es más que el reflejo de cómo le echamos pienso a ese "ganado" con el que los "señores" tiramos hacia adelante.
Ya han pasado más de 100 años desde que empezó el genocidio contra el pueblo armenio, que es el segundo caso más conocido del exterminio por motivo de nacionalidad (después del Holocausto). Pero el reconocimiento de estos acontecimientos trágicos todavía constituye uno de los temas que llama la atención de la comunidad internacional. Es sabido que el genocidio armenio que costó más de un millon de víctimas fue reconocido por parlamentos de muchos países europeos, entre ellos, Austria, Francia, Bélgica, Suiza, etc. Sin embargo, no todos los estados miembros de la Unión Europea demuestran la solidaridad europea con el pueblo armenio. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien ha planteado esta cuestión muchas veces considera que la lucha por el reconocimiento de la tragedia ocurrida a principios del siglo pasado en el Imperio Otomano es la lucha por la verdad y justicia. Recientemente, el lider francés ha declarado que el genocidio armenio tendrá un Día del Recuerdo en el calendario oficial francés y ha llamado a reconocer el genocidio a nivel europeo.
Entoncés, ¿por qué los líderes de la UE tardan tanto en incluir en la agenda el asunto que tenía que haber estado resuelto hace mucho tiempo? Resultó que las instituciones europeas hacen caso omiso del problema del reconocimiento del genocidio armenio por motivos puramente políticos. El eurodiputado alemán, Elmar Brok, lo menciona en su carta dirigida al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
En su misiva Brok expresa la posición de la cancillera de Alemania, Angela Merkel, cuya opinión sin duda influye en la política de la UE. La líder alemana y el mismo Brok consideran que no es un buen momento para realizar la iniciativa de Macron: "... señora Merkel supone, y yo comparto plenamente su opinión, que la resolución del problema debe ser aplazada hasta el momento más apropiado porque afecta los intereses nacionales de Turquía". Recordamos que Turquía que tradicionalmente rechaza las acusaciones de las matanzas masivas de los armenios durante la Primera Guerra Mundial intenta por cualquier medio impedir que la comunidad internacional reconozca como genocidio los acontecimientos trágicos de hace 100 años y reacciona negativamente a las críticas de los países occidentales. Para la mayoría de los armenios la memoria sobre el genocidio no es el pasado lejano, sino la parte de la identidad nacional que se transmite de una generación a otra. Pero hay que recordar que lo que pasó con los armenios tiene importancia para la historia de cada nación. A pesar de esto, Merkel llama a toda la comunidad europea que siga ignorando el hecho histórico claramente establecido, evidentemente temiendo perjudicar las relaciones con Ankara de que depende la solución del problema migratorio. La cuestión del genocidio no debe ser una moneda de cambio y convertirse en un instrumento político. No se puede permitir que la política doméstica y exterior de la UE basada en los valores liberales dependa de las autoridades turcas que niegan los hechos históricos y evaden su responsabilidad. Nosotros, los europeos, debemos defender nuestros valores y demostrar la solidaridad europea con el pueblo armenio.
Hoy han dejado de funcionar todas las Apps móviles de menéame que hacen uso de la API. Para quien no este al tanto una API es una biblioteca de métodos y funciones que se ofrece para que otro software pueda hacer uso de ellas. Tener una API engrandece a una plataforma como menéame, que permite crear una diversidad de proyectos alrededor de este, enriqueciendo la experiencia de usuario y fortaleciendo menéame como marca y comunidad.
En total son mas de 15.000 usuarios los que accedían por este método. Algunos de nosotros accedemos a menéame con el móvil y preferimos ir a tiro hecho a través de una aplicación. Yo he sido el creador de una de estas apps y aunque últimamente la tenia un poco abandonada, fue un proyecto personal con el que aprendí a programar apps y ofrecer una experiencia distinta al usuario final. No era nada del otro mundo pero le tenía un cariño especial por ser la primera y cuando tenia algún hueco le intentaba agregar alguna mejora.
La Api sigue funcionando, pero se rechaza toda petición o imagen desde las apps, afectando a todas las versiones y todas las app, excepto las que usan Rss. Esto me hace pensar que quizá se haya cambiado algo desde el servidor. ¿Alguien puede arrojar algo de luz?
Hace unos meses en este artículo, se hablaba de que el futuro tecnológico de menéame pasaba por mejorar la api y lanzar una app oficial de menéame. ¿Hay novedades?
PD. Parece que ya está todo en orden! Gracias por la rápida solución!
Un ciudadano americano entra en una tienda de artículos de vapeo con una camiseta de Trump y una gorra de las de "Make America great again". El dependiente trata de expulsarle acusándolo de racista, y el cliente amenaza con llamar a la policía. Entonces pierde los nervios y la discusión se torna agresiva.
www.youtube.com/watch?v=F8y3c_zwCPg
El mismo tipo subió un vídeo momentos después en otro establecimiento similar, donde la dependienta, que afirma ser demócrata liberal, se muestra indignada tras ver el vídeo grabado momentos antes, y atiende al cliente con total amabilidad. Sólo disponible en Facebook.
www.facebook.com/Ian.Furgeson/videos/2049728521750884/
Un ejemplo del ambiente político actual de Estados Unidos, excesivamente polarizado y desquiciado. Próximamente en España.
ACTUALIZACIÓN:
El dependiente ha sido despedido. La tienda para la que trabajaba, Xhale City, emitió un comunicado anunciándolo y pidiendo disculpas. La tienda ha cerrado temporalmente su cuenta de Facebook y Twitter.
Tiene gracia que hace solo unas pocas semanas preguntaba, con cierta vergüenza por no saberlo, que era un strike y justo hace un par de días va y me cae uno por incitación al odio, la verdad que para mi es un progreso ya que hasta ahora siempre había pensado que solo soy capaz de incitar a la risa :)
Durante unos años fui administrador y moderador de un foro con varios miles de usuarios donde, por cierto, era usuaria una moderadora de Menéame con la que hice una buena amistad pero, como suele pasar con estas cosas, fuimos perdiendo el contacto al dejar ambos ese foro. Bueno, esto lo comento porque no seré yo quien me ponga a discutir las normas del sitio ni la actuación de los moderadores, en mi tiempo usé bastantes veces la frase de "Si no te gustan las normas, ahí tienes la puerta", y eso es lo que haré, coger la puerta.
Realmente no se trata de un rebote, solo que si hay compañeros que reportan algo tan tonto como lo que escribí, que tampoco voy a poner el enlace porque no quiero entrar en esa discusión, y hay moderadores que piensan que no debí escribirlo pues, la verdad, es que no me apetece comentar nada más, a mi me gusta escribir las cosas como las siento y no me apetece comportarme como si estuviese en una escuela de señoritas.
Bueno, pues nada más, en unos días daré de baja la cuenta y quería despedirme usando las palabras de mi añorado Douglas Adams, he pasado buenos ratos aquí, he tenido buenas discusiones y he aprendido bastantes cosas. Espero que los compañeros de piel fina disfruten de este espacio seguro que están ayudando a crear y que no se vean "triggereados" por las opiniones de tipos asalvajados como yo.
Un abrazo y, So Long, and Thanks for All the Fish.
Hay un dato de los resultados de las recientes elecciones generales celebradas en España que parece estar pasándose por alto. El número de diputados obtenidos por PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos en conjunto es 222, un número que supone más de los tres quintos de la cámara, mayoría que también tendrían en el Senado. Ambos hechos permiten realizar reformas de la Constitución siempre que no afecten a las partes especialmente protegidas que requieren dos tercios en ambas cámaras además de elecciones generales y referéndum. ¿Acaso no es posible que estos tres partidos se pongan de acuerdo para realizar una gran reforma constitucional que incluya modificaciones de sentido común en las que todo el que quiera una España mejor y más moderna estaría de acuerdo? El PP y Vox no podrían bloquear las reformas, solo forzar la realización de un referéndum.
Ya han pasado las elecciones y, al menos de momento, se ha conjurado el peligro de que la derecha nostálgica de la dictadura nacionalcatólica acceda al poder. En caso contrario, es evidente que había un peligro real de retroceder en temas esenciales para avanzar en el Estado de Derecho y en la modernización de España.
No se ha decidido aún qué gobierno se va a formar. Es evidente que algunos de los temas enarbolados por Pedro Sánchez para ganar las primarias a Secretario general del PSOE corren peligro de caer en el olvido dependiendo de que el gobierno sea PSOE con Ciudadanos, PSOE con Unidas Podemos, o PSOE en solitario.
Debe recordar Pedro Sánchez que debe sus victorias electorales a los sectores más progresistas de sus militantes y de sus posibles votantes. Voy a pensar que, con bastante seguridad, algunos temas serán abordados y resueltos en esta legislatura:
- exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos y su traslado a un lugar donde no puedan ser homenajeados por la extrema derecha neofranquista.
- dotación de medios a la ley de memoria histórica para avanzar en la recuperación de los restos de víctimas de la dictadura franquista.
- Aprobación de una Ley de Eutanasia.
- Derogación de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa y su sustitución por una ley de Libertad de Conciencia en la que la ofensa a sentimientos religiosos deje de ser un delito, equiparando el tratamiento de las religiones a todas las demás creencias o ideologías.
- Obligar a la iglesia católica al pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) por los edificios no dedicados al culto.
- Realizar una lista exhaustiva de inmuebles inmatriculados por la iglesia católica y devolución de todos los que se hubieran adjudicado de manera fraudulenta, de lo cual ya existen abundantes ejemplos.
Pero un auténtico gobierno progresista, que podría darse únicamente si Podemos entrar en el gobierno, debería profundizar mucho más en la Memoria Histórica y en la Laicidad del Estado. En particular, la eliminación de todos los privilegios de la iglesia católica pasa por la denuncia y posterior derogación de los acuerdos con el Vaticano, negociados por las autoridades surgidas del franquismo y aprobados subrepticiamente, a espaldas del pueblo, tras la promulgación de la constitución del 78. Una operación cuya justificación es la ambigua redacción de texto fundamental que, por un lado, declara aconfesional el estado, y por otro, le obliga a ser confesional en la práctica. Esta derogación de los acuerdos con la jerarquía católica romana aparecía entre los objetivos de Pedro Sánchez, pero se ha desvanecido últimamente tanto del programa del PSOE como de la campaña electoral.
Cabe plantearse objetivos más ambiciosos, pero que ya obligarían a reformar la Constitución para eliminar todos los restos de la dictadura franquista que los poderes políticos y militares de la época obligaron a dejar registrados en su redacción. En particular, la Monarquía Borbónica. La evolución positiva del sentimiento republicano y la creciente secularización de la sociedad hacen que debamos ser optimistas, pero aún hace falta algo de tiempo.
Salud.
En vez de atender a los economistas modernos, vamos a darnos una vuelta hoy por un antiguo debate, aunque las circunstancias posteriores hicieron que uno de ellos abandonara el ring por razones ajenas a sus postulados. O no tan ajenas. Pero esa es otra historia.
Keynes afirmaba que la liberalización del mercado de trabajo y el abaratamiento del despido generaría siempre más riqueza y más empleo. Cuando el patrón sabe que puede desprenderse en cualquier momento de los trabajadores sobrantes, no es reacio a contratar más cuando lo necesita. Esto hace que exista, en cualquier momento, un porcentaje superior de gente trabajando, que es gente recibiendo un salario y gente consumiendo, lo cual hace crecer la demanda, la economía y la producción, generando un círculo virtuoso de prosperidad para todos. O Dicho de otro modo: si el despido es costoso, aunque necesites nueve te arreglas con ocho, y ese tipo que se queda en la calle no está cobrando un salario. Eso, multiplicado por millares de empresas, puede aumentar el desempleo hasta un tres o un cuatro por ciento, lo que podría evitarse con la liberalización del factor trabajo, que sería beneficiosa para todos.
Schacht no negaba la realidad de ese mecanismo, pero introducía un matiz: si el despido se facilita, los trabajadores se sentirán inseguros, lo que los retraerá de consumir, especialmente bienes de valor alto, porque preferirán ahorrar una parte mayor de su renta. Y no sólo se retraerá un tres o un cuatro por ciento de los trabajadores, sino que todos estarán inseguros y todos se echarán para atrás por ese factor miedo. Así, el abaratamiento del despido producirá más miedo, menos demanda, menos consumo y por tanto, recesión, desempleo, menos producción y países que a medio plazo se van al carajo en una espiral de reducción de su economía.
El combate continúa. Sus apuestas, señores
Hoy en el diario El Mundo nos encontramos con esta noticia: "La guerra de los drones". En este interesante artículo nos dicen que:
"[...]la posibilidad de comprar drones comerciales baratos otorga a muchos grupos armados una gama de capacidades con las que no podrían haber soñado hace tan solo unos años. Tales drones se pueden usar como misiles guiados rudimentarios o para soltar pequeñas municiones"
Y la verdad es que se quedan cortos. Sin duda lo próximo que veremos (en quizás una década) será la posibilidad de que grupos terroristas (y grupos armados humildes en general) sean capaces de dotar a estos drones de IA (también barata, ya que lo caro en este caso es investigar, descubrir y entrenar los modelos neuronales que luego pueden clonarse casi gratis).
Esta IA podría reconocer y buscar activamente objetivos muy concretos: personas particulares de especial interés táctico (presidentes de gobierno dando mítines, celebridades religiosas o de cualquier otro tipo, etc), objetivos militares muy concretos y escondidos (adentrándose por poner un ejemplo en la sala de misiles de un portaaviones y haciendo saltar por los aires al mismo con un simple disparo, etc.); y por supuesto lo peor de todo, objetivos terroristas. Imaginad lo que podrán hacer esos bestias soltando un dron en una gran ciudad el cual tenga programado la simple tarea de buscar personas y dispararles mientras les aguante la batería. Un dron capaz de llegar a baja altura, esquivar edificios y otros obstáculos, buscar nuevos objetivos cuando no les quede "personas" vivas a la vista...¡y todo sin supervisión humana ni control remoto! Activas desde varios kilómetros de distancia un par de "bichos" de estos y te vas del país mientras ellos hacen su "tarea" (se podrían activar incluso por móvil estando ya el terrorista en otro país).
La IA tiene un potencial destructivo autónomo que en las próximas décadas se verá reflejado en muchos frentes conforme esta IA mejore y sea accesible. Y uno de los frentes más "prometedores" a los que los grupos armados más humildes y los grupos terroristas van a poder acceder será precisamente al de drones simples con modelos neuronales cargados en su sistema.
En el futuro los insurgentes en general no buscarán mártires que se inmolen sino ingenieros y científicos capaces de cargar estos baratos drones con las armas y la autonomía informática necesaria.
Después de colgar en otro apartado este maravilloso texto sobre el fraude, creo que estaría bien darle un pequeño repaso a cual es el principal problema que padece todo lo que es administrado desde el Gobierno o desde una institución pública.
A menudo, y más en foros como este, se dice que esto o aquello debería nacionalizarse, o ser administrado por el Estado. Otros alegan que, cuando se hace semejante cosa, todo funciona mal y acabamos pagando el pato a escote. Puede que ambos tengan su parte de razón, pero como ya conocemos de sobra los incentivos de la iniciativa privada, que son enriquecerse y el que venga detrás que arree, vamos a ver cual es el problema de incentivos que golpe a todo lo público:
El principal es que, en democracia, los administradores públicos reciben los votos de los administrados pero no pagan los gastos. Por esa razón, pro ejemplo, los funcionarios tiene mejores condiciones laborales.
En una negociación laboral del sector público, ¿qué puñetero incentivo tiene el político para negociar con dureza? Él quiere los votos de los funcionarios, pero no les va a pagar de su bolsillo. ¿Por qué demonios les iba a negar una reducción de jornada, días de asuntos propios, moscosos, más vacaciones o lo que sea? ¿Por qué iba a hacer una cosa así cuando su deseo es quedar bien y el coste personal de sus decisiones es cero?
¿Por qué un jefe de servicio va a controlar que los funcionarios a su cargo cumplan el horario o cumplan con las tareas asignadas? ¿Para quedar mal con los compañeros? ¿No es mejor decir que no es posible y exigir más personal? Con eso aumenta su poder (más personas bajo su mando) y tiene a todo el mundo contento y tranquilo. ¿Por qué demonios se iba él a malquistar con la gente con la que trabaja a diario sin ganar nada?
Yo lo he visto en León en diversos servicios municipales. Vive y deja vivir. Si no se podan los árboles ahora, se podarán cuando toque. O nunca. Si la gente no va a trabajar, o llega tarde, el capataz los tapa, el concejal tapa al capataz, y el alcalde al ciudadano. ¿Qué coño importan los putos árboles? ¿Vamos a llevarnos mal por eso? Las bombillas ya se irán cambiando. Las obras de una calle, que deberían llevar un mes, que lleven siete, que total nos van a mandar a otro lado. En el sueldo nos engañarán, pero en el trabajo...
La tragedia de lo publico es que los administradores no se ven perjudicados pro su generosidad con lo que no es suyo, ni por sus malas decisiones. Los bancos públicos, como el ICO, tiene tasas de morosidad muchas veces mayores que los privados porque dan créditos sabiendo que serán incobrables, y lo hacen porque nadie les pedirá cuentas y les importa, sobre todo, quedar bien y cambiar por favor por favor. Las empresas públicas pagan mejores sueldos porque los que los acuerdan no los pagan de su bolsillo.
Lo público cuesta más porque controla significa llevarse mal con alguien, y no vale la pena asumir ese coste a cambio de nada.
La tragedia de lo público es que la combinación de democracia y propiedad común sólo genera incentivos perversos.
Lástima.
Aunque ya no tengo cuenta en menéame, sigo visitando la web a menudo, pues durante estos años le he cogido bastante cariño. Aparte de ideas e informaciones interesantes, aquí he encontrado a gente digna de ser conocida, y he disfrutado de quedadas muy agradables con usuarios como @teleka , @maria1988, @rusadir, @zurditorium @recca o @pulgosila . Creo que, en abstracto, menéame es una herramienta útil para amueblar mentes, despertar conciencias y dar a la gente una perspectiva más completa de la realidad, además de crear relaciones humanas valiosas y duraderas en una sociedad donde esto resulta cada vez más difícil.
Por eso me ha apenado ver la marcha de otros usuarios que aportaban singularmente a la web, como @anxosan www.meneame.net/story/adios-a-meneame , que se fue debido a la censura de un artículo donde denunciaba la estafa que constituye la homeopatía ejemplificándola con una farmacia que, junto a productos médicos debidamente testados, ofrece camelos homeopáticos. Según parece, la censura nació de una queja de la farmacia que exigió la retirada del artículo. Pese a que jurídicamente su texto era inatacable (se limitaba a describir hechos ciertos y criticarlos legítimamente) se le censuró. Según ese criterio, debería censurarse a quienes llaman estafadores a los bancos por las cláusulas suelo, o a las diversas iglesias por forrarse prometiendo la vida eterna. Pero el miedo a una demanda (pese a que sus posibilidades de prosperar eran prácticamente inexistentes, por no decir nulas) pudo a la defensa de las libertades de un usuario, y @anxosan se fue tras la censura.
También he visto strikes por críticas que no incitaban al odio ni injuriaban a nadie (algunas de ellas contra usuarios abiertamente fachas, pero que también tienen derecho a expresarse mientras no delincan con sus palabras) e infinidad de noticias interesantes tumbadas por los comandos negativizadores, hoy omnipotentes debido al tremendo peso de los negativos en menéame, la gran proliferación de cuentas creadas en noviembre y diciembre de 2019 sólo para negativizar y una actividad cada vez menor en la web. Porque tal vez el peso de los negativos fuese razonable en 2007, cuando cualquier noticia tenía como mínimo 500 votos y 10 negativos no eran nada. Pero no ahora, cuando el número de usuarios activos se ha hundido y un comando de 10 negativizadores tiene un poder inmenso para controlar la portada.
En dicha tesitura y sin reformas, no veo futuro a menéame. Si los negativos viesen reducido su peso en el algoritmo a un 20% del que actualmente tienen (o directamente se eliminasen) y los admin ciñesen los strikes a las expresiones delictivas y contrarias a los Derechos Humanos, menéame tendría alguna posibilidad de salir adelante. En el fondo, una web que vive de sus usuarios sólo puede subsistir si éstos se sienten bien tratados. Y no hay nada que hiera más a un adulto racional que percibir una limitación arbitraria de sus libertades o sentirse rehén de un comando de incels (o adoradores de Putin, o lo que sea) con capacidad para censurar a fuerza de negativos todo lo que pretenda expresar.
Por eso me fui de menéame, esperando que mi marcha (aisladamente irrelevante) y la de otros usuarios que piensen lo mismo que yo, hiciese ver a la administración que sin las reformas adecuadas esto se hundirá. Y lograr así que, aunque fuese por mero ánimo de lucro (ya que menéame es una empresa creada para ganar dinero) hiciesen lo que deben hacer para asegurar el futuro de la página. Ello no ha sucedido hasta el momento, y por tal causa permaneceré durante todo 2020 (salvo que se den las reformas antedichas) lejos de aquí. Creo que es la forma más idónea para lograrlas (aunque, como digo, mi marcha aislada no tenga impacto, pero sí unida a la de toda la gente harta de la actual situación).
Así que os deseo un feliz 2020 desde la distancia y, aunque la cuenta desde la que os escribo se autodestruirá en 24 horas, espero poder volver pronto a un menéame muy distinto del actual. Un fuerte abrazo para todos del viejo Livingstone85 (si alguien duda de si soy yo o un suplantador, puede preguntar a @zurditorium , a quien acabo de comentar que he escrito este artículo en un grupo de whatsapp que compartimos con otros meneantes).
Empezaré con un disclaimer: no tengo pruebas definitivas, así que en todo momento debéis tener en cuenta que lo que comentaré son mis sospechas personales y relativamente subjetivas. Intentaré pues ser claro respecto a qué me lleva a pensar que Coursera no paga IVA por los servicios que ofrece en Europa (aunque debería).
Ahora bien, tienen alguna obligación las empresas de fuera de la UE de pagar IVA cuando nos ofrecen sus servicios o productos? Pues parece que sí, aunque no tengan base en la UE.
Aquí dos enlaces que lo explican, uno oficial, pero muy escueto, y otro de estilo más cercano pero no oficial:
La verdad es que estoy sorprendido de ser el primero que comente esto públicamente. Alguien con más conocimiento sobre el tema que pueda aportar algo de luz?
Saludos.
Los que no vivimos en esas megaurbes vibrantes donde parece estar todo lo que se hace, estamos acostumbrados a escuchar que se fomenta el crecimiento de esos centros urbanos porque generan sinergias, aprovechan mejor los recursos y producen mejores resultados económicos y humanos. La alta densidad de población es atractiva para las empresas y reduce costes en la oferta de servicios públicos. Como además hay mucha gente que va a agradecerte esos servicios con su voto, pues los políticos tienen todos los incentivos para invertir allí lo de todos, y al resto que nos jodan. Sin eufemismos ni paliativos.
En el fondo, lo que nos vienen a decir, y puede que con razón, es que los pueblos son menos eficientes, una especie de capricho, y que de alguna manera ya está bien de que esas urbes subvencionen los servicios en lugares apartados, en medio de la nada.. donde residen personas que generan un valor añadido por debajo de la media.
En principio no estoy de acuerdo ni en desacuerdo con la idea, pero me gustaría señalar que si eso es aceptable para las ciudades puede serlo también para las personas, y que puede resultar igualmente acertado afirmar que ya está bien de emplear recursos en los que no producen nada, en los que no han estudiado, en los que no generan sinergias ni crecimientos de productividad, por no mencionar a los que ya no van a producir más o a los que nunca van a producir nada, porque no valen para nada, o porque sus circunstancias los alejan de la economía de mercado
Y utilizo esas expresiones concretas porque son, textualmente, las mismas que he escuchado a otros emplear sobre mi pueblo, mi comarca o mi región.
Y propongo que el método de gestión que se aplica a los territorios se aplique a las personas. Porque lo de la ley del embudo a lo mejor ya cansa un poco.
Porque el doble rasero ya sabemos de qué va; y de aquí, de estas cosas, es de donde procede el desapego de algunos a las ideas que, disfrazadas de solidarias, convierten a los mismos siempre en perdedores.
De aquí sale que ciertas ideas nos parezcan lesivas, adversarias y peligrosas a los que no vimos en una gran urbe. Y luego vienen los lloros cuando votamos algo que los cosmopolitas no les gusta... Ya... Ni a nosotros, pero a veces no nos queda más remedio...
En esta discusión nacional sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de la que somos testigos y participes ya desde hace algún tiempo, suelo encontrar entre aquellos que se oponen a la existencia de este SMI un gran grupo de personas que aseguran, con toda rotundidad y en apariencia sin dudas, que en base a la sola eliminación del SMI los salarios acabarán por superar ese mínimo legal por trabajar. Podríamos resumir en dos partes y de forma sencilla (huiré de términos complejos) la argumentación que les hace llegar a esta "atrevida" conclusión (luego verán porque destaco "atrevida"). Vamos con el primer argumento:
Hasta aquí su primera argumentación. Y aquí uno que escribe se pregunta: ¿acaso el hecho de que cierto salario obligatorio sea supuesta barrera para la creación de empresas cambiará porque a este se llegue vía mercado?, ¿cierto coste laboral deja de ser el mismo porque a este se llegue solo gracias a la acción de la oferta y demanda de trabajadores?. Creo que la respuesta es evidente, igual que lo que la sigue: si nada cambia más que la eliminación de un SMI, según la acción de la oferta y demanda de un mercado laboral desregulado acerque los salarios a ese anterior SMI, estos se situarán en un punto de equilibrio por debajo de ese SMI, ya que cierto mismo coste y la dificultad que este pueda generar para incentivar la inversión no cambia por el hecho de ser obligatorio o no.
¿De dónde sacan entonces que eliminando el SMI esos salarios aumentarán? Y aquí llegamos a la segunda parte de su argumentación:
Pero lo cierto es que por mucho que "aseguren", lo más que pueden hacer es "confiar", ahora comprenderán ustedes porque más arriba destacaba como "atrevida" toda esta argumentación. Curioso que solamos ser testigos de como, algunos de estos que abogan por la eliminación del SMI pudiéndose agarrar solo a tal apuesta, son los mismos que acusan a los defensores de "querer conocer la reacción de un mercado complejo". En cierta manera esta contradicción no deja de ser la propia de todo su discurso: por más que como apóstoles prediquen, bajo esa extraña idea suya de libertad, la plenitud a la que llegaremos rindiendo honores a esa deidad benevolente de un malentendido "mercado", fruto del idealismo más burdo, en la práctica no hacen otra cosa que prescribir, como doctores en su consulta, cuales deben ser las recetas apropiadas que debieran conducir ese mismo mercado, por muchos que en sus cabezas piensen que la "inacción" no es política (la dialéctica de la "inacción" y la "acción", pero eso ya es otro asunto...). Vamos, que hacen lo mismo que el resto de los que en esta discusión participamos, opinar que política económica pensamos que sería la correcta para conducir el mercado laboral (su política, la desregulada por el estado).
Estaremos dispuestos a admitir que tal vez sea posible que la eliminación del SMI conduzca a una disminución de la tasa de paro a costa de rebajar los salarios, incluso que el posible aumento excesivo que ahora asoma de este SMI pueda provocar más paro; a partir de aquí podemos hablar. Pero por favor no caigamos en la candidez de pensar que solo la simple eliminación de este mínimo traerá que las nóminas de aquellos asalariados que ahora lo cobran fueran a crecer. Muchos otros defensores de la eliminación del SMI al menos no se esconden de esto, y aquí ya entraría un debate de otra índole.
En el descargo de estas personas, y volviendo al ejemplo de los doctores, diremos que es conocido esa tozudez del pensamiento humano que mucha veces nos lleva una y otra vez a confundir los síntomas con las causas. Nuestro tejido productivo se basa en ofrecer productos y servicios de bajo y medio valor añadido, cosa que obliga a nuestras empresas a tener que buscar rentabilidades a base de reducir costes, y entre estos especialmente el coste laboral que es de los pocos donde podemos incidir. De igual manera, la razón de que existan economías más potentes sin SMI (cosa que algunos nos repiten como ejemplo hasta la saciedad) no se debe al hecho de la no existencia de un salario mínimo en su regulación laboral, sino a que suelen ofrecer productos y servicios de alto valor, cosa que permite a su tejido empresarial el no tener que buscar la rentabilidad en presión a costes laborales.
Cuando nuestra sociedad (y esto nos incluirá a todos) decidan, cada uno desde su posición, afrontar la difícil tarea de crear un tejido productivo de alto valor, cuando el beneficio de unos no se vaya a deber a la escasez de otros, entonces, solo entonces, estaremos algunos dispuestos a afrontar la eliminación del salario mínimo . Claro que según esos mismos apóstoles de la libertad anteriormente citados, ¿quienes somos nosotros para decirle a nadie lo que debe hacer?...
Tras comentar con otros meneantes este artículo, veo con gran placer que no sólo hemos acercado posturas, sino que mi propio punto de vista ha variado y creo que sustancialmente.
Supongo que al dejarme convencer de algo corro el riesgo de perder la nacionalidad española, pero si no asumiera, cuando escribo, que los demás pueden enseñarme algo, dejaría de hacerlo. Por eso doy las gracias a los amigos que han tenido a bien explicarme de manera convincente algunos extremos y, con vuestro permiso, sintetizo mi nuevo punto de vista sobre el asunto, que puede ser quizás más reaccionario que el anterior, pero es bien distinto.
-El dinero público debe ser gestionado con honradez y sobre todo con eficiencia. Tanto derecho tiene a recibir una beca un joven que quiere estudiar, como a recibir el mismo importe para montar un negocio un joven que no quiere seguir estudiando. Por ese camino, creo que no vamos a ningún lado.
-La igualdad de oportunidades es un bien mayor que el mérito académico y debe ser defendida antes y en primer lugar. Sin igualdad de oportunidades no hay ninguna sociedad que se mantenga mínimamente sana, y en caso de colisión entre varios valores es conveniente darle preferencia a esta.
-La igualdad de oportunidades puede generarse de dos modos: repartiendo dinero entre quienes no se pueden pagar los estudios o impidiendo acceder a estudios superiores a los que, sin valía académica, se lo pueden permitir. Lo primero significa repartir becas, y lo segundo realizar pruebas de corte mucho más exigentes para acceder a la Universidad pública o a la privada.
Repartir becas es gastar el dinero de todos. Limitar el acceso a las mejores notas es elevar el nivel. Desde luego, personalmente prefiero el segundo método, pero no es posible implementarlo porque los centros privados no están dispuestos a renunciar a los ingresos que suponen los ricos sin talento. De estos centros privados y de su poder económico procede la principal oposición a que se eleve el nivel de exigencia y, por ello, son esos mismos centros privados los que prefieren que nos gastemos el dinero de todos en igualar por abajo, repartiendo dinero público a mansalva entre los más humildes, antes que exigiendo unas notas que eliminasen como clientes a los estudiantes mediocres pero acaudalados.
La solución sería exigir más y tener una Universidad de la excelencia, pero los poderes económicos están interesados en que se exija menos y se gaste dinero público en mantener ese sistema por abajo.
Resulta, así, que la generalización de las becas es una idea profundamente reaccionaria, que hasta el dinero público en engordar las arcas de la enseñanza privada mientras, a la postre, los buenos puestos de trabajo se reservan para los de siempre.
Cojonudo, vaya.
No parecen andar las cosas muy boyantes en Libertad Digital cuando vuelve a pedir dinero a sus accionistas, la tercera vez desde 2016. Ha anunciado una ampliación de capital de 200.551 acciones, con un valor nominal de 10 euros por acción y una prima de emisión de 11 euros. Si se alcanzase el 100% de la suscripción, supondría un total de 4.211.571 euros.
Las anteriores ampliaciones no fueron del todo exitosas:
El grupo Libertad Digital lleva varios ejercicios encadenando pérdidas (753.000 euros en 2016 y 302.000 euros en 2017) y en la información de la ampliación de capital ya anuncia que las de 2019 serán de unos 100.000 euros. En el año 2013 logró salvar una situación complicada vendiendo las licencias de TDT que le había dado el gobierno de Esperanza Aguirre en Madrid por unos 3 millones de euros.
Aunque las sucesivas ampliaciones de capital se han vendido por parte de la empresa como forma de ganar músculo y afrontar nuevos proyectos, parecen más bien una forma de tapar las continuas pérdidas.
Se ha liado una buena con el último artículo que he publicado www.meneame.net/m/Artículos/llevo-saltandome-confinamiento-desde-prim el cual, para mayor gloria de las arcas de @dseijo, lleva ya unos 20.000 clicks. Quería que pasaran 24 horas hasta confesaros la verdad, a fin de que floreciese un profundo debate sobre las claves de lo que mi personaje representa.
Efectivamente, mi amigo no existe. Muchos de los que me leéis os habéis dado cuenta de que la redacción del mensaje coincide con mi estilo. No existe, y tampoco es un relato autobiográfico. Pueden dar fe de ello algunos meneantes que han estado en mi casa, como @rusadir, y que saben que vivo en el centro de mi ciudad, pegado a una de las carreteras principales por la que pasan centenares de coches todos los días (y, en la actualidad, decenas de coches de la policía, hasta el punto de que casi todas las veces que me asomo a la ventana veo uno patrullando). En dicha tesitura, saltarse el confinamiento es misión imposible.
¿Por qué me inventé al personaje? Por esto www.abc.es/opinion/abci-francisco-soriano-carta-hombre-mayor-y-enfermo y por esto www.20minutos.es/deportes/noticia/4194309/0/atletas-runners-correr-cor Los franceses no han dejado de disfrutar de su derecho a salir a la calle (aunque sea media hora para estirar las piernas) ni un solo día, pese a que allí la pandemia ha atacado casi con idéntica dureza que en España. Y los españoles que por edad, tamaño exiguo de su casa y otros motivos están pasando un infierno al no poder moverse de su hogar durante 2 meses, me hacen pensar que la solución francesa era muy razonable, y que en España no se han tenido en cuenta los estragos que para estas personas está causando el confinamiento.
También me lo inventé porque, desde mi casa, recibí numerosas fotos (aparte de las que salían en prensa) del cachondeo que se montó con la salida de los niños en el centro de mi ciudad. Corrillos de padres sin mascarilla, críos jugando en grupo...y apostaría a que entre esa gente había no pocos talibanes del confinamiento, pero que carecen del suficiente juicio como para impedir que su hijo toque con las manos un balón que ha rodado por el suelo o para llevarle a una calle desierta en lugar de al sitio donde se hacina todo el mundo.
En suma, quería generar un debate más allá del dogmatismo del "la ley es la ley y quien sale a la calle media hora a dar una vuelta a la manzana es un asesino". Porque los franceses lo hacen y no lo son. Porque no es lo mismo que un anciano se ponga una mascarilla y salga a dar una vuelta solo, que arremolinarse en un lugar atestado de gente. Porque a mí, sinceramente, me da igual que ese anciano se dé un paseo aunque yo no pueda, ya que no genera riesgo para nadie. Pero me preocupa que manadas de borregos se junten sin mascarilla y a dos palmos en cuanto les dan la menor opción, pese a que tienen la posibilidad de ir por calles adyacentes sin correr ese peligro.
En este país nos hace falta mucho espíritu crítico y mucha tolerancia. Y por ese motivo me he permitido mentiros, por lo que ahora os pido disculpas. Los cientos de comentarios que lleva el tema son un interesante reflejo de nuestra sociedad, y eso es esperanzador, porque hay algunos dignos de enmarcar, como el de @marionetto:
El mensaje que da el artículo es lo importante.
Es preferible un individuo que se salta el confinamiento pero usando la cabeza y evitando en toda medida la posibilidad de contagio, a el individuo que solo se atiene a la norma por la norma, y en cuanto se lo permiten va de cabeza a contagiarse y contagiar. Eso sí, cumple y hace cumplir.
Observamos otras medidas mas tolerantes aplicadas en paises Europeos y que apelan al sentido común del personal para no contagiarse. Pero España es diferente, sí.
Lo dicho, mil perdones y os prometo que no volveré a mentiros aunque el fin pueda merecerlo.
II
SEBASTIÁN OLITE
Así fue como empezó todo, sí.
Lo de llamarle Operación Wonder supongo que surgió de una gracia de alguien del departamento, como casi todos los nombres de las operaciones policiales. Cuando se elige un nombre para un operativo se suele buscar uno que tenga doble significado: el de puertas afuera y el de consumo interno. Por ejemplo, hubo una operación contra la inmigración ilegal a la que se le llamó Operación Ensayo, y no tenía nada que ver con pruebas, experimentos ni laboratorios, sino con una jugada de rugby. Se le llamó Operación Ensayo porque Patada a Seguir le pareció inadecuado al comisario.
¿Que somos un poco brutos los policías? Pues sí, a veces sí, pero no me negará que por una parte es casi mejor: no se puede contratar a alguien para que ejerza de perro guardián de la sociedad y luego pedirle que se comporte como un hamster. Pero a veces, más de las que se imagina, no es que seamos insensibles, sino que utilizamos esta clase de retórica para no pensar en lo que no nos corresponde. Aquí, si te pasas pensando, acabas de baja por depresión a los seis meses: pregunte por el índice de suicidios en los Cuerpos de Seguridad del Estado y me cuenta luego, si es que lo duda. Y compárelo luego con el índice de suicidios entre los jueces y nos reímos un rato.
Esto era lo que decía siempre el comisario, que nunca creyó que los jueces y los policías estuviésemos en el mismo bando. Y encima se alegraba porque, según él, cuando en un país se compinchan los jueces y los policías lo mejor es largarse cuanto antes.
Era buen tío el comisario Martínez. Y buen superior. Se jubiló a primeros de marzo, con más años de servicio que el palo de la bandera, como se suele decir, y desde entonces no lo he vuelto a ver, ni siquiera en esas cenas de Navidad como a la que dice usted que asistió. No frecuenta mucho a los antiguos compañeros, creo. Tenía casa aquí en Madrid, pero era de un pueblo de las montañas de León, en casa Cristo, y se marcha para allá meses enteros. Dice que aquella es tierra de osos y lobos, y no de monos y loros, como esta. Bromas suyas. Ya le digo que era un tipo curioso.
Nos enseñó muchas cosas, incluso a los que nos las damos de duros, o de experimentados. Él si que tenía concha, aunque llevara veinte años en el despacho. Pero concha de otro tipo. Hay muchos policías que dicen que cuando llueve hay que ponerse a cubierto. Para Martínez, la lluvia podía significar que hay que ponerse a cubierto, o salir a coger setas, o sembrar patatas, o localizar la gotera que está pudriendo las vigas del tejado. Nunca sabías lo que iba a interpretar en una noticia o en una circular interior, pero solía acertar. Si es que decía algo, claro, porque era de esa clase de personas que hablan mucho pero callan más, y todo al mismo tiempo.
Y hacía bien, porque a menudo es mejor no hablar de ciertas cosas, o ni siquiera pensar en ellas: olvidarlas cuanto antes y ya esta.
Este caso por el que me pregunta también tuvo su puerta trasera, y por eso seguramente querrá que le hable de él, aunque sea a trompicones. Es una de esas historias con dos niveles: lo que se dice cuando se habla con los compañeros en la cafetería y lo que se piensa una noche cualquier de invierno, en el coche patrulla, o al volver a casa después de acabar el turno, a las seis de la mañana. Ya sé que todo el mundo ha hablado de ello, pero seis años es mucho tiempo, sobre todo en un trabajo como el nuestro. Una eternidad, se lo aseguro.
Si eres contable, o fontanero, no sueles hablar solo cuando vuelves a casa, pero conozco docenas de policías que lo hacen y le aseguro que no es casual. Los polis y los curas tenemos más tendencia que nadie a hablar solos, seguramente porque vemos como nadie el lado oculto de la gente o porque se supone que combatimos contra el mal y no siempre estamos a la altura. Perdone que diga estas tonterías, pero es que volver a aquello me estropea la cordura.
Quizás lo mejor fuese olvidarlo, como le decía, pero si se ha tomado usted tanta molestia para poner en claro lo que pasó, por mí no ha de quedar. El que tenga algo que callar, que lo calle.
A su descripción de lo que sucedió en el despacho del comisario le falta quizás la media sonrisa zumbona de Martínez, entre la disculpa por lo que nos estaba pidiendo y la advertencia de que a pesar de parecer una tontería se trataba de un asunto importante. De eso era precisamente de lo que trataba de disculparse: de tener que considerar importante una cosa que en realidad no pasaba de ser una pequeña corruptelilla, más de novela picaresca que de Código Penal.
Por lo demás, como le dije al principio, fue más o menos como lo cuenta. Póngale un poco de ambiente, si quiere: calendarios atrasados, archivadores metálicos, techo ahumado, y una granada de mano haciendo de pisapapeles. Todos dábamos por hecho que estaba descargada, pero con Martínez nunca se podía saber. De hecho, ahora que han pasado los años, casi aseguraría que estaba cargada, esperando a que algún fisgón entrase en su despacho y le quitase la anilla. Si cualquiera de nosotros, de todos los demás que trabajábamos en aquella comisaría, hubiese dejado una granada sobre la mesa, no hubiesen pasado dos días sin que algún tocapelotas le hubiese quitado la anilla, simplemente por curiosear, pero estando en la mesa de Martínez nadie se atrevió a hacerlo en todos los años que pasó allí. Y no por respeto a las cosas del jefe, sino por miedo, o precaución. Insisto tanto en esta tontería porque a veces un detalle dice más del carácter de una persona, o de lo que los demás opinan de él, que todo un tratado de psicología.
Aquel día, después de la reunión que usted cuenta, salimos del despacho comentando lo mal que tenían que estar las cosas en las altas esferas cuando nos encargaban un trabajo como aquel. Los ministros no se distinguen unos de otros por lo principal, porque todos procuran controlar un poco la calle para que no se desmande la delincuencia y tener a raya a los más peligrosos, como terroristas y gentuza de esa calaña; en lo que de veras se diferencian unos ministros de otros es en las prioridades, y en estos pequeños detalles sin importancia. Estuviese quien estuviese en el Gobierno nos hubiera ordenado igual detener a un comando terrorista o desarticular una banda mafiosa, pero que nos mandasen introducirnos en el mundo de la discografía para aficionados significaba, o amenos así veía yo, que el objetivo primordial de nuestros superiores de aquel momento era marcarse tantos con la opinión pública más que contra los delincuentes. o sea, que les interesaba más lo político que lo policial, y siempre era bueno saber eso.
¿Para qué? No sé. Cuando cumples órdenes te gusta saber con qué intención te mandan lo que te mandan aunque lo tuyo sea cumplirlas sin darle muchas vueltas. Saber lo que quieren los de arriba te ayuda muchas aveces a no cagarla.
Le cuento todo esto porque recuerdo que fue de lo que hablamos aquel día, camino de la cafetería, cuando salimos del despacho del comisario.
Nos pedimos un café cada uno y nos llevamos a una mesa del fondo todos los periódicos que pudimos encontrar. Allí, entre los del día y los atrasados, que Tasio guarda siempre durante meses en un montón enorme, encontramos dos o tres inserciones publicitarias que podían servir para empezar. Se buscaban talentos musicales y se ofrecía la posibilidad de iniciar una carrera discográfica. El nombre del anunciante sonaba espectacular, moderno y extranjero. O sea, perfecto. Great Sunrise Productions. Producciones del gran amanecer.
Yo les dije que el nombre me olía a comida china, o a algún pez crudo, estilo japonés, pero no sé si no lo cogieron o qué, porque no se rió nadie. ¿A qué le suena a usted Great Sunrise? A mí a rollito de primavera con salsa agridulce y a local enorme con decoración clónica. A veces pienso que esos restaurantes, con personal y todo, los traen en contenedores metálicos y los desembarcan en Barcelona, o en Bilbao, para montarlos luego con un a hoja de instrucciones y unas cuantas llaves Allen, como una estantería de Ikea.
Cuando nos cansamos de repasar los anuncios de los periódicos, decidimos llamar a los dos o tres que teníamos. Me acuerdo de que Justel preguntó cómo sabríamos si el anunciante era de veras un timador o simplemente ofrecía de veras una prueba a cantantes aficionados. Y ahí sí, Salcedo y yo nos reímos de él: ningún cazatalentos, en ninguna profesión, pone anuncios en los periódicos buscando gente. Imagínese al Real Madrid encargando un anuncio en el Segunda Mano: se busca defensa central para equipo serio y con proyección. Pues eso.
Fue Salcedo la que se encargó de hacer las llamadas. Para esas cosas siempre queda mejor una mujer. No sé por qué: seguramente porque pensábamos que el delincuente al que teníamos que echar mano era un tío.
Salcedo sonó convincente, toda alegría e ilusión por conseguir al fin una oportunidad, y concertó una cita para aquella misma tarde. Cuando preguntó si podían ir con ella dos amigos suyos para hacerse también la prueba y recibió una respuesta afirmativa, casi entusiasta, no nos cupo duda de que habíamos tenido suerte y habíamos dado en el clavo a la primera. Ya sé que hay otras muchas posibilidades si se pone uno a analizar la cosa, pero es igual: en aquel momento, nos pareció cojonudo porque nos permitía no tener que llamar a los otros dos que habíamos apuntado. Si el primero nos fallaba probaríamos con los otros, pero aquel tenía buena pinta. Y es que ni nos pidió una maqueta, ni dijo que llevásemos instrumentos, ni nada. Todo muy fácil. Demasiado.
Si nos llega a pedir una maqueta nos hunde, porque a ver de dónde sacábamos nosotros el material para grabarla, sin mencionar que no teníamos ni puñetera idea de música ni nada parecido. Eso es lo que pasa a veces con estas misiones especiales: que te dicen “tenéis que infiltraros en una banda de búlgaros para averiguar cuáles son sus planes” y a nadie se le ocurre pensar que los búlgaros hablan búlgaro, un idioma que no conoce ni dios en todo el cuerpo de Policía. Demasiado eficaces somos para lo que nos piden algunas veces.
Pero aquella vez, como le digo, no nos pidieron nada. Luego, ya más metido en el ambiente, me enteré de que había representantes auténticos que tampoco querían saber nada de maquetas: el que supiese cantar, que cantase allí mismo, y que se pusiera nervioso, a tomar por saco. Y es normal, ¿no? Si te pones nervioso en una prueba, ¿qué será delante del público? Me acuerdo de uno que quería ser abogado pero se quejaba siempre de los exámenes orales. A mí siempre me pareció que lo que quería era ser chupatintas de oficina, y así fue justamente.
Bueno, a lo que le iba: que nosotros ni maqueta, ni nada. Fuimos allí a pelo, un poco acojonados por el marrón. Me acuerdo de que yo llevé una trenca para poder guardar la pistola. No es que pensara que iba a ser un trabajo peligroso ni que temiera una encerrona, pero cada cual se quita el miedo como puede, ¿no?
El supuesto estudio y sede de la empresa era una especie de almacén cochambroso en la carretera de Villalba. En principio, había demasiado espacio y casi ningún instrumento. Sólo un par de micrófonos, algunos altavoces colocados por las paredes y unos cuantos posters de gente demasiado conocida para haber empezado en aquel antro. De hecho, lo normal hubiera sido que tuviese posters y carteles de otros artistas que hubiese apadrinado él, aunque sólo fuese supuestamente, pero en lugar de eso había carteles hasta de los Rolling. Todo muy rápido y muy mal montado, como si en lugar de tener una empresa le acabase de pedir el almacén a su sobrino o al hijo rockero de algún amigo.
Por nuestra parte, los tres nos habíamos vestido para la ocasión, cada cual como entendió que mejor le iba a su aspecto. Yo peinado hacia atrás, con una camisa abierta en plan enseñar pelo en pecho y crucifijo de dos arrobas; Justel supermoderno, despeinado y con un polo, y Salcedo toda de vaqueros, marcando curvas.
El supuesto representante llevaba gafas redondas de montura metálica, sonrisa también redonda y metálica, y el pelo rubio y lacio pegado al cráneo, seguramente para intentar disimular el inicio de una calvicie mediana pero generalizada. Dijo llamarse Hardford y el acento extranjero no parecía falso, aunque tampoco demasiado anglosajón. Luego supimos que era checo, o sea que yo tenía razón: de inglés, nada; y americano, menos. Ni australiano siquiera.
Después de una corta presentación, Hardford nos preguntó qué sabíamos hacer, y en pocos minutos nos encontramos los tres supuestos pardillos junto al micrófono. Aquel era el momento de la verdad y había que echarle coraje, como si fuésemos a entrar en un piso donde algún criminal armado retuviese a sus rehenes. Yo, por lomenos, me lko tomé así. Si hay que entrar con la pistola en la mano, pues se entra y si hay que cantar, pues se canta. Le aseguro que eso fue lo que se me pasó por la cabeza en aquel momento.
Justel fue el primero en actuar y los otros dos le agradecimos el detalle. Se descolgó con un par de canciones de Duncan Dhu, ya viejas por entonces, pero lo hizo bastante bien. No eran muy arriesgadas pero valían.
Luego me subí yo al escenario y canté un par de canciones de Alejandro Sanz, que eran las que mejor pegaban a mi voz, o eso me pareció a mí. Estaba tan asustado que las canté, como le dije, como si me fuese la vida en ello. Eso sí: ni un paso de baile ni un movimiento sobre las tablas: me quedé clavado como un poste de la luz, pero bastante tenía ya con dominar más o menos la voz como para dominar también el resto del cuerpo.
Por último le tocó el turno a Salcedo, que se empleó a fondo cantando “un año de amor “, el bolero de los años veinte que resucitó Almodóvar en la voz de Luz Casal para una película sobre un juez travesti. Creo que sé en quién se inspiró, pero mejor me lo callo. Tacones Lejanos, se titulaba, creo recordar.
Salcedo nos dijo después que pensaba que nosotros dos habíamos hecho tan mal papel que echó los restos en aquella interpretación, por miedo a que nos rechazaran a todos y se estropease la operación por falta de alguien que supiera cantar mínimamente. Imagine qué chorrada: un timador que suspende el timo porque los “julays” no dan la talla musical. De todos modos, la verdad es que fue la única que lo cantó aquel día con un poco de estilo, eso hay que reconocerlo. Se movió por el escenario, se dirigió a nosotros como si fuésemos el público y hasta se permitió algunas variaciones sobre la canción original, y no como nosotros, que cantamos las nuestras todo lo al pie de la letra que pudimos.
Al terminar la prueba, el tal Hardford nos felicitó a los tres y nos pidió un número de teléfono para llamarnos aquella misma semana, porque tenía que analizar las grabaciones, según dijo.
Informamos al comisario de cómo había ido el asunto y volvimos a los servicios diarios que nos fueron encomendando, pero la espera no duró tanto: tres o cuatro días más tarde estábamos de nuevo en el almacén de Villalba para oír que los tres teníamos talento y que cada uno de nosotros debía trabajar una faceta distinta: yo, la expresión y la voz, Salcedo la modulación y Justel la entonación y el ritmo, porque aunque tenía muy buena voz y se desenvolvía bastante bien, se iba un poco en el tono y se aceleraba.
Era lo esperable, pero aún así nos sorprendió a los tres. A veces sabes las cosas, porque conoces su mecánica, pero no dejas de extrañarte. Lo normal, por supuesto, era que nos cogiera a los tres, porque tres pardillos dejan más pasta que uno, pero entre nosotros habíamos hecho incluso alguna apuesta sobre quién iba a ser el primer descartado, o sobre quién tendría que cargar con aquel puñetero operativo.
Nos aceptó a los tres e incluso empezó a manejar en voz alta distintas combinaciones para que formásemos dúos entre nosotros y hasta un trío. Según él, lo importante era diversificar la oferta para que hubiera más posibilidades de gustar al público, porque nunca se sabe qué clase de grupo o de temas va a llegar a la gente.
A partir de ahí, mejor que sea breve, porque las semanas siguientes fueron un cúmulo de quebraderos de cabeza para el comisario Martínez, que no sabía cómo echarle mano a aquel Hardford de los demonios: lo tenía, tenía los contratos que había firmado con sus tres policías, pero no había modo, sólo con aquello, de conseguir una orden de detención. Le había cobrado quinientos euros a Salcedo por unas clases, pero le habían dado efectivamente las clases. Me había cobrado a mí cuatrocientos por un curso y efectivamente había aparecido un actor profesional cinco o seis tardes para explicarme qué hacer con las manos y qué gestos le convenían más a mi fisonomía. El fulano aquel hasta me cambió el vestuario. Y en cuanto a Justel, la cosa era aún peor, porque lo había tenido un mes entero con un diapasón para que aprendiese a llevar el ritmo y, aunque tenía pensado ponerle un profesor de baile, todavía no le había cobrado nada. ¿Cómo detienes por estafa a un tío que sabes que te va a timar pero no lo ha hecho aún? No hay modo: paciencia y seguirle el juego, hasta que esté maduro.
menéame